¿Es posible superar los profundos duelos muchas veces invisibles de las personas mayores? Se hace aquí relevante el valor de las tradiciones orientales patrimonio de la humanidad y, entre ellas, del yoga psicoterapéutico, cuya práctica y estilo de vida sano y equilibrado mente, cuerpo y emociones es de gran ayuda tanto para abrir como para cerrar ciclos. Escribe Elsa Beatriz Acevedo.
Con seguridad muchas personas pensarán que el yoga no tiene relación con mantener o dejar ir un estado emocional de muchos años. Las crisis de pareja entre las personas mayores no debe ni puede verse como un fracaso, sino como una experiencia de gran trascendencia cuando cada uno “rema cada uno para un lado diferente”.
Se trata de una dimensión y vivencia que debe ser debidamente abordada desde el campo de la psicología. Sin. embargo, el yoga aparece como un gran auxiliar y complemento cuando una pareja necesita reinventarse y volverse hacia la intimidad de su propio ser, a través de una desintoxicación emocional renovadora.
En este sentido, tanto la filosofía como la práctica de un estilo de yoga suave, calmado y amoroso representa un valioso ejercicio psicoterapéutico de gran profundidad e intensidad emocional, destinado a liberar, sanar, a través del silencio de entrega meditativa propia del mismo.
Se trata de invitar a la pareja a realizar una ceremonia hermosa de gran profundidad para aprender a amar la vida desde otro ángulo, a través de su propia corporalidad, liberando emociones entre ambos, a través de un lazo invisible energético, con el fin de encontrarle un nuevo sentido a la vida canalizando sensaciones y sentimientos.
Y en medio de este “silencio cerebral”, la mente entrará en un estado de calma que con seguridad nunca habían sentido, porque este proceso de soltar energías de todo tipo induce a un profundo estado de calma, paz y tranquilidad. Desde allí todo se ilumina con especial claridad haciendo posible lo aparentemente imposible.
Durante la práctica liberadora se logra una intensa reconexión con la vida y su verdadero sentido, así como con el amor verdadero, y es posible que se presente la oportunidad de recuperar el tiempo perdido, abrir el corazón, los sentimientos y anhelos personales, de pareja, familiares y hasta sociales, rediseñando un futuro de paz integral.
De otra parte, los procesos meditativos inherentes a la práctica del yoga inducen a estados que facilitan pensar, decidir con claridad, con calma y serenidad, porque la meditación yóguica significa revivir y construir un esquema de pensamientos sanos y edificantes, conduciendo hacia estados espirituales y emocionales a través de una bella sincronía entre cuerpo y mente.
Dado el caso en que una reunificación sea imposible, la misma práctica yóguica fortalece cualquier decisión que se tome en medio de una enorme gratitud, profundo amor y agradecimiento, por toda una experiencia de vida compartida de años y años, de hijos, nietos y un enorme aprendizaje de vida y de convivencia, experiencias y acompañamiento por el largo camino de la vida.
Pero no se crea que el yoga hace milagros, ni mucho menos que sea la solución mágica para todo. Es un patrimonio ancestral de enorme valor para la humanidad que nos ayuda a equilibrar, armonizar y a darle un sentido especial a la vida, a través de un empoderamiento y fortalecimiento constante.
Este movimiento profundo energizante de autoconocimiento nos lleva a perdonar y a perdonarnos con el fin de sanar mente y cuerpo de manera integral, enfatizando en nuestras emociones y sensaciones, aclarando sentimientos con amor, calma y seguridad.
En un mundo en desequilibrio, la práctica del yoga ayuda a conocer la riqueza interior de cada persona, con sus sueños, ilusiones, desilusiones, despejando estas batallas internas que imposibilitan la felicidad. Todos los seres buscamos un camino y este definitivamente es profundamente acertado y enriquecedor para todos y muy especialmente para las personas mayores.
Elsa Beatriz Acevedo Pineda. Investigadora sobre Yoga y vejez sana
Elsabeatriza@yahoo.com