Los Yoga-sutras de Patanjali ofrecen pistas relativas a las verdades que la Bhagavad-gita ilustra, libro que podemos considerar un estudio de postgrado de la obra de Patanjali. El objetivo de los Yoga-sutras se centraba en el beneficio espiritual último. Escribe Juan Carlos Ramchandani.
Según diversas fuentes consultadas, en España hay dos millones de personas que practican yoga, y son muchas más quienes lo prueban cada año que pasa. Se practica yoga en todo el mundo: de Madrid a Mumbai, pasando por Moscú. Pero aunque el objetivo del yoga sea acercarnos a la Divinidad, la mayoría de yoguis actuales tiene otros motivos; el más corriente de ellos, mantener el cuerpo en forma. En un mundo cada vez más secularizado, de manera natural surge el deseo de adaptar las más valiosas técnicas antiguas con fines contemporáneos, aunque el yoga va perdiendo su esencia en ese proceso adaptativo.
El yoga es una ciencia que nos han dejado los sabios de la India. El término yoga significa literalmente “vincularse”, y su sentido, originariamente, era similar a la raíz latina del término religión, que significa “volver a unir”. Por lo tanto, yoga y espiritualidad tienen una misma finalidad: vincularnos y unirnos a la Divinidad.
El mensaje interno de los Yoga-sutras
Es posible que los yoguis modernos consideren interesante saber que el texto más importante de yoga es la Bhagavad-gita, y no los famosos Yoga-sutras de Patanjali. Pero la Gita no puede compararse a cualquier texto corriente sobre yoga, lleno de difíciles posturas corporales y agotadoras técnicas de meditación. En vez de ello, ofrece un resumen práctico para lograr el objetivo del yoga: unirse a Dios, alentando el canto de los nombres del Divino (los mantras), enseñando cómo realizar los mandatos de la Divinidad (en este caso, de Krishna) y explicando la importancia de cumplir con el deber de cada uno con una conciencia espiritual (el Dharma). Estas actividades, si se llevan a cabo de manera adecuada, siguiendo las directrices de un adepto (sadhaka), nos permiten adelantar muchas de las prácticas consideradas esenciales en el yoga convencional.
Así y todo, no existe desarmonía entre la Gita y los Yoga-sutras. Por ejemplo, tanto Krishna como Patanjali indican que hemos de trascender todos los conceptos erróneos relacionados con el “yo” y desarrollar amor por Dios, que Patanjali denomina Ishvara-pranidhana (“Dedicación a Dios”).
Patanjali escribió su obra durante el siglo III, pero de su vida no sabemos mucho. El único de sus textos que le ha sobrevivido, los Yoga-sutras, indica que mantener los tabernáculos físicos y mentales en forma es lo mejor para obtener la verdad espiritual. De hecho, su mayor logro consiste en haber tomado unas antiguas prácticas destinadas a mejorar el cuerpo y la mente y haberlas codificado para beneficio de los practicantes espiritualistas.
Pero los Yoga-sutras de Patanjali solamente ofrecen unas pistas relativas a las verdades que la Bhagavad-gita ilustra, libro que podemos considerar un estudio de postgrado de la obra de Patanjali. Aun así, el objetivo de la obra de Patanjali se centraba en el beneficio espiritual último, como algunos de sus versos, en especial los últimos, esclarecen. Si bien esto es así, muchos practicantes actuales de yoga utilizan su método con el único fin de mejorar la salud mental y física, pues al comienzo de su obra Patanjali se centra principalmente en métodos básicos relacionados con el cuerpo y la mente, sin demasiados comentarios espirituales.
Por ejemplo, en el sutra 3.2, leemos que dhyana o meditación se refiere al movimiento continuo centrado de la mente en un único objeto. Pero esta técnica de Patanjali puede emplearse como concentración en cualquier objeto, no sólo en Dios. Y aunque informa a sus lectores del objetivo de sus sutras –aproximarse a Dios–, puede que alguien sienta la tentación de utilizar sus métodos con fines egoístas, como él mismo dice más adelante. En última instancia, la concentración en un único objetivo tiene como finalidad centrarse en Dios, pero es solamente cuando nos graduamos en la Bhagavad-gita cuando es posible aprender con claridad cómo lograrlo.
Como el profesor Edwin Bryant señala en su excelente artículo “Preferencias teístas de Patanjali, o, ¿era Vaishnava el autor de los Yoga-sutras?”, Patanjali trataba de conducir a su variada audiencia hacia la adoración de Dios, pero intentándolo de manera indirecta. Igual que ocurre hoy en día, muchas fórmulas religiosas asediaban la India de su época; los practicantes adoraban numerosos aspectos del Supremo. En consecuencia, optó por ofrecer en sus Yoga-sutras una aproximación escalonada, que esperaba fuera útil para su amplia audiencia.
Aun así, afirma que el objetivo supremo de la meditación es meditar en ishvara, que significa “controlador”, y por lo general se refiere a Dios. Aunque existen muchos controladores y múltiples formas de Dios, la Bhagavad-gita (18.61) afirma que el ishvara definitivo es Krishna.
Patanjali aconseja a su audiencia que elija un ishta-devata, una deidad de su elección. Su razonamiento es cristalino: está enseñando un método de meditación, y es más fácil aprender dicho método si se practica con un tema que sea cercano al corazón.
¿Pensaba Patanjali en Krishna mientras bosquejaba el proceso de yoga y su objetivo de amar a Dios? Para cualquiera versado en la literatura védica, resulta obvio que la respuesta es afirmativa. Como declara Edwin Bryant, en la Gita se afirma que Krishna… posee todas las… cualidades enumeradas por Patanjali como pertenecientes a ishvara, es decir, no afectado por el karma, omnisciente, maestro de los antiguos, el tiempo no lo menoscaba, la palabra Om lo representa, otorgador de conocimiento. El karma no afecta ni obliga a Krishna (Gita, IV.14, IX.9), y, con respecto a la omnisciencia, Él es principio, medio y fin de todo (X.20 y 32), que penetra todo el universo con un solo fragmento de Sí mismo (X.42). Krishna enseñó a los antiguos (aquí se habla de Vivasvan, el dios del sol, quien a su vez le impartió dicho conocimiento a Manu, el progenitor de la humanidad [IV.1]) y es el Tiempo (X.30 & 33; XI.32). También es la sílaba Om (IX.17). Y, por supuesto, Krishna garantiza a sus devotos que los liberará de las trampas de este mundo de manera que puedan alcanzar la meta suprema (IX.30-32; X.X; VIII. 58). Por consiguiente, existe una perfecta compatibilidad entre el ishvara anónimo de Patanjali y Krishna, tal y como aparece descrito en la Gita.2
La tradición de comentaristas de los Yoga-sutras lo corrobora. Los principales comentaristas de la obra de Patanjali fueron Vyasa (siglo V, no confundir con el compilador de la literatura védica), Vachaspati Misra (siglo IX), Bhoja Raja (siglo XI), y Vijñanabhiksu (siglo XVI). Todos identificaron el ishvara de los Yoga-sutras con Vishnu o Krishna, lo que demuestra que la Bhagavad-gita expresa la culminación de toda la sabiduría védica referida al yoga.
Los ocho tramos de la Gita
La Bhagavad-gita analiza los ocho escalones del Raja-yoga, la forma de Yoga popularizada en la actualidad como Ashtanga yoga o Hatha yoga. Por ejemplo, Yama, el primer escalón, consiste en cinco principios éticos: veracidad, continencia, no violencia, ausencia de avidez y abstenerse del robo. Estas disciplinas fundamentales del Yoga se mencionan en la Gita; también trata de Niyama, el segundo escalón, que consiste en la adoración, limpieza, satisfacción, austeridad y reflexión interior.
Bien, el tercer escalón del método de Patanjali, Asana, no resulta tan obvio en la Gita. El término asana no aparece con demasiada frecuencia en los labios del Señor Krishna. Pero cuando lo pronuncia, se refiere al “lugar donde se sienta el que lleva a cabo la práctica espiritual”. la Gita no ofrece indicación alguna sobre la postura al sentarse. Aunque en el capítulo seis pareciera que sí. Los versos 11 y 12 afirman: “Para la práctica del yoga hay que buscar un lugar apartado, esparcir hierba kusha en el suelo y cubrirla con la piel de un ciervo y una tela suave. El asiento [asana] no será ni demasiado elevado ni demasiado bajo y estará en un lugar sagrado. El yogui se sentará imperturbablemente y practicará yoga para purificar el corazón mediante el control de su mente, sentidos y actividades, centrando la mente en un punto.”
Krishna utiliza el término asana en sentido general, no técnico. Se refiere a sentarse para centrar la mente.
Es muy fácil perder la concentración, y ése es básicamente el argumento de Arjuna en contra del Hatha yoga. De hecho, el mismo Patanjali enumera nueve obstáculos: duda, enfermedad, somnolencia, pereza mental, percepción errónea, falta de entusiasmo, atracción hacia el goce de los sentidos, falta de concentración y perder la concentración. Sus comentaristas también citan algunos otros: atracción desordenada hacia los poderes yóguicos, una opinión errada de lo que significa meditar, simplificar excesivamente los ocho escalones del Yoga y la práctica irregular. Todos estos problemas proceden de la difícil naturaleza del método de Patanjali y son la razón por la que Arjuna opina que Hatha yoga es casi imposible de llevar a cabo. Al final del capítulo seis declara que le parece excesivamente difícil. Krishna está de acuerdo y le dice a Arjuna que el yogui resuelto siempre piensa en Dios. Además le dice que ese tipo de meditación es verdadero Yoga, implicando que la utilización del cuerpo y la mente al servicio de Dios puede considerarse la asana más perfecta.
La Gita también se refiere a Pranayama, o el control de la respiración, el cuarto escalón. Krishna dice que los yoguis pueden emplear el aire que inspiran y el que espiran a modo de ofrenda a Él. Se refiere a dedicar el aliento vital a Dios. Le dice a Arjuna que el prana de sus devotos, es decir el aire vital, es para Dios y que Arjuna debe emplearlo “para venir a Mí”. De hecho, si se sigue el ejemplo de Arjuna ofreciendo cada aliento a Krishna: hablando de Él, cantando sus glorias y viviendo para Él, no es necesario controlar el aliento tal y como se expone en los sutras de Patanjali. Respirar para Dios es la esencia del Pranayama.
El quinto escalón del Yoga, Pratyahara, se refiere al repliegue de los sentidos, uno de los temas más importantes de la Bhagavad-gita. En el segundo capítulo Krishna le dice a Arjuna que el yogui aparta sus sentidos de los objetos de dichos sentidos “del mismo modo que la tortuga esconde sus miembros en el interior del caparazón.” Sin un análisis profundo, podría parecer que se sugiere la plena renuncia al mundo. Pero no es a eso a lo que Krishna se refiere. En vez de ello, como se esclarecerá en otros versos, sus enseñanzas se refieren a cómo renunciar a los frutos del esfuerzo, no a renunciar al esfuerzo en sí. En otros términos, sus enseñanzas se centran en cómo apartarse de los objetos de los sentidos cuando se trata del disfrute personal. Nos instruye para que empleemos esos mismos objetos al servicio de Dios. Eso es Pratyahara.
Los escalones superiores
Y ahora llega la culminación de la práctica del yoga: los tres últimos escalones de Raja-yoga: Dharana, Dhyana y Samadhi, o concentración, meditación y absorción plena.
Mientras que Yama y Niyama eran los escalones iniciales, estos tres últimos reciben el nombre de Samyama, “la disciplina perfecta” o “práctica perfeccionada”. La Bhagavad-gita habla ampliamente de estos escalones superiores. Por ejemplo, Krishna afirma: “Simplemente centra tu mente en Mí, y ocupa toda tu inteligencia en Mí. De ese modo vivirás en Mí constantemente, no te quepa la menor duda.” (Bg. 12.8)
El proceso del yoga es Dharana, o concentración espiritual, práctica. Todos los sentidos pueden ayudarnos a lograr Dharana, lo que nos conducirá a estados de meditación y plena dedicación avanzados.
El santo nombre es de especial eficacia al respecto. Es por eso que Krishna dice que, de entre todas las austeridades Él es el japa, la oración en privado, especialmente cuando se utiliza un mala o rosario de 108 cuentas. La oración es la reina de las austeridades porque orando podemos obtener con total facilidad el objetivo del Yoga. Todo se obtiene gracias a la práctica del japa, pues al pronunciar los nombres de Dios centramos nuestra mente en Él, junto con nuestra voz, oídos y sentido del tacto. Y el kirtan, el canto en grupo con instrumentos musicales, no sólo nos lleva a niveles de concentración y dedicación más profundos sino que ocupa también los sentidos de los espectadores. En el sutra 1.28, Patanjali, también, fomenta “el canto constante”.
En conjunto, la ambivalencia de Patanjali puede parecer confusa. Cuando menciona al principio Ishvara-pranidhana, dedicación a Dios, lo presenta como algo opcional, aunque más adelante le otorga una mayor atención, dedicando seis versos a la naturaleza de ishvara. Al principio parece permitir elecciones en lo referente al objeto de la meditación (1.34-38), pero en última instancia aconseja al yogui que se centre en ishvara, que en palabras de Patanjali es el “alma especial suprema” el único que puede otorgar Samadhi, la perfección yóguica.
Patanjali dice en el sutra 3.3 que el Samadhi se produce cuando el objeto de la meditación aparece en lo íntimo del corazón sin otros competidores ni distracciones. No queda ya ningún otro interés, como si la naturaleza intrínseca de uno perdiera todo interés.
La Bhagavad-gita lo deja más claro. En el Samadhi nuestra naturaleza intrínseca no pierde ningún significado. En vez de ello, adquiere un significado nuevo: Te ves en relación con Dios. Ese estado de absorción perfecta y completa se denomina Samadhi, la metal final del yoga.
Cuatro yogas
Krishna resume en los 18 capítulos de la Gita distintas formas de yoga. En esencia existen cuatro tipos: Raja-yoga, relacionado con las posturas, el control de la respiración y la meditación, popularizado en la actualidad en la forma de Hatha yoga; Bhakti-yoga es el yoga de la devoción; Karma-yoga, el yoga de la acción desinteresada; y Jñana-yoga, el yoga del conocimiento.
Aunque los recorridos difieran, su objetivo fundamental es el mismo: comprender que Dios está en el centro de nuestra existencia y que la vida debe dedicarse a su servicio. El yoga, en todas sus variedades, pretende llevar a quienes lo practican más allá de la usual identificación con el cuerpo y la mente, situándonos en la trascendencia. De ese modo, Patanjali codificó un medio útil para dominar los sentidos que, en última instancia, conduciría al objetivo del yoga. Su método es un tipo de Raja-yoga. Pero los otros sistemas de yoga son más directos, fomentando las relaciones e incluso cierta intimidad con Dios. Y de todos los yogas, el Bhakti-yoga es el mejor, porque coloca a los que lo practican en relación directa con Dios y les ayuda a alcanzar el equilibrio físico, mental y espiritual, logrando así el objetivo del Yoga de una manera sencilla y a la vez natural.
Quién es
Juan Carlos Ramchandani es sacerdote hindú, maestro de Yoga y doctor en filosofía clásica hindú. Autor de 10 libros y numerosos artículos sobre Yoga e hinduismo.