La postura representa la forma más visible de ti; es como tu sello de identidad. Ya estés en quietud o en movimiento, tu estructura corporal, tus movimientos, tus gestos y las posiciones que adoptas trasmiten parte de tu personalidad. Escribe Isabel Ward.
«No lloro porque estoy triste, estoy triste porque lloro”
William James
William James, filósofo y fundador de la psicología funcional, lo decía así: «No lloro porque estoy triste, estoy triste porque lloro»
Aunque no lo notes, tu postura afecta a tu estado de ánimo y a tus sentimientos, por lo que también afectará al modo en el que te relacionas con los demás y con los acontecimientos que te rodean. En consecuencia, al hablar de postura, nos referimos tanto a la física como a la mental, pues ambas están interrelacionadas. Y esto no lo digo yo, sino la RAE.
Qué es la postura
La RAE define la postura como «Manera en la que está colocado el cuerpo o una parte del cuerpo de una persona o un animal» (postura física) y «Actitud que alguien adopta respecto de algún asunto» (postura mental). En otras palabras, se trata de la forma con la que ocupas el espacio y el modo en el que te sientes o relacionas con él. Por eso, cuando te sientes triste, estás cabizbajo, taciturno y te cierras. En cambio, cuando tu estado anímico es alegre, te haces grande, te expandes y abres espacio en tu interior; física y mentalmente.
En el idioma del yoga —es decir, en sánscrito—, la postura física se llama asana. A diferencia de la del diccionario, esta define a la que se realiza conscientemente durante una sesión de yoga con el fin de provocar cambios en el cuerpo y en la mente. Deriva de la raíz as, que quiere decir ‘asiento’, aunque muchos textos la definen como ‘establecerse en el estado original’. Es decir, en la esencia de tu persona, en quién eres en realidad.
Patanjali, autor de uno de los tekstos más importantes de esta tradición: los Yoga Sutra, define asana como la combinación de «Sthiram Sukham Asanam». Sthiram significa ‘estabilidad o firmeza’, y sukham, ‘comodidad o felicidad’. Dicho de una manera menos conceptual, la postura debe alcanzar un equilibrio entre firmeza y comodidad —que le permita liberar las tensiones físicas y mentales acumuladas— y, así, alcanzar un estado de felicidad.
Debes de tener en cuenta que el cuerpo, al igual que un espejo, refleja todo tu mundo interno. Si lo observas, llegarás a conocerte, y descubrirás tus fortalezas y tus debilidades, tus límites y tus posibilidades. Porque el cuerpo es un manuscrito que habla sobre tu pasado, tu presente y tu posible futuro. Y, como dice la Upanishad Trishikhibrahmana: «Los tres mundos son conquistados por aquel que domina la postura».
Asana y el poder de la postura correcta
¿Alguna vez has conocido a una persona tan magnética que ha acaparado toda tu atención? Eso se debe a la disposición mental que trasmite su postura. Lo puedes comprobar en muchos deportistas, cantantes o comunicadores, que adoptan determinadas poses para enviar un mensaje de poder, fuerza y seguridad.
Por otro lado, hace más de dos mil años, los yoguis observaron cómo las posiciones del cuerpo cambian lo que ocurre en el sistema endocrino, en el sistema nervioso autónomo y en el cerebro sin que te des cuenta. Este es el origen de los asanas: posturas físicas que generan estabilidad, firmeza y bienestar físico y mental. No te sorprendas, por tanto, de que cuando sales de una clase de yoga, te sientas transformado y liberado.
¿Qué quiero decir con esto? Muy sencillo: que una buena postura mejora la salud de órganos y huesos. Además, te mantiene fuerte y flexible, sin contar con que te permite respirar mejor. Como resultado, la comunicación entre tus sensaciones, emociones y pensamientos mejora y se vuelve más productiva.
Así que métete en la cabeza que la forma en la que te sientas, caminas o gesticulas cambia tu química cerebral. En definitiva, determina si lideras los reinos de tu cuerpo y de tu mente o si ellos te gobiernan a ti. Porque tu postura hace que te sientas inseguro o lleno de confianza, cansado o pleno de vitalidad, ya que afecta a tu salud, pero también a tus emociones, pensamientos y recuerdos, insisto.
Ahora bien, es cierto que una buena postura trasmite belleza, armonía y equilibrio. Pero, si no sale de forma natural, por más que te pongas derecho, no ganarás seguridad. Y esto tampoco lo digo yo, sino Patanjali: «Asana requiere de dos cualidades: práctica constante y desapego».
Cómo construir una postura correcta
Las actividades diarias afectan a tu posición física y mental. Compruébalo ahora mismo mirándote en un espejo. ¿Cómo vas por la vida: encogido o estirado?
Tanto los yoguis como los fisioterapeutas consideran que la postura correcta es la primera empezando por la derecha. Esta alineación, fisiológicamente hablando, reduce el estrés y las sobrecargas ejercidas durante el día.
El eje central de tu postura es la columna vertebral. Esta debe de estar derecha. Al estirarla, sientes que recuperas tu propio tamaño, pero… ¡ojo! Sin descuidar otras partes del cuerpo, puesto que el modo en el colocas tus pies, tu pelvis, tus hombros, tus brazos, tu cabeza y tu barbilla también condiciona el eje de tu columna vertebral.
En yoga, el asana inicial, aquel del que parte el resto de las posiciones, y que nos permite comprender en detalle nuestra estructura anatómica, se llama tadásana: ‘la montaña’. Como su propio nombre indica, al ejecutarla correctamente adquirimos la postura física y mental de una montaña: firmeza, grandiosidad, fuerza, enraizamiento…, pues libera al cuerpo del estrés y de las sobrecargas ejercidas durante el día. Así que, cuando tengas oportunidad, gugléala y practícala en casa. Ya verás como te sentirás más centrado en ti mismo.
Para construir cualquier asana o postura correcta, debes fortalecer los músculos alargados y estirar los acortados. De este modo, encuentras el equilibrio entre la tensión (agonista) y la relajación (antagonista) o, como mencioné al principio, entre sthiram y shukam.
Con todo, es probable que no te sientas muy cómodo al hacerlo. Especialmente, cuando te ajuste la postura un profesor de yoga. Por eso, necesitas una práctica constante; algo que conseguirás si te apuntas a una buena escuela de yoga.
Una sesión de hatha yoga consiste en una combinación de posturas y contraposturas que compensan la contracción y la laxitud muscular. Por ejemplo, cuando sostienes un objeto pesado, el bíceps se tensa mientras el tríceps permanece relajado. Si solo repites ese movimiento, y no realizas el contrario, provocas un desequilibrio en tu cuerpo.
Esto, en cuanto a la parte física. Porque, como decía Patanjali, además de la dedicación, necesitas desap-ego, ya que apegarse a los logros o a los fracasos afecta a tu postura. Por consiguiente, cuando te centras en tus logros, y careces de visión profunda, abres demasiado el pecho, tensas la nuca, elevas la barbilla y curvas la zona lumbar, mientras que si te centras en los fracasos luces una prominente joroba.
De ahí que en las clases de yoga escuches con frecuencia mantras como «Menos es más» o «Esforzarse, pero no forzar», que potencian la idea de que en el equilibrio se encuentra el verdadero poder de la postura correcta.
Así lo afirma el Hatha Yoga Pradipika cuando dice: «Una buena postura brinda estabilidad, liberación de la enfermedad y ligereza corporal».
Una postura, aparte de alinear tu cuerpo y tu mente, como ya te he explicado, también te aportará estos maravillosos beneficios:
- Protegerás tus articulaciones.
- Equilibrarás la acción del sistema nervioso y mejorarás tu respiración. Así, recuperarás el control de tus estados anímicos, dado que promueve la relajación. Es decir, disminuirás el estrés y la ansiedad.
- Mantendrás la columna vertebral y los huesos sanos.
- Equilibrarás el funcionamiento de los diferentes sistemas que componen el cuerpo humano.
- Estimularás el sistema circulatorio y linfático de tal modo que limpiarás el cuerpo de toxinas y restaurarás tu energía.
- Mejorarás tu flexibilidad, fuerza, equilibrio y resistencia físicas.
- Por último, desarrollarás la atención, la concentración y la sabiduría.
Isabel Ward. Profesora de yoga y fundadora de Yoga Anandamaya.