Compartimos la crónica de John Yoon, colaborador del New York Times, escrita al día siguiente del fallecimiento: Sharath Jois, el maestro de yoga que cosechó legiones de seguidores enseñando ashtanga, el popular estilo de yoga fundado por su abuelo, falleció el lunes en Virginia. Tenía 53 años.
Su muerte fue confirmada por su hermana, Sharmila Mahesh, y John Bultman, director del programa de yoga de la Universidad de Virginia. Bultman dijo que Jois había muerto tras sufrir un ataque al corazón en una ruta de senderismo cerca del campus de la universidad en Charlottesville, donde estaba de visita.
A los talleres de Jois, fueran en su ciudad natal de la India o en todo el mundo, asistían miles de discípulos que buscaban una experiencia directa con el líder de la tradición del yoga ashtanga, que implica una exigente serie de posturas y movimientos dinámicos. Arraigado en rituales hindúes y sánscritos, el yoga ashtanga se considera hoy en día una de las formas más accesibles de ejercicio.
Su abuelo, Krishna Pattabhi Jois, contribuyó a elevar la popularidad del yoga en la década de 1990, atrayendo a seguidores de todo el mundo, incluidas celebridades como Gwyneth Paltrow y Madonna. El ashtanga, más arduo físicamente que otras formas de yoga, se puso de moda en India con la llegada de la cultura moderna del fitness.
Tras heredar la práctica de su abuelo, Jois empezó a llamarse a sí mismo “Paramaguru”, que se traduce como “poseedor del linaje”. En Mysore, ciudad del sur de India conocida como la cuna del ashtanga, se referían a él simplemente como el “jefe”, y los talleres que impartía allí se llenaban de devotos nada más abrir, según escribió Kino MacGregor, uno de sus alumnos más destacados, en un ensayo en 2016.
“La multitud crecía cada año”, dijo en una entrevista Isha Singh Sawhney, una alumna de Jois que coescribió el libro de Jois de 2018, Ageless: A Yogi’s Secrets to a Long and Healthy Life (Sin edad: los secretos para una vida larga y saludable). “Era un excelente profesor de yoga, uno de los mejores”.
Jois tenía programado dirigir talleres en San Antonio, Sídney y Dubái en los próximos meses, según su página de Instagram, y también se estaba preparando para escribir un segundo libro.
En un día normal, Jois se despertaba en torno a la 1 a. m. para entrenar antes de empezar a dar clases hacia el mediodía, comiendo solo un pequeño tazón de avena y a veces un “enorme batido verde”, dijo Sawhney. El ashtanga, a diferencia de otros estilos de yoga, también implica una sudoración profusa.
Como administrador del legado de su abuelo, Jois transmitió sus enseñanzas al tiempo que se retractó de algunos de sus métodos, incluido lo que algunos estudiantes habían calificado de tocamientos inapropiados. En 2019, expresó pesar por cualquier dolor causado por los “ajustes inapropiados” de su abuelo durante las sesiones de yoga y pidió perdón.
El lunes, Jois había enseñado una versión de baja intensidad de ashtanga yoga que había desarrollado recientemente, llamada “serie activa”, dirigida a instructores de todo el mundo en un seminario en la Universidad de Virginia, dijo Bultman.
Esa tarde, se fue de excursión con unos 50 estudiantes a Humpback Rocks, a una media hora del campus. Jois, que parecía fatigado, iba detrás del grupo cuando se sentó en un banco luego de avanzar medio kilómetro en la ruta y después se cayó, dijo Bultman.
Los intentos de los estudiantes por reanimarlo mediante reanimación cardiopulmonar fracasaron, y fue declarado muerto momentos después de la llegada de los servicios médicos de urgencia.
Además de su hermana, a Jois le sobreviven su madre, Saraswathi; su esposa, Shruti, con la que se casó en 1996; una hija, Shraddha; un hijo, Sambhav; y su hermano, Shardh, dijo Mahesh.
(Ver aquí el artículo original)
El adiós de su discípulo y amigo José Carballal en su instagram
(Sharabt Jois, José Carballal y Rafa Martinez, foto Mysore House Madrid)
22 años. Desde ese primer ajuste en Marichyasana D , en que sentí que podía confiar en ti, hasta la última clase de pranayama donde conseguí aguantar la retención. Horas más tarde, no sostuviste la tuya.
22 años en que me viste evolucionar, y viceversa. Años en los que aprendí a ser alumno y a ser profesor, siempre siendo mi mejor espejo para habitar ambos roles.
Has sido el motivo principal por el que, desde hace años, digo que si muriera mañana, lo haría satisfecho. Ayudaste enormemente a traer significado y experiencias inolvidables a mi existencia, que vino muy dañada y limitada. Encontré sanación en la práctica y también en la enseñanza, sintiéndome apoyado siempre en ambas . Me hiciste sentir muy valorado, tal y como soy. Eso me sanó más que cualquier “catching”…
Te ví sensible y sólido cuando tod@s te atacaban. Te ví agotado y perseverante cuando el insomnio volvía. Te ví entusiasta, como un niño, cuando te adentrabas en la jungla. Te ví ser el marido más atento y el padre más cariñoso..
Te vi ser el maestro más dedicado.
A pocas horas de llegar a Mysore para darte mi último adiós, los ojos se llenan de lágrimas recordando todo lo vivido. Y por fin puedo expresar un poco… mi sist nervioso está al mando, y yo confío.
Espero que mi limitada memoria pueda atesorar la mayor parte de los recuerdos de estos 22 años donde fuiste mi profesor, mi “hermano fotográfico” y mi amigo, por mucho susto que te diera la palabra.
Lo primero que pensé al darme cuenta de que era cierto, que te habías ido, fue cuántas ganas tenía de volver a la sala a enseñar.
Al poco, pensé en cuánto iba a doler ver los siguientes tigres. En cuántas ganas tendré de mandarte las fotos, de contarte cómo ocurrió.
Gracias siempre por todo lo que me diste, por mostrarme el camino, por los momentos buenos y por los difíciles, por tanto aprendizaje, incluso al irte.
Ya te echo de menos, querido Sharathji. Descansa tranquilo…. Van a estar bien. Tu familia es mi familia. Vamos a cuidarles mucho.
Una vez, en la jungla, bajo una luz mágica y pájaros cantando, a la espera del tigre, dijiste: “este es el mejor sitio desde el que partir”.
Y así fue. ❤️