No hay ningún secreto en la meditación. El secreto está en ejercitar la meditación para hacer posible sus resultados. Pero incluso al meditar no hay que ansiar los resultados, sino simplemente estar en la meditación. Los resultados son una consecuencia de nuestra dedicación y ejercitamiento y llegarán por añadidura. La meditación en sí misma es una práctica tan natural como recogerse en el sueño por la noche. Escribe Ramiro Calle.
Somos nosotros los que la hemos convertido, por falta de ejercitamiento, en algo no natural. Cuando comenzamos a practicarla y la asumimos en todo su valor, se toma tan natural como cualquier actividad cotidiana. Como me indicó Swami Muktananda, la meditación misma te enseña a meditar. Meditando se facilita el camino de la meditación, porque cuando insistimos en no dejarnos incumbir por los pensamientos, éstos, por falta de energía, se van silenciando. Los pensamientos no tienen luz propia. Si les restamos la luz de nuestra energía, terminan por debilitarse.
Se dice en la India que cuando no prestamos nuestra energía a los pensamientos, éstos finalmente se aburren y cesan. Es como el buey atado a un poste. Comienza a dar vueltas y vueltas a sí mismo, pero finalmente se cansa y se tumba en el suelo. Por tanto, cuando medites, cambia el enfoque de tu atención; no te dejes involucrar por los pensamientos. Son un ruido de fondo, a veces molesto, enojoso, pero no les combatas directamente, porque eso es fortalecerlos. Simplemente enfoca tu atención en otra parte, ignora los pensamientos, son como nubes que van y vienen en el cielo de la mente. No reacciones a ellos. La reacción los fortalece, les empuja, les impulsa. Róbales paulatinamente tu energía y serán como un ruido lejano en la mente, ajeno a ti y que finalmente cesa.
La meditación es ejercitamiento para disponer la mente a realidades más elevadas. Es el salto hacia lo incondicionado. Si el pensamiento es lo condicionado, el surco de consciencia repetitivo (como un disco enganchado), la marea de recuerdos y proyectos, es necesario ir más allá del pensamiento para hallar la realidad incondicionada y, por tanto, libre de nuestra estereotipada psicología. La meditación entrena tu mente para que brote el otro lado de la mente. Por eso no hay ningún secreto en la meditación. ¿Acaso no te entrenas para desarrollar tus músculos, para correr o nadar? La meditación es el adiestramiento de la mente para poder ir más allá de la mente ordinaria, condicionada, sometida a las acumulaciones que ofuscan el entendimiento y distorsionan la realidad. No te dejes confundir por el vocablo.
Meditación sobre la respiración
La meditación es una, pero hay muchas técnicas de meditación. Al ser ejercitamiento psicomental, hay muchos modos de ejercitarse, muchos métodos. Pero la meditación, insistimos, es una. Es como si quisieras fortalecer tus músculos; los métodos son muy numerosos (levantar pesas, hacer fondos, cargar rocas, nadar y tantos otros), pero el ejercitamiento es uno. Cada tradición de autorrealización ha creado sus técnicas, sus métodos, sus sistemas. En realidad, sólo son vehículos para llevar la mente de lo superficial a lo profundo, de la dispersión a la concentración, de la división a la unificación, de los espejismos a la realidad, de lo adquirido a lo esencial. Una meditación, pero muchas técnicas.
Pero quiero que comprendas algo y lo realices por ti mismo. La meditación sobre la respiración es una técnica valiosísima y es además una técnica de apoyo para efectuar otras técnicas. De ahí que todas las tradiciones la hayan seleccionado e incorporado a su enseñanza. Es una técnica propia del yoga, con cinco mil años de antigüedad, o seguramente más. Pero no sólo el yoga la ha utilizado, también el budismo, el zen, el sufismo y hasta el hesicasmo cristiano. Es una gran técnica, es un tesoro, es un aliado. Practica y lo realizarás por ti mismo. Habrás encontrado un fiel amigo. Y nunca te puede traicionar.
¿Por qué no parar durante media hora o una hora diaria? Ya tienes veintitrés o veintitrés horas y media al día (porque en sueños es lo mismo) para enredar con el pensamiento, proponerte logros, perseguirlos, frustrarte o saciarte, recordar, proyectar, hacer y deshacer. Hasta el mono más travieso o más loco (¡y cuánto he observado a los monos, que los hay a decenas de miles en la India!) se detiene, cesa en toda actividad y a su modo comienza a meditar. Es un mono, no es tan inteligente –pensamos los humanos– como un hombre, pero él se detiene a meditar. ¿Acaso no debiera ser lo más natural del mundo sentarse con uno mismo, cesar en toda frenética actividad, relajarse, volverse para adentro y reposar en la energía que anima todo en nosotros? Como me decía Yogui Harihar Baba en Nepal: «El secreto está en parar». Otro sannyasin muchos años después, en su kutir próximo al Ganges, en Rishikesh, me insistía: «Cortar, cortar, cortar durante un tiempo con lo exterior, con el pensamiento, y entrar más y más en uno mismo». Son palabras del sabio Swami Anandadevananda. Siempre que me encuentro con él me dice: «Medita más, no dejes de meditar».
Detenerse
No sólo detener el cuerpo; también los afanes, los quehaceres, las actividades psicofísicas, las intenciones. Sentarse con uno mismo y disponerse a permanecer atento y ecuánime, aquí y ahora, sincronizando el cuerpo y la mente. Cuando te sientas a meditar, éste es tu lugar, tu momento, te abres a ese conocimiento superior que han alcanzado y fomentado las mentes espiritualmente más desarrolladas: Buda, Cristo, Lao-Tsé, Mahavir, Tilopa… Te hermanas con ellos, les robas su energía, que es la energía cósmica, los constelas dentro de ti, te conectas con una longitud de onda que no es de este mundo y, sin embargo, es el sustratum y pantalla de este mundo.
La meditación sentada es recogerse en uno mismo, sí, pero también es una apertura. Te abre en todas las direcciones desde lo más abismal de ti mismo. La tierra sobre la que te sientas son tus raíces. La columna vertebral erguida homologa la espina dorsal del orbe. La cabeza, bien levantada, como queriendo acariciar con la cima el firmamento. Te conviertes en eje entre el cielo y la tierra, lo más telúrico y lo más etéreo. Colocas tus manos en las rodillas o las recoges en el regazo, y cruzas las piernas. Formas así una esfera, un círculo de energías que se retroalimentan, te tornas centrípeto. Pero no estés tenso; suéltate, relájate, afirmándote en tu columna bien erguida. Este es el primer requisito de la meditación: la disponibilidad del cuerpo. Con la práctica necesaria, la postura se torna estable, firme. Al permanecer bien erguido, las energías y la sangre fluyen libremente por la espina dorsal; al mantener bien recta la cabeza, evitas la somnolencia, el sopor, la distracción. El hecho mismo de mantener adecuadamente la postura, ya es meditación.
La meditación no es religión; es mística. Los dogmas son religiosos; la meditación es suprarreligiosa. La religión puede profesionalizarse, enriquecerse, fosilizarse; la mística es tan sutil que escapa a toda posibilidad de encasillamiento. Es la brisa de la que todos pueden disfrutar pero que nadie puede acaparar ni falsificar.
Dispones tu cuerpo y tu mente para la meditación sentada. Dejas que fluya libremente la respiración. Estás atento y ni siquiera persigues los resultados. No quieras negociar con la meditación, porque entonces estás en el juego y las redes del ego, y la meditación es dejar el ego de lado, hacerlo ayunar, debilitarlo. Sincronizar cuerpo y mente es parte importante de la meditación. La técnica es el medio, el instrumento para retomar una y otra vez el hilo de la consciencia. Todos estos son requisitos importantes, pero hay otros: la asiduidad, la motivación, la incorporación de la meditación a tu modo de vivir.
(Mi obra El Gran Libro de la Meditación ha alcanzado 13 ediciones. Mi gratitud para todos los que han confiado en ella).
Ramiro Calle es pionero de la enseñanza del yoga en España, disciplina que imparte desde hace más de 30 años en el centro de Yoga Y Orientalismo «Shadak». Es el más importante escritor orientalista de este país y uno de los más importantes de toda Europa. Autor de numerosas obras, ha estudiado en profundidad los efectos terapéuticos de las psicologias orientales y de los aportes de la meditación al psicoanálisis, la psicoterapia y la neurociencia. Ver su canal en Youtube.
Todos sus libros en la Biblioteca Ramiro Calle de Editorial Mandala:
https://www.mandalaediciones.com/autores/ramiro-calle.asp