Como seres espirituales en permanente proceso de evolución, tenemos la oportunidad, en este plano, de encarnarnos en un cuerpo físico, vehículo a través del cual podremos manifestarnos e interactuar en una realidad tangible que será la base de nuestro autodescubrimiento, crecimiento espiritual y el fundamento para alcanzar la expansión de la conciencia. Escribe Pedro López Pereda.
Nuestro vehículo en la Tierra está formado por cinco Koshas o envolturas que configuran lo que también llamamos los cuerpos del ser físico.
La primera de estas envolturas, la más densa de todas, se denomina Annamaya y se corresponde con nuestro cuerpo tangible o físico. Esta protección nos va a permitir relacionarnos e interactuar fácilmente con todo nuestro entorno.
La segunda envoltura se llama Pranamaya y está compuesta de una supra-energía que da forma al aura, a los nadis y a los chakras primarios. Estos últimos, determinantes en nuestra evolución, poseen una vibración que se corresponde con la de su color. Su extensión varía en función del nivel alcanzado en nuestro trabajo interior y su contenido está formado por los frutos que hemos logrado en esta vida.
Para desarrollar las funciones de Annamaya necesitamos la tercera de estas envolturas, Manomaya, que se corresponde con la mente humana. Manomaya gestiona la seguridad del cuerpo material, los pensamientos, las emociones, los procesos biológicos, los instintos, las creencias, los hábitos, el ego, el apego…
El cuarto kosha es Vijnanamaya, denominado como “la envoltura del poder del discernimiento” o “la envoltura donde está la conciencia” y que se centraliza en el chakra Sahasrara, cuya altísima vibración adquiere una frecuencia diferente en cada ser humano. El ser, al encarnarse, se acopla según lo planificado a una de estas frecuencias concreta y lo hace con uno de los elementos más prodigiosos de la naturaleza: el cordón de plata o cordón de luz.
Cordón de plata
Este cordón de plata es adimensional, pero cuando lo percibimos vemos una especie de tubo flexible de sección circular, transparente y luminoso, del grosor de un dedo y sin límites en su longitud. En su interior hay seis fibras luminosas etéreas, cada una de las cuales tiene uno de los siguientes colores: rojo, naranja, amarillo, verde, azul y violeta (algunos videntes lo han percibido como un haz de infinitos colores, que se genera por la unión de las tonalidades básicas).
El cordón de plata es el único elemento que existe en la naturaleza con una doble esencia: espiritual y material, de ahí su condición de sobrenatural. Aunque se conocía desde antiguo en los reinos del Himalaya y en los textos bíblicos (en Eclesiastés 12:6, se dice: Acuérdate de tu Creador ahora que eres joven, antes de que se rompa el cordón de plata de la vida…). El misterio de su funcionamiento y su esencia han sido un misterio que no se ha desvelado hasta nuestros días.
Las fibras de colores del interior del cordón emanan de las gunas, las cualidades de la naturaleza que forman la materia, y cada una de ellas tiene capacidad para conectarse con el chakra de su misma tonalidad, trasladando al ser la información contenida en ese chakra. Los colores de estas fibras se mezclan continuamente en el perímetro del tubo que las cobija, formando un tono blanco brillante de esencia espiritual que se asemeja a la tonalidad de la plata. Gracias a este vínculo entre lo material y lo espiritual, el ser puede conectarse a un cuerpo físico.
El cordón de plata se puede ramificar en un máximo de siete brazos. El brazo principal es el que une al chakra Sahasrara con el ser hasta el momento de la muerte del organismo físico. Los chakras primarios necesitan alcanzar un grado alto de desarrollo para que un brazo del cordón se enlace a ellos por su parte anterior o posterior. Estas ramificaciones se desprenden cuando fallece la parte física. En una ocasión pude comprobar, ante una persona que acababa de fallecer, cómo el brazo que llegaba al chakra del corazón se desprendía en forma de una espiral ascendente, alejándose suavemente del cuerpo.
Felicidad suprema
Aunque la función básica del cordón de plata es unir al ser con el cuerpo físico, cuando este último duerme o está anestesiado es bastante normal que el ser abandone al cuerpo físico por un tiempo determinado, manteniendo el contacto a través del cordón de luz. En una de mis intervenciones quirúrgicas, pude ser testigo de todo el proceso, en compañía de uno de mis guías.
Otra de las funciones del cordón de plata es complementar a los nadis, los canales del cuerpo sutil a través de los cuales fluye el prana, concretamente a Sushumna, Ida y Pingala, para transmitir al ser la información grabada en los chakras. Vijnanamaya es comparable al puesto del conductor de cualquier vehículo. En los humanos, casi todos los controles son gestionados por Manomaya, la mente, de forma totalmente automática, aunque hay seres de luz experimentados que pueden controlar bastante bien estos mandos.
Por último, la quinta envoltura se llama Anandamaya, que definimos como “envoltura hecha de felicidad suprema”. Este kosha configura el paso entre el plano físico y el plano superior. Su nombre se corresponde plenamente con la extraordinaria sensación que experimentamos al atravesarlo una vez que se desprende el cordón de plata.
Pedro Mª López Pereda. Creador del centro Namaskar de yoga y autorrealización en la línea de Antonio Blay. Presidente de la Fundación Yoga y de la Asociación Yoga Meditativo. Miembro de la Asociación Nacional de Profesores de Yoga. Maestro de Reiki.
Ha publicado: Diseñando un Ser Consciente (2001), Manual de instrucciones del Ser Humano (2006), El nacimiento del Yoga (2008), El origen de los ásanas (2009), Viyoga, la técnica que forjó a los seres libres (2010), Viaje hacia el Ser (2013), Cómo poner la mente en blanco (2014), Los planos del crecimiento espiritual (2015), ¿Y yo? ¿Estoy muerto? (2016), El mandala oculto (2017), El cuenco vacío (2018) y Las leyendas del Yoga. El origen mitológico de la meditación, el pranayama y las posturas de yoga (2021).