La disciplina clásica del yoga se estructuró en ocho estadios o etapas: Yama, Niyama, Asanas, Pranayama, Pratyahara, Dharana, Dhyana y Samadhi. El maestro B. K. S. Iyengar, en su empeño constante por poner claridad en este complejo arte, les llamó “pétalos” para que entendiéramos que son parte de un conjunto y que no hay unas etapas superiores a otras, todas necesitan integrarse para que exista el yoga, como los pétalos se conectan para formar la flor. Escribe Olga Jiménez.
Además nuestro maestro desarrolló en profundidad el aspecto de asanas Las asanas tienen una estructura externa ejecutada por el cuerpo, lo que en ocasiones se ha mostrado como la “cámara externa”, pero además las asanas tienen una “cámara interna” en su ejecución: ¿cómo se encuentra nuestro estado mental? Si se pudiera hacer una foto a esa mente, sería una mente de yoga. Una mente “pura”, “serena”,“neutral”, “noble”.
Ese estado mental no se puede juzgar desde fuera, si bien es cierto que en ocasiones podemos ver una expresión del rostro rígida, cerrada, unos ojos con mirada tensa, lo cual nos puede dar algunas pistas de si la persona trabaja con el cerebro duro o relajado. Pero, aparte de esto, poco más podremos juzgar en esa práctica.
Yo siempre animo a mis alumnos a que observen los ojos de B. K. S. Iyengar en su libro Luz sobre el yoga; son unos ojos que nos transportan hacia otra dimensión. Él hablaba de meditación en asanas, de llevar el estado mental hasta ese punto de evolución. Llevar a asanas la práctica de los principios de yama y niyama: ¿es violenta mi postura?, ¿está teñida de codicia?, ¿es veraz?, ¿está en ella el contento, la limpieza, la disciplina, el autoestudio, la entrega a la divinidad?
Desde la piel hacia adentro
Su desarrollo, sus años ininterrumpidos de práctica devocional, llevaron a B. K. S. Iyengar a buscar desde fuera, desde la piel hacia el interior del ser. Pero además él hablaba de un camino de doble sentido: a medida que depuramos, que desbloqueamos, el ser también va desde dentro hacia la piel a conectar con nosotros. Este aspecto aporta, desde mi punto de vista, una belleza extraordinaria en la práctica de asanas: esfuérzate en cuerpo, mente, en la pureza de tus acciones, y tu ser interior vendrá también a buscarte. Por eso, cuando se ve a un practicante en una postura de dificultad extrema –nuestro propio maestro Iyengar tiene muchas fotografías en lo que se podría juzgar de forma superficial como “contorsionismo”–, tendríamos realmente que sopesar si esa persona no mantiene tal lucha evolutiva de esfuerzo externo y pasión por el arte que la lleva hasta su interior, y éste llega a brillar iluminando todo el cuerpo de dicho practicante con su “luz” en la ejecución del asana.
La práctica del yoga es algo absolutamente subjetivo y personal, es un camino de evolución donde nos convertimos en ejecutores y árbitros de nosotros mismos. Un arte difícil que requiere unas directrices para no salir de la vía correcta, pero que tendremos que recorrer desde la piel hacia dentro.
La escuela ‘Luz sobre el Yoga’ de Aravaca (Madrid) ofrecerá dos sesiones gratuitas durante el mes de junio, los días 22 y 29 de 20:00 a 21:15h, con idea de dar a conocer esta maravillosa y eficaz práctica.
Olga Jiménez es formadora de la escuela ‘Lus sobre el Yoga’ de Aravaca. Más información e inscripciones: T 660 60 65 15
Sigue además abierto el plazo para solicitar plaza en nuestro curso de Formación en Yoga Iyengar Terapáutico.