Si es metáfora o no, no alcanzo a aseverarlo. Hay yoguis que nos hablan de la perla azul y que convierten toda su vida en una búsqueda incansable de la misma. No está fuera, sino dentro de uno mismo, alojada en lo más profundo de uno y a la espera de ser recobrada. ¡La perla azul! Un mito y más que un mito. Escribe Ramiro Calle.
Una joya del conocimiento más elevado, aquel que solo uno puede ir despertando en lo más profundo de sí mismo. Uno es el que tiene que despertar a ella, porque ella siempre está despierta y constela los más vastos universos y la más elevada Sabiduría. Nadie puede darte la perla azul, pero sí enseñanzas y métodos para hallarla en el aposento del corazón, donde brilla con fulgor cegador y capaz de silenciar la mente y llevarla a su fuente, en la que solo hay un eco de infinitud que nos absorbe en lo que está más allá de lo aparente y nos reconecta con el Todo.
A la perla azul se asoman los rostros de todas las criaturas sintientes, cuya energía vibra en cada una de nuestras células como la Conciencia Absoluta que nunca hemos dejado de ser.
El mito siempre apunta más allá del mito, de igual modo que los maestros siempre se han servido de parábolas, analogías y símiles para tratar de apuntar a lo que por su naturaleza es inexpresable. Muchos dedos apuntan a la luna, pero la luna no son los dedos. Unos hablan de la perla azul y otros de la perla dorada. Cuando la mente traspasa el universo de las ideas y los pensamientos y se absorbe en su propia raíz o fuente, la experiencia de inefabilidad y cosmicidad es tal que no puede ser puesta en palabras.
Aunque muy a menudo se pase por alto, la meta suprema del yoga es el samadhi o la conquista de un estado muy especial de consciencia que sobrepasa la consciencia ordinaria y condicionada y desencadena una definitiva transformación interior. Pero como me dijo el catedrático de tantra Pío Filippani Ronconi, en un estado casi de arrobamiento: «No me haga hablar de eso, por favor, porque es una cosa que no es una cosa y las palabras se declaran impotentes». O se siente o no se siente. Y a menudo los que dicen haberlo experimentado, mienten, y los que lo han experimentado, guardan un noble y prudente silencio. Durante el samadhi, y recurriendo a un símil, la ola se reconoce, incluso con espanto, como el océano que nunca dejó de ser, más allá de lo infinito, allende lo infinitesimal.
Ramiro Calle es pionero de la enseñanza del yoga en España, disciplina que imparte desde hace más de 30 años en el centro de Yoga Y Orientalismo «Shadak». Es el más importante escritor orientalista de este país y uno de los más importantes de toda Europa. Autor de numerosas obras, ha estudiado en profundidad los efectos terapéuticos de las psicologias orientales y de los aportes de la meditación al psicoanálisis, la psicoterapia y la neurociencia. https://www.youtube.com/results?search_query=ramiro+calle
Todos sus libros en la Biblioteca Ramiro Calle de Editorial Mandala:
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