Los antiguos maestros descubrieron las cualidades superiores de los animales y las materializaron en unas posturas que, al practicarlas, nos las transmiten y nos vuelven a integrar con la naturaleza, nos enseñan a conocer y comprender nuestra propia mente y nos hacen más íntegros y conscientes. Escribe esta serie de artículos Pedro López Pereda.
“Hasta que no hayas amado a un animal, una parte de tu alma (de tu ser) permanecerá dormida” (Anatole France).
Hay mucha información sobre sueños en los que nos visitan mascotas fallecidas. En mi caso, hace apenas unos días me visitó Carmela, mi perra. Nos habíamos separado unas semanas antes y ahora estábamos a más de 9.000 km de distancia. Ella sabía que le quedaban pocas horas de vida y quiso despedirse a través del plano astral, pero de la forma más tangible, real y hermosa que nunca había imaginado.
Como Carmela, muchos animales son capaces de transmitirnos amor puro y fidelidad; otros tienen una gran empatía y entienden los sentimientos ajenos, ayudando con su presencia a paliar el miedo y la tristeza; los más evolucionados muestran compasión, consuelan y nos ayudan a evolucionar a lo largo de nuestro camino interior.
Los antiguos maestros descubrieron estas conductas y las materializaron en unas posturas que, al practicarlas, nos transforman y nos transmiten esas increíbles cualidades que nos vuelven a integrar con la naturaleza, nos enseñan a conocer y comprender a nuestra propia mente y nos hacen más íntegros y conscientes. Estas posturas nos ayudan a convertir en luz lo que nos llegó de la Luz y nos ayudan a llenar el cuenco con el que venimos a este plano y donde guardamos todos nuestros frutos.
Postura de inicio y de transición entre ásanas
La secuencia de ásanas que se expone parte de la posición de cuatro apoyos (cuadrúpeda), configurada por el tronco en posición horizontal, sostenido sobre las manos y las rodillas, que apoyan en el suelo. Los hombros quedan alineados sobre las muñecas y las caderas se sitúan sobre las rodillas. El tiempo de permanencia en cada postura dependerá del grado de experiencia del practicante, pudiendo comenzar con la mitad del tiempo indicado para cada una de ellas y aumentando de manera gradual.
La Vaca (Bitilasana)
El arqueólogo John Marshall encontró un sello con figuras en Mohenjo-Daro (Valle del Indo) datado hacia el siglo XVII a. C. En 1931 lo interpretó de la siguiente forma: el varón sentado sería el dios Shiva, que está rodeado por varios animales, entre ellos una vaca.
Desde tiempos remotos, los primeros maestros tuvieron la posibilidad de observar a las vacas y advertir su capacidad para nutrir a los humanos y proporcionarles la energía básica para su sustento. Posteriormente, en algunas tradiciones, la vaca se asoció con la realización espiritual, con la energía vital y con el crecimiento personal.
Realización del ásana de la Vaca
Nos situamos en la postura de inicio. (Ver ilustración de arriba)
Mientras inspiramos profundamente, elevamos la pelvis y la cabeza en un movimiento armónico, a la vez que bajamos el pecho y el vientre en dirección al suelo.
La espalda queda cóncava y la base de la columna abierta, permitiendo que se active Muladhara y se fluya su energía.
Hay que mantener la postura durante 60 segundos. Con la práctica se irá aumentando el tiempo de forma progresiva.
Variación en torsión o también llamada postura del Buey
La palabra «yoga» proviene del verbo sanscrito yuj (uncir): colocar el yugo [a dos bueyes, para unirlos].
El buey era un animal muy valorado en la antigüedad, ya que representa la energía y el potencial innato de la naturaleza. Es la fuerza constante y tenaz. Es la superación alcanzada a través del esfuerzo del trabajo. Es un buen símbolo del trabajo constante de los yoguis y yoguinis, y su tenacidad para conseguir elevar los frutos conseguidos hasta el chakra Sahasrara.
Realización de la torsión
Volvemos a la postura de inicio.
Estiramos la pierna derecha, apoyando la punta del pie en el suelo. La mano izquierda se coloca en la parte posterior de la cabeza. Anclamos bien los puntos de apoyo y giramos el rostro hacia el lado izquierdo, utilizando el brazo izquierdo de resorte para generar una torsión del tronco. La pierna estirada nos servirá de eje de giro. Mantenemos la postura durante 60 segundos.
Repetimos todo el proceso hacia el lado derecho.
(Esta serie continuará el próximo lunes)
Pedro López Pereda. Creador del centro Namaskar de yoga y autorrealización en la línea de Antonio Blay. Presidente de la Fundación Yoga y de la Asociación Yoga Meditativo. Miembro de la Asociación Nacional de Profesores de Yoga. Maestro de Reiki.
Ha publicado, entre otros libros: El mandala oculto (2017), El cuenco vacío (2018) y Las leyendas del Yoga. El origen mitológico de la meditación, el pranayama y las posturas de yoga (2021).