A veces, en las parrillas horarias de algunos estudios de yoga (sobre todo en EE.UU.) veo clases tituladas «Yoga avanzado». Si alguna vez he osado asistir, más por curiosidad que por pensar que yo pudiera tener ese supuesto nivel, me he encontrado siempre con lo mismo: sesiones de asanas muy exigentes que requerían mucha fuerza y flexibilidad y, con frecuencia, realizadas a ritmo frenético. Escribe Noelia Insa.
Puede que incluso tú hayas abierto este artículo con la intención de saber si tu nivel de práctica (de asanas) se puede llamar ‘avanzado’, o bien con la esperanza de encontrar algún truco para mejorar tu pincha mayurasana o tu eka pada sirsasana.
Esto solo revela hasta qué punto en Occidente hemos adoptado y extendido el yoga pero desvirtuándolo, sin entender su esencia.
La meta del Yoga
Para saber si nuestra práctica de yoga puede llamarse avanzada, lo primero que deberíamos tener claro es cuál es la meta última del yoga (sadhya). Por lógica, cuanto más cerca estemos de esa meta, más avanzado será nuestra práctica.
El sabio Patánjali, presenta parte de esta meta al principio del texto de los Yoga Sutra, considerado el texto básico del Yoga clásico. El sutra I.2 de esta obra (sí, ese que habrás visto tatuado en lugares inverosímiles), dice brevemente: Yoga citta vritti nirodhah. El Yoga es el cese de los movimientos mentales.
Vamos a analizar las tres palabras contenidas en esta sucinta definición de Yoga:
- Citta se suele traducir como mente, pero es más que eso. En palabras del maestro Ramaswami, «citta es lo que actúa como si tuviera consciencia. (…) se podría comparar a citta con un robot muy complicado y extraordinario que está conectado y parece tener inteligencia mientras pasa electricidad por sus circuitos. (…) no tiene conciencia propia, pero parece ser así cuando prana, la energía de la vida, pasa por él. El yogui debe comprender la distinción entre citta y Cit. La palabra cit es sinónimo de purusha, la consciencia pura». Citta incluye tres aspectos diferentes de nuestra persona: buddhi, el intelecto, ahamkara, el ego, la imagen propia o sentimiento del yo, y manas, la mente.
- Vritti significa actividad o función. El citta actúa continuamente para lograr lo que cree que es deseable y para evitar lo indeseable. Son movimientos mentales las percepciones sensoriales, los pensamientos y las emociones. Patánjali nombra cinco movimientos mentales: el conocimiento correcto, el conocimiento incorrecto, la imaginación, la memoria y el sueño.
- Nirodha significa evitar las corrientes de actividad mental.
Supongo que estarás pensando que detener completamente la actividad mental no es tarea fácil. No lo es, de hecho. Entonces, ¿por qué deberíamos dedicar nuestra vida a conseguir un objetivo tan complicado?
Según la filosofía del Yoga clásico, todos los seres humanos estamos sometidos a un ciclo indefinido de continuas reencarnaciones (samsara), donde nuestra suerte viene marcada por nuestras propias acciones (karma). La teoría del karma viene a decir que toda acción tiene una consecuencia, que habrá de producirse en esta vida o en las próximas. Por lo tanto, nuestro verdadero Ser, nuestra consciencia pura (pursusha), está atrapada en este ciclo sin fin de nuevas encarnaciones. La única forma de liberar nuestro Ser es comprender en qué consiste ese Ser: comprender que no somos este cuerpo y esta mente en el que habitamos temporalmente sino la consciencia pura, que lo observa todo y no está sujeta al cambio.
El problema es que no basta con alcanzar una comprensión intelectual de este hecho. La comprensión ha de ser experiencial. Y este tipo de entendimiento sólo puede lograrse desde un particular estado de consciencia, llamado samadhi, y cuyo prerrequisito es la detención de los movimientos mentales.
Como dice el maestro Ramaswami, samadhi no es un fin en sí mismo sino un medio de comprensión completa. Es la forma yóguica de comprender.
Solo cuando el citta alcanza el samadhi es capaz de contemplar la verdadera naturaleza del Ser. En este momento, se destruye la ignorancia (avidya), y sus acciones dejan de generar karma. De este modo, la consciencia alcanza kaivalya, la liberación definitiva del ciclo de las reencarnaciones, la libertad.
Kaivalya es la verdadera y última meta del Yoga. Incluso nirodha y samadhi son solo metas parciales.
El camino del Yoga
Para el común de los mortales, el camino hasta esa meta del yoga es largo. Patánjali dedica el segundo capítulo de sus Yoga Sutra a especificar los pasos (krama) que hemos de dar hasta alcanzar samadhi.
El Sutra II.28 nos dice que por la práctica de las ocho ramas del yoga (ashtanga yoga) se reducen las impurezas y la luz del conocimiento nos guía hacia el discernimiento claro.
En el Sutra II.29, Patánjali enumera los ocho componentes o ramas del yoga:
–Yama: preceptos que deben regir nuestras relaciones con el exterior.
–Niyama: preceptos que deben regir nuestra relación con nosotros mismos.
–Asana: práctica de ejercicios físicos.
–Pranayama: práctica de ejercicios de respiración.
–Pratyahara: la contención de los sentidos.
–Dharana: la capacidad de mantener la mente enfocada.
–Dhyana: la capacidad de mantener la mente enfocada de forma ininterrumpida.
–Samadhi: la identificación o integración completa con el objeto de comprensión.
De estas ocho ramas, las cuatro primeras constituyen el bahiranga sadhana o práctica externa. Pratyahara constituye una rama intermedia o puente entre las prácticas externas y las internas. Dharana, dhyana y samadhi conforman el antaranga sadhana o práctica interna.
La observación de los yamas y niyamas puede apaciguar nuestras relaciones con los demás y con nosotros mismos, y reducir los movimientos mentales que tienen su origen en dichas relaciones. La práctica de asana y pranayama aportará salud física y claridad mental, y junto con pratyahara, reducirá la influencia de los sentidos sobre la mente y, por lo tanto, también las fluctuaciones mentales relacionadas con esta influencia.
Sin embargo, el maestro Ramaswami nos recuerda que otras experiencias psicológicas y la experiencia espiritual máxima requieren una práctica rigurosa adicional. A estos pasos sucesivos se les conoce con el nombre de samyama o antaranga sadhana.
El capítulo tercero de los Yoga Sutra se dedica a describir las técnicas del samyama, que consta de tres fases: dharana, dhyana y samadhi. Se trata de las tres etapas sucesivas de la realización.
Patánjali pediría al aspirante que trabajara en la transformación de la mente, creando cambios cualitativos y permanentes en citta, que aumenten y fortalezcan nuevos hábitos (samskaras) como la concentración, y excluyan los hábitos de la distracción (vyuthita).
Contemplando este camino descrito por Patánjali, puedes ver que las asanas, incluso las más difíciles de realizar, están muy lejos de ser Yoga avanzado si no llevan aparejado un arduo, disciplinado y continuo trabajo mental.
Noelia Insaes profesora y formadora de yoga Vinyasa Krama, el método de Yoga del maestro T. Krishnamacharya y creadora de insayoga.com.
Pronto comienza la II Formación de profesores y practicantes de Yoga Vinyasa Krama, que tendrá lugar en Valencia en 2024/25 e impartirán Stephen Brandon y Noelia Insa.https://docs.google.com/document/d/1jj_qfwlxjDec88CbBfwV8b0QQTAJUBp5bUN3ZcHV3vo/edit