Como escribió el poeta, todo pasa «como las nubes, como las naves». ¡Tempus fugit! El río parece el mismo pero siempre es diferente. Me remonto a Buda: todo surge, todo se desvanece. Será aquello que él aseveró: «El pasado es un sueño, el futuro es un espejismo, el presente es una nube que pasa». Escribe Ramiro Calle.
Cierto día de 1970, mis padres, mis hermanos Miguel Ángel y Pedro Luis, Almudena y yo visitamos el piso en la calle Ayala que se convertiría en ‘Shadak’. Mi hermano Miguel Ángel se encargó de decorarlo. Era el centro más bello de Europa en ese tiempo, y entre esos muros revestidos de tankas, mandalas, laminas espirituales y fotografías, iban a impartirse clases de yoga y meditación, conferencias, seminarios y cursos a lo largo de 52 años.
Y después de una actividad frenética a lo largo de más de cinco décadas, asistido por una leal secretaria y magníficas profesoras, toca parar y nos convertimos en un centro de raja-yoga y meditación, recomendando a las personas para el hatha-yoga dos centros de Madrid que siguen fielmente nuestro método y son de toda nuestra confianza: ‘Centro de yoga Argüelles’ y ‘Centro de yoga Bodhigaya’.
Luisa y yo continuamos aportando nuestra energía a ‘Shadak’, que ya ha acumulado tanta a su paso por innumerables yoguis, lamas, bhikkhus y eruditos, y que unos han denominado «el templo del silencio», otros «la catedral del yoga» y otros «un recoleto santuario urbanita». Han pasado seiscientos mil practicantes por Shadak. Infinitas gracias a todos. Me gusta seguir abrazando y mirando a los ojos a los que venís a meditar con nosotros. Es así como nos comunicamos de ser a ser.
En Netflix podéis visionar el documental Sadhaka, la senda del yoga y en YouTube, gratuitamente, Viaje a los adentros, El Ramiro más íntimo y El Faquir.