La meditación del yoga clásico

2023-11-27

Cuando el cielo queda despejado, la luz parece brillar con más intensidad en los objetos y éstos se observan con mayor claridad. Es conocida la expresión: “Después de llover, el aire se limpia, y después de un día de lluvia, cuando sale el sol, todo se ve más bonito”. Escribe Javier Guerrero (Arjuna)

yoga clasico

 

En la filosofía del yoga clásico, purusha (पुरुष) es nuestra Verdadera Naturaleza, aquello que somos en esencia. Purusha es como una luz que lo ilumina todo («somos la luz del mundo»). Lo observado es la materia o prakriti (प्रकृति).

Purusha nunca se ha visto afectado por prakriti (es decir: el cuerpo, la mente, los sentidos, el ego y la inteligencia). El «no ser» es percibido, y esto no es teoría, lo puedes comprobar ahora mismo. Todos estos son agregados, envolturas con las que el ego se identifica. Incluso el ego es visto como el sentimiento «yo». Así pues, el percibidor o draṣṭu (द्रष्टु) es purusha; es como el sol, un sol consciente, y sin esta luz todos los nombres y formas con los que nos identificamos no podrían existir, necesitan de la conciencia pura.

Por lo tanto, tu mundo es tan real como lo quieras creer. Está hecho de tu memoria y la memoria construye un mundo imaginado. Si dejamos de apoyarnos en la imaginación (pensamientos), estos terminarán por caer y la realidad brillará. Es decir, cuando dejas de interesarte por prakriti (mundo, pensamientos, sentimientos, sensaciones) el purusha o la conciencia reposa en paz y felicidad consigo misma (sutra 1.3 samadhi pada). Entonces, conociendo el juego de la prakriti, éste ya no vuelve a caer más en su ilusión y se repliega en sí misma (prakritilaya).

Somos silencio y plenitud consciente

Cuando comenzamos con el camino de la observación del mundo mental, seguramente te ha podido suceder que cuando prakriti (es decir, pensamientos y fenómenos que se exponen a la luz de la percepción) es vista, ésta se «siente avergonzada» y, por unos segundos, se retira. En ese momento date cuenta de que la mente se para, se detiene, aunque sea por poco tiempo, y entras en el silencio. Al mirar con esta profundidad y atención la mente se esconde, se retira, porque no le gusta ser observada. Entonces su poder merma.

Y algo aún más sorprendente se descubre, y es que lo que llamamos ‘mente’ no son más que pensamientos. Cuando podemos permanecer absortos en estados de concentración profunda o de «no pensamiento», se crea una impresión sattvica o samskara (संस्कार) que va debilitando a las demás vrittis (percepciones, sensaciones y pensamientos) que están asociadas a la idea de un yo separado. De esta forma, vamos reconociendo que somos silencio y plenitud consciente, el purusha. Este silencio despejado de contenidos es la enseñanza que nos va guiando hasta la liberación del ego.

Por eso decía al principio que cuando el cielo queda despejado, se ve con más claridad. Esta es la meditación de Patanjali: ser observadores del campo visual y discriminar que lo observado es distinto del observador.

Arjuna (Javier Guerrero), profesor de Yoga Clásico del linaje de Swami Sivananda. Maestro de Reiki Usui Shiki Ryoho. Formador y director de la escuela de Yoga Jiva Daya para la formación de profesores de yoga desde el año 2012