Libertad, identidad, sexo y yoga

2023-06-29

El yoga es un sistema de pensamiento práctico, integrador e inspirador, no dogmático, ni ideológico, ni arbitrario, ni totalitario, ni nada que se le parezca; universal, complementario, lógico, poético, inclusivo y liberador… No nos dice lo que tenemos que hacer, no adoctrina, no tergiversa, no critica. Escribe José Manuel Vázquez.

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El yoga es un medio y un fin en sí mismo; un medio para explorar las múltiples dimensiones de la realidad y a la vez un estado de entendimiento no excluyente.

El mundo siempre ha sido complejo y ahora más. Vivimos tiempos convulsos, acelerados, cambiantes, a veces extraños. Lo conocido se diluye, la vida avanza y no parece que nuestra opinión cuente. Quizás el mundo va a la deriva y nosotros con él; quizás nuestra manera de pensar se ha quedado obsoleta pero no queremos reconocerlo; quizás siempre fue así pero hemos ido disimulando. En vez de echar la culpa al mundo y a quien se ponga por delante, quizás podríamos plantearnos actualizar algunas referencias y valores, cuestionar nuestras relaciones, nuestra manera de vivir y la idea que tenemos de nosotros y de los demás. Pero ustedes se preguntarán ¿para qué tanto esfuerzo?

Poder transformador vs miedo

Tengo la ligera sensación de que nos va hacer falta mucho yoga meditativo para asimilar la revolución del género, de la identidad y de la orientación sexual que ya está aquí. Géneros fluidos, binarios y no binarios; agéneros, intergéneros, transgéneros y cisgéneros. Se acabó tener que encajar en la perversa etiqueta de lo normal o lo anormal. Podemos ser heterosexuales, bisexuales, homosexuales, pansexuales y asexuales a tiempo parcial o completo; sexoafectivos e indefinidos, ascetas, hedonistas y todo lo contrario, según cómo nos pille, dónde y con quién.

El ser humano tiene la capacidad de trascender su sexo genético, cromosómico y genital para elaborar su propio género psicológico, social y trascendente. El yoga tántrico lleva siglos enseñándonos que el pensamiento polarizado es un obstáculo que nos impide acceder a puntos de vista de mayor calado y complejidad. El yoga es una forma de conocimiento práctico que parte de la toma de conciencia de nuestros propios límites. La ignorancia, como ya saben, tiene como resultado dolor y más dolor, tanto para nosotros como para los demás.

El hombre realizado debería sentirse libre para ejercer su condición de dios venido a menos y con ganas de recuperar su poder trasformador; pero el miedo es más fuerte. Tiramos de lo normativo como último recurso cuando ya es demasiado tarde y nos sentimos atrapados por nuestras propias mentiras. Nos importa lo que hace el otro porque también es parte de nosotros. Nadie nos obliga, pero nos refleja y a veces no nos gusta lo que vemos. A veces, fascinados y horrorizados por lo que es diferente, castigamos y marginamos, cuando deberíamos proteger y apoyar, entender y aprender.

No parece alarmar a nadie que vivamos en un mundo que socializa el sexo de forma genital y anónima, que promueve el sexo superficial y desconectado de su significado afectivo, comunicativo, formativo y espiritual. Apoyamos una sociedad que nos promete un sexo aséptico y seguro, o no, a cambio de la destrucción de nuestros valores. Vivimos hipersexualizados, hiperconectados e hiperexigidos. Nuestra autoestima se resiente y el cansancio crónico que arrastramos nos lleva, como quien no quiere la cosa, al consumo rápido y a la autogratificación inmediata; y todo esto nos parece de lo más normal, incluso tirando a bien.

¿Dónde queda el sexo meditativo, la escucha sensorial compartida, el intercambio afectivo, la confianza, la exploración de nuestras limitaciones y habilidades sexuales? ¿Cómo podemos respirar a dos, cómo podemos sujetar al otro en su viaje, cómo podemos transformarnos y crecer juntos, si antes nos han quitado el derecho a ser cómo somos? Lo que se me hace más raro es pensar que sin haber dos personas iguales, ni dos momentos iguales, se nos sigue inculcando una manera de entender la sexualidad estandarizada, cerrada, normalizada y válida para todos. ¿Quién sale ganando con ello?

Reconstruyamos la dignidad de ser humanos y diferentes

Si por unos instantes nos pusiéramos en la piel de aquellas personas que por ser tachadas de diferentes han sido y son estigmatizadas, sometidas, encarceladas, juzgadas, marginadas; insultadas, maltratadas, rechazadas, prostituidas; avergonzadas, enfermadas, castigadas, humilladas; violadas, aisladas, incomprendidas, heridas; destruidas, apaleadas, expulsadas, privadas de libertad y dignidad; si pensáramos unos segundos que esas personas podemos ser nosotros, pueden ser nuestros hijos, nuestros padres y abuelos, nuestros hermanos y amigos de la infancia, quizás nos sintiéramos en la obligación moral de defender los derechos civiles de una minoría que somos todos; quizás no nos sintiéramos tan orgullosos de creer ser normales y cómplices, sin quererlo, de tanto dolor.

No podemos borrar nuestros errores, pero si aprender de ellos. Honremos la memoria de los que ya no están. Escuchemos, cuidemos y aprendamos de los que todavía se mantienen de pie. Reconstruyamos entre todos la dignidad de ser humanos, diferentes y únicos, por favor.

Los que hacemos yoga sabemos que el solo acto de respirar ya es toda una declaración de intenciones. Reivindiquemos nuestra propia existencia y la del otro, respiremos cuanto queramos y como queramos (incluso con quien queramos), nadie nos lo impide… ¿o sí?

Jose Manuel Vazquez 3

José Manuel Vázquez preside la Asociación Shiva-Shakti de Yoga Integral. Profesor y formador de profesores certificado por la Yoga Alliance. Desde 2001 dirige su propia escuela de yoga, Yoga Orgánico, donde investiga una enseñanza integral y orgánica del yoga y desde el 2010 dirige una formación de profesores basada en estos principios. Es autor de Los valores terapéuticos del yoga y de Manual de yoga para occidentales (ambos en Alianza Editorial)

* Este artículo fue publicado hace cuatro años, pero hoy es más necesario y vigente que nunca.