Notas de una alumna veterana: Cuenta la intención del profesor, no los fallos

2024-04-11

Nuestra lectora practicante de yoga, La alumna veterana, que nos propuso publicar sus notas, nos ha enviado un nuevo escrito.  Su intención, nos asegura, es dar voz a los alumnos y estudiantes de yoga. Si queréis escribirle a info@yogaenred o a nuestras redes sociales (@yogaenred) con vuestros comentarios, prometemos hacérselos llegar.

alumna

Foto de Yan Krukau

Amigas y amigos de YogaenRed, he recibido bastantes correos de lectorxs que me habéis reenviado tras la publicación de mis notas en una entrada que titulasteis Autoexamen para profes (consejos de una alumna), lo cual, aun con pudor, os agradezco mucho. Así que, tal como os anuncié, os envío otro escrito, por si queréis publicarlo.

Ya imagino que la revista la leen muchos profesoras y profesores de yoga, pues me han llegado opiniones de algunos de ellos. Se lo agradezco, tanto las que son positivas como alguna en contra o que no ha gustado. En un mensaje concretamente, una chica dice que los profes también tienen derecho a no ser perfectos y a tener sus días malos. Yo no quise ni quiero molestar a nadie con lo que escribo, al revés. Como dije, solo pretendo reclamar un poco la atención sobre lo que pensamos los alumnos sobre las clases que recibimos, ya que pareciera que somos la parte pasiva del intercambio: tú me das y yo recibo. Y eso, que es muy loable en sí mismo, parece que finalmente implica que tú me enseñas y yo digo que okey a todo.

Hoy quisiera destacar la labor de los profesores y profesoras entregados y comprometidos, que nadie duda de que son la inmensa mayoría, entre otras razones porque de lo contrario se dedicarían a otra cosa. (Y ahora es el momento de confesar que he sido maestra de secundaria toda mi vida, y quizás por eso me he metido en este tinglado de enviaros mis reflexiones).

Todos somos seres humanos y todos aprendemos de los aciertos y los errores que cometemos, claro que sí. Por lo tanto, no creo que sean los fallos, errores y olvidos ocasionales los que deben clasificarnos o representarnos, sino las actitudes, que suelen ser mantenidas en el tiempo y desvelan la intención y el propósito que hay detrás de las palabras y los hechos.

Si la actitud del enseñante es positiva y correcta suele ser porque su propósito e intención son bienintencionados. Entonces los alumnos nos vamos a dar cuenta enseguida (hasta los niños lo perciben, os lo aseguro), y le vamos a perdonar (a comprender, mejor dicho) los lapsus, errores o puntos débiles en sus exposiciones. Hemos escuchado muchas veces que el buen profesor siempre es alumno, que todos aprenderemos y creceremos unos con otros, ¿verdad?

Si el propósito de los enseñantes es transmitir correctamente un conocimiento y una práctica, lo normal es que nos ofreczcan todo su bagaje, su sabiduría, sus recursos, la experiencia de su propia formación continuada, su amor al yoga. Pero si la intención o el propósito iniciales se han ido evaporando, o si se han acomodado a la repetición y el mecanicismo, o se han ido tiñendo de prepotencia o altivez, se trasladará a las actitudes correspondientes, en las que se detectará desinterés, apatía, repetición de disco rallado, petulancia, desdén o condescendencia.

Los alumnos de yoga solemos ser personas adultas, muchas de edades maduras, y agradecemos un trato respetuoso, no «sobrado» ni proselitista, pues en la mayoría de los casos (salvo personas con problemas psicológicos especiales) venimos a probar, aprender y experimentar cómo el yoga puede mejorar nuestra vida en algún sentido que nosotros mismos iremos descubriendo.

Si además recibimos una actitud considerada, benevolente y empática, saldremos más felices de clase todavía. A cambio, pondremos nuestro compromiso, intención y atención, y también el agradecimiento de por vida a estos maestros entregados, de trato correcto y responsables que, muy probablemente, siempre tendrán sus salas bien concurridas.

¿Lo evaluamos?

En mi entrada anterior referí una encuesta de un organismo especializado en pedagogía del yoga de la India en la que hacían un montón de preguntas, dirigidas a estudiantes de cursos y clases, para que valoraran las enseñanzas que recibían. Os dejo el resto de las cuestiones sobre las que se pedía evaluación:

¿Te atreves a valorar estos puntos de las clases que recibes o has recibido? Puedes contestar: Nada, Poco, Bastante, Mucho o Muchísimo. Simplemente se trata de saber qué tipo de aportaciones recibes o podrías recibir en tus clases.

33. ¿Se presta atención individual por parte del instructor?
34. ¿Se ayuda o ajusta físicamente a los alumnos en las posturas (alinear, presionar o estirar en un ásana)?
35. ¿Se aporta un cuidado especial durante Savásana (masaje facial ligero, presión los hombros o tirar de los pies)?
36. ¿Se dedica algún tiempo al yoga en pareja?
37. ¿Se dedica algún tiempo a la introducción o a los saludos?
38. ¿El profesor facilita la interacción social durante la sesión?
39. ¿Se cantan y/o recitan mantras o el Om?
40. ¿Se citan lecturas espirituales, enseñanzas o ideas?
41. ¿Se alude a la energía (prana, chakras, meridianos de energía o nadis)?
42. ¿Se referencia una conexión con un poder superior o algo más grande que uno mismo (Espíritu, Dios, Universo)?
43. ¿Se habla de cómo se pueden usar las enseñanzas/prácticas de yoga en la vida fuera de clase?
44. ¿Incluye prácticas para calmar la mente?
45. ¿Incluye prácticas de atención plena (llevar la conciencia a los propios pensamientos, sentimientos o movimientos sin juzgarlos)?
46. ¿Meditación (Dhyana)?
47.¿Control de los sentidos (Pratyhara)?
48. ¿Concentración (Dharana: completa absorción o concentración)?
49. ¿Unión con lo Divino o «pura conciencia» (Samadhi)?
50. ¿Principios éticos (Yamas)? ¿Observancias personales (Niyamas)?

En mis siguientes notas os traeré algún otro documento interesante sobre cómo recibimos las enseñanzas del yoga.

Namasté, compañeras y compañeros de práctica.

Mercedes, La alumna veterana. Una lectora de YogaenRed practicante de yoga.