La palabra peregrinar procede del latín peregrinari. Andar por tierras extrañas, nos recuerda el diccionario, ir en romería a un santuario por devoción o por voto; andar de un lugar a otro buscando o resolviendo algo. Entiendo el yatra como un camino sagrado a lo divino, en similares términos a la última acepción del diccionario. Escribe Gopala desde Vrindavan.
“Vivir entendiendo la vida como un camino que hay que recorrer para llegar a la unión con Dios después de la muerte”.
Peregrinar es una tradición en nuestra cultura, siguiendo las importantes tradiciones que tenemos en nuestra tierra, especialmente el ahora muy popular camino de Santiago, o las clásicas romerías para sacar a la vírgenes de sus templos, como la del Rocío. Pero en mi caso estoy en la India, esa tierra que siempre me abraza con sus sorpresas, en el camino Vrindavan – Rudraprayag – Badrinath – Rishikesh, desde el 18 de octubre al 3 de noviembre 2024.
Para mí un Yatra es una viaje hacia la divinidad, la divinidad que se encuentra en la naturaleza, en la cultura, en la aproximación religiosa, en los encuentros con lo sagrado. Y sobre todo una vuelta a la fuente de la que procedo. De la misma forma que el sol evapora las gotas de agua del océano; el aire mueve las nubes hacia las montañas, donde descargan como lluvias; los riachuelos se convierten en ríos, que viajando por riscos y llanuras se funden, de nuevo con el océano, mi fuente, siguiendo palabras de Swami Durgananda.
Tras la llegada al aeropuerto me tocan las clásicas colas por los controles sanitario, de policía, de cambio de moneda, y ahora sí, de una tarjeta para el teléfono. Prefiero estar comunicado, al menos para contarte estas impresiones del peregrinar.
Cuando viajas en grupo, con una dirección, prefiero aceptarla, con los pros y los contras de no viajar en soledad. Mi mente está en soledad, pese a viajar en el seno de un grupo de yatris, que los que viajan en el yatra así se denominan. La adaptación no solo es necesaria, es imprescindible. Correr sirve para poco cuando quieres retornar a la fuente.
La primera semana transcurre en Vrindavan, en quietud física, que no de actividad. Permaneceremos en el Jai Singh Gera Ashram, en las orillas del sagrado Yamuna, uno de los grandes ríos de la India. Vrindavan, la ciudad de Krishna, una de la encarnaciones del espíritu de Vishnu, que simboliza la preservación del Universo. Krishna nos acerca el amor incondicional como perspectiva de vivir, nada mejor.
Si no podemos permanecer quietos no podemos movernos con equilibrio. Esa es la razón por la que este yatra tiene una parte que denomino estática, en la que nos quedamos en el ashram durante una semana y otra dinámica en la que vamos de un lugar hacia otro. Siempre con la misma actitud buscar la fuente y, ¿por qué no?, encontrarla.
Me siento afortunado
Ahora toca escuchar un texto sagrado, el Srimad Bhagavatam, uno de los puranas clásicos más populares, de alrededor del siglo XI. A través de historias de la vida de avatares, personas de sabiduría y devoción y reyes, se popularizan las grandes verdades que se esconden en los Vedas. Este texto reconcilia el corazón con la mente y la devoción con el entendimiento. Ese es el efecto de su lectura. En palabras de Sri Ramakrishna, el Bhagavatam “te fríe en la mantequilla del Conocimiento y te lleva a las mieles del Amor”. Cuanta poesía hay en las personas de sabiduría.
Uno de sus capítulos está dedicado a la vida de Krishna. Y la lectura viene de la mano de uno de los grandes especialistas en este purana védico, Sri Venugopal Goswami, al que llamamos Santaji. Tradición de quinientos años de padres a hijos. Le conozco hace años cuando me encargaba de preparar sus visados y los de sus músicos para que llegaran a espacios “Schengen” y pudieran traer las tradiciones védica y clásicas de la india a Europa. Una tarea ardua que me llevaba horas de conversación con la embajada de España en la India. Recuerdo que la llamaba “meditación de la visa”, por la hora a la que comenzaban mis intentos, a las 04.00 de la mañana, esa hora mágica para meditar que se denomina Brahma Muhurta, la hora del creador. Yo comenzaba entonces mi día, creando mi día. El día en el que conseguíamos la visa era muy auspicioso para mí y suponía un gran descanso.
Cada tarde, a eso de las cuatro, comienza su narración acompañada de música. La percusión de las tablas, de las manjeera y del pakhavaj, los vientos del armonio, de la bansuri y del shehnai. Y sobre todo la imponente voz de Santaji con la que te sumerges entre canto y narración en las apasionantes historias del Bhagavatam. Y nunca mejor dicho: cuentos para facilitar la comprensión. Nada mejor que ser como niños, absorber la sabiduría sofisticada. Historias en las que los personajes aparecen una y otra vez, con distintos papeles y en distintas situaciones. Cuando les reconoces en una historia diferente te dan una nueva clave, como sucede en el Mahabharata o en el Ramayana, los dos grandes textos épicos de la India.
La narración nos lleva alrededor de cuatro horas, sí cuatro horas. En estos tiempos en los que todo se reduce a la mínima expresión en el tiempo permanecer en quietud no está ya en nuestros hábitos. Es otra forma de encontrarme, estar quieto en el suelo, atendiendo el aquí y el ahora la naturaleza de Ananda, la dicha. Escuchar con atención, sugerir al cuerpo que se quede quieto, ver sus reacciones ante la incomodidad.
Escuchar, toca escuchar
La narración del Srimad Bhagavatam viene acompañada de otras prácticas en el ashram: la repetición del Maha Mantra, el mantra de Krishna, la lectura completa en sánscrito del texto original, que se lleva a cabo ininterrumpidamente durante la semana, y las pujas, ceremonias devocionales, de las que te hablaré en la próxima entrega de estas impresiones. Hoy te anticipo un video de una puja. Te lo cuento pronto.
Como te expliqué en mi entrega anterior (ver AQUÍ) , para celebrar mi jubilación como gerente del Consejo general del Poder Judicial, he decidido sumergirme en un peregrinaje a la India del norte con swamis, profesores y estudiantes de los Centros de Yoga Sivananda Vedanta. Por el mero gusto de compartir te lo iré contando, no como un diario narrativo del viaje, sino como un surgir de experiencias personales. Así nace “Impresiones de un peregrinaje a la India”. Gracias a YogaenRed por hacértelo llegar.
Gopala es profesor de los Centros de Yoga Sivananda Vedanta
www.sivananda.es
www.gopala.es
Puedes ver los detalles de los lugares del peregrinaje en https://www.sivananda.at/es/sivananda-yoga-yatra/