Nuestra lectora practicante de yoga, La alumna veterana, que nos propuso publicar sus notas, nos ha enviado su nuevo escrito. Esta vez ha querido reconocer que, como alumna, también debe mantener una actitud adecuada durante las clases, y se queja de algunas vivencias «insufribles» con compañer@s ruidos@s. Para comunicaros con ella: info@yogaenred o redes sociales (@yogaenred) con vuestros comentarios.
Cuando empecé a enviar estas notas a YogaenRed, mi primera intención era reivindicar la voz de los alumnos y estudiantes de yoga, sí, y también dejar testimonio de algunas cosas que solemos comentar entre nosotr@s cuando salimos de la sala.
Bastante profesoras me han enviado sus mensajes, y se lo agradezco mucho (igual que a YogaenRed por permitirme publicar estas notas). En tres de estos mensajes me vienen a recordar que no solo son los instructores de yoga los que están obligados a mantener actitudes correctas, como la de no tratar a los alumnos como colegiales, sino que también los alumnos deben mostrar correcta predisposición.
De acuerdo totalmente con eso. Hay una clara diferencia entre sentirme intimidada durante la práctica para hacer cualquier pregunta al profesor, y otra mantener una actitud adecuada de silencio y concentración durante la sesión.
En mi larga trayectoria como alumna, ya os lo he contado en otras ocasiones, he conocido, lógicamente, a gran cantidad compañeras y compañeros. He sentido los diferentes climas que se creaban en las distintas clases y cursos. En general, me he encontrado con grupos no muy numerosos y actitudes de mutuo respeto, como lógicamente requiere una disciplina como el yoga. También he constatado que, cuanto más físico era el estilo del yoga de la práctica que se impartía, el ambiente general era como más disperso, más «distraído». ¿Esto también tiene su lógica? Creo que no.
Yo no he ido nunca ni pienso asistir a una sesión de Beer Yoga, y tampoco me intereso por el «yoga fitness» de algunos gimnasios, o sea que cuando digo «estilos más físicos» me refiero más bien a Iyengar o Ashtanga, en los que es esencial todo lo relativo al cuerpo y la práctica postural Sin embargo, me parece a mí que, como cualquier otra práctica, también requieren esos estilos un ambiente general de silencio, precisamente para poder llegar y mantener la respiración y la concentración en ásana.
Por desgracia, en mi experiencia he sufrido a varios compañeros ruidosos; no muchos, es cierto, pero es que un alumno con un problema de incontinencia verbal es eso: un problema para el resto. Recuerdo a una alumna en un grupo pequeño que no callaba de emitir quejas, chistes y comentarios a lo largo de toda la práctica, intimidando a una profesora demasiado tímida y descentrándonos al resto. Y a otro compañero (tal vez muy noctámbulo) que sistemáticamente entraba tarde a clase cada día y roncaba estruendosamente en savasana. Por no hablar de los retiros, en donde no es raro que caiga al menos un personaje «despistado» con un comportamiento extravagante o directamente inquietante (como uno con el que coincidí, que se dedicaba a mirar descaradamente a sus compañeras en las posturas).
En fin, que quienes trabajan en la enseñanza del yoga tienen que dar a conocer bien qué es el yoga, y cómo y porqué se debe practicar cada cual «hacia dentro», informando claramente de las normas a mantener en clase y vigilando que la actitud de una o un alumno no disturbe la deseada armonía, respeto y concentración que requiere la práctica. A veces será necesario afrontar que no todas las personas pueden asumirlo y elegir en consecuencia, aun renunciando a parte de ingresos.
Mercedes, La alumna veterana. Una lectora de YogaenRed practicante de yoga.