Cómo descolonizar tu práctica de yoga

2022-09-26

Susanna Barkataki es profesora y una de las principales impulsoras del yoga inclusivo, autora del libro de gran éxito, Embrace Yoga’s Roots (Abrazando las raíces del Yoga). Compartimos uno de sus más leídos artículos de su web en internet.

Susanna Barkataki

Susanna Barkataki

«Veo un mundo donde el yoga nos une a todos y no excluye a nadie… Pero eso no siempre lo percibí así», dice en su presentación. De origen indio y británico, Susanna Barkataki emigró a Estados Unidos donde experimentó muestras de rechazo a su raza y cultura. «Las mismas cosas que me ofendían se convirtieron más tarde en las herramientas para mi liberación. El yoga me ayudó a descolonizarme y a amarme».

Y sigue diciendo en su presentación de susannabarkataki.com: «La forma en que hacemos yoga en Occidente a menudo continúa creando competencia y separación con nosotros mismos y con los demás. En cambio, el yoga original existe como una forma de conectarnos todos, disolviendo la separación interna y externa. Sé que el yoga está aquí para que, con ayuda de la experiencia personal y de un maestro activista,  cultivemos el poder y trascendamos nuestras limitaciones, personal y socialmente.

Sé que mi pasión es ayudar a otros a cerrar la brecha entre el yoga como ejercicio y el yoga como estilo de vida… Porque el verdadero yoga es mucho más que las posturas. ¡Es una práctica milenaria que nos sirve a todos!

Hoy trabajo para mostrar el yoga en acción, difundir el mensaje de diversidad e inclusión, y ayudar a las personas a conectarse a través del yoga para vivir una vida feliz y satisfactoria para ellos y para los demás. ¡Y me encantaría que te unieras a mí en esta misión!

Podemos aprender la auténtica cultura del yoga como un recipiente para dar forma al cambio ahora. ¡Juntos sé que podemos vivir una vida más plena, social, física y espiritualmente!».

Su artículo: Cómo descolonizar tu práctica de yoga

Como mujer india que vive en los EE. UU., a menudo me he sentido incómoda en muchos espacios de yoga.

A veces, como cuando tomo una clase de yoga de 25 dólares con un conocido maestro que pretende “mostrarnos su cultura cantando el Om para comenzar la clase” y en su estudio cuelga del revés el símbolo Om, siento que mi cultura está siendo despojada de su significado y vuelve a mí en formas humillantes en el mejor de los casos y deshumanizadas en el peor.

Me fui a la India para conectarme realmente con las raíces que estaba buscando en la esterilla de los centros de yoga. Mientras caminaba por las calles de los legendarios mercados de Shimla, me enteré de que a los indios se les había prohibido pisar las avenidas principales.

Fue ahí donde comencé a comprender el verdadero significado de la colonización. El yoga y el ayurveda fueron legalmente y de facto prohibidos en la India bajo el dominio y la colonización británicos.

Las prácticas a las que ahora recurren millones de occidentales en busca de terapias alternativas de salud y bienestar fueron erradicadas intencionalmente de partes de la India hasta el punto de que se rompieron linajes y se perdieron tradiciones milenarias.

Ser colonizado es convertirte en un extraño en tu propia tierra. Como desi (persona de origen indio), este es el sentimiento que tengo hoy día en la mayoría de los espacios de yoga occidentalizados  Por supuesto, persisten poderosas prácticas que reducen el sufrimiento, a pesar de todos los intentos por acabar con ellas. Pero hay hechos fundamentales que nos permiten comprender el poder y el privilegio que seguimos poseyendo o del que carecemos, y nos ayudan a ver los posicionamientos que adoptamos cuando practicamos, enseñamos y compartimos yoga hoy.

Hoy, cuando gran parte de lo que el mundo occidental se presenta como verdadero yoga son posturas físicas bellamente logradas (realizadas, fotografiadas y exhibidas en revistas, diarios y redes sociales de yoga), ejecutadas en su mayoría por mujeres y hombres jóvenes, blancos, ataviados con ropa estilosa, el yoga está pasando por una segunda colonización. Esta colonización es la tergiversación de la intención del yoga, de sus múltiples ramas y de sus objetivos.

El yoga no es ahora ni ha sido nunca una práctica dirigida al dominio de lo físico por sí mismo. Tampoco es una práctica de “reducción del estrés” para que podamos funcionar como mejores productores y consumidores en una sociedad capitalista.

El yoga originalmente estaba destinado a preparar el cuerpo como base para la unión con el espíritu. Asana tiene como objetivo fortalecer el cuerpo. Junto con dhyana, pretenden armonizar el cuerpo con la respiración para alcanzar estados cada vez más profundos de conciencia meditativa o samadhi. El propósito de este tipo de conciencia meditativa es experimentar, practicar y vivir la unidad de mente, cuerpo y espíritu con lo divino. Este tipo de liberación se llama samadhi o liberación. Es irónico que una práctica destinada a liberarnos se haya vuelto tan restringida.

El estado actual del yoga en los Estados Unidos y en otras partes del mundo occidental refleja el desequilibrio de poder que se mantiene entre aquellos que tienen acceso a riqueza, audiencia y privilegios en contraste con quienes han sido marginados históricamente.

Si alguien de la cultura dominante completa una formación de profesorado de yoga que se basa principalmente en asanas y permanece felizmente inconsciente de la complejidad del verdadero objetivo del yoga o de los orígenes de esas prácticas, se está apropiando culturalmente del yoga. Al permanecer inconsciente de la historia, las raíces, la complejidad y los desafíos de la herencia de la que surge el yoga y los desafíos que ha afrontado en la cultura occidental, perpetúa una recolonización del mismo al despojarlo de su esencia.

Ahora bien, esto no quiere decir que no sea posible una liberación verdadera, sincera y profunda. O que solo los indios pueden practicar o enseñar yoga y los blancos no. Puede haber auténtico intercambio cultural, armonía y entendimiento. Puesto que el verdadero objetivo de la práctica del yoga es la liberación, uniendo mente, cuerpo y espíritu, las formas no deberían limitarnos. La liberación no es un juego.

Yoga significa liberación de todo condicionamiento, incluidos la raza, el género, el tiempo, el espacio, la ubicación, la identidad e incluso la historia misma. Sin embargo, en el contexto cultural actual, donde hay una industria de miles de millones de dólares que se beneficia de sacar el yoga de contexto, etiquetarlo y reempaquetarlo para obtener ganancias monetarias, debemos abordar esto. Si no, estamos perpetuando una segunda colonización al erradicar la verdadera práctica –como se logró en muchos lugares bajo la ocupación británica de la India– y nos desviaremos más en el camino de maya o ilusión.

Estas son algunas formas de descolonizar tu práctica de yoga:

1. Indagar.

Una forma poderosa de descolonizar el yoga y reintegrarlo con su verdadero objetivo y propósito es practicar el svadhyaya de Gandhi, autocontrol e indagación, para emprender de verdad y con honestidad e integridad una práctica de yoga auténtico.

2. Explorar, aprender y citar referentes culturales correctos.

Como practicantes de yoga, me encantaría vernos citando referencias culturales mientras intentamos comprender y conectarnos con la complejidad, la cultura y la historia de la que proviene esta tradición. No estoy sugiriendo que la gente adopte un falso hinduismo diluido y alejado del contexto. Para mí esa no es la respuesta; el compromiso con la práctica profunda, el cuestionamiento y el aprendizaje es, quizás, parte de ella.

3. Hacernos a nosotros mismos y a otros profesores de yoga las preguntas difíciles.

Estas tensiones requieren que reflexionemos entre todos. Sugiero que para descolonizar el yoga investiguemos profundamente. Cada uno de nosotros tenemos nuestra historia y dones únicos para compartir, al igual que todos los practicantes a los que enseñamos o de quienes aprendemos. Preguntémonos: «¿Para quién es accesible el yoga hoy y cómo podría representar un legado de injusticias pasadas que tenemos la oportunidad de rectificar a través de nuestra práctica docente y nuestras vidas?».

4. Vive, conoce, comparte y practica las ocho ramas del yoga, no solo asana.

También podemos descolonizar el yoga estudiando la profundidad de la práctica más allá de las posturas. Además de asana, debemos comprender, practicar y enseñar las ocho ramas del yoga: yama o conducta ética; niyama o práctica personal; pranayama o trabajar con la respiración; pratyahara  conciencia de los sentidos; dharana, meditación, concentración e introspección; dhyana, estar presente con lo que surja; y samadhi,  conexión con todo lo que es.

5. Sé humilde y honra tu propio viaje y el de otras personas.

Cuando consideramos con humildad y respeto la historia, el contexto, las muchas ramas y prácticas del yoga, nos damos la oportunidad de trabajar para lograr el objetivo el despertar de la mente, el cuerpo y el espíritu.

Al involucrarnos realmente en la dimensión completa y multifacética del yoga, no solo nos liberamos a nosotros mismos, sino que también podemos evitar esa segunda colonización del yoga, liberando a los practicantes del futuro para que puedan experimentar la práctica plena, auténtica y verdadera del yoga. Permitimos que nuestra propia práctica crezca y que nuestros dones realmente brillen.

Con comprensión mutua, respeto y una profunda reverencia y cuidado por la historia, podemos descolonizarnos a nosotros mismos, al tinglado industrial del yoga y organizar nuestra propia ahimsa o revolución no violenta de la mente, el cuerpo y el espíritu.

Susanna Barkataki. Más información: https://www.susannabarkataki.com/