Uno de los objetivos prioritarios del Yoga es la salud porque está en la base de la vida. Milenios de experiencia de esta ciencia integral nos aseguran una vida sana y longeva. El Yoga enseña prácticas asequibles que podemos incorporar en nuestras rutinas habituales y potencia la salud preventiva. Escribe Julián Peragón (Arjuna).
No hay mejor salud que la que surge de una inmunidad natural y de un vigor fisiológico para adaptarse a los cambios que traen las circunstancias que nos afectan.
La práctica moderada del Yoga puede ayudar a mejorar todas las funciones fisiológicas de nuestro cuerpo pero especialmente la respiratoria y circulatoria, que precisamente necesitan potenciar las personas que tienen insuficiencia cardiaca y que se fatigan con facilidad o pierden el aliento en muchas actividades cotidianas.
También necesitamos para vivir coordinación, equilibrio, flexibilidad, fuerza, resistencia, potencia, velocidad, entre otras cualidades físicas. Cualidades que son necesarias cultivar para poder sostener nuestras actividades físicas habituales, ya sea subir las escaleras con las bolsas de la comida, acelerar el paso para alcanzar el autobús, hacer bricolaje o abrocharse cómodamente los zapatos.
El sedentarismo va minando nuestras capacidades innatas, por eso es casi obligatorio ponerse en marcha. Sin embargo, ir del extremo de no hacer nada al de deportes de riesgo o actividades muy exigentes puede llevarnos directamente a las lesiones. El Yoga que proponemos es una práctica basada en la escucha. Nuestro cuerpo ya nos avisa de cuándo estamos en el límite de lo que podemos sostener. Es ahí donde debemos pararnos, respirar y relajar para distender las articulaciones y la musculatura. Lo importante no es la imagen externa a la que queremos llegar, sino la recuperación de un estado natural interior donde fluya la energía. No tiene ningún sentido competir en la práctica del Yoga.
Gran parte de las posturas o âsanas que realizamos tienen el objetivo de liberar el diafragma, principal músculo de la respiración, de tensiones y bloqueos. Así las lateralizaciones, rotaciones y flexiones de la columna que hacemos secuencialmente tonifican y flexibilizan la musculatura de los intercostales, pectorales, dorsales, escalenos, entre otros. Cuando la musculatura está flexible, la respiración surge de forma natural sin esfuerzo. Al sensibilizar nuestro cuerpo descubrimos que la sabiduría de nuestra fisiología tiene mecanismos involuntarios para restablecer la profundidad de la respiración cuando por tensión, ansiedad o inmovilidad la hemos perdido. Respetar y, a menudo, favorecer el suspiro, el bostezo o las ganas de estirarse facilita que nuestra respiración, y con ella la función cardiaca vuelvan a la normalidad.
Durante el día apenas somos conscientes de nuestra respiración. Respirar por la boca o superficialmente, con esfuerzo y entrecortadamente es bastante corriente entre la población. El Yoga con los ejercicios de respiración nos ayuda a ser consciente de esta respiración disfuncional y a encontrar una respiración profunda, silenciosa, rítmica y sin esfuerzo.
Otro aspecto que influye en la respiración son las prendas que utilizamos como corbatas, cinturones o sujetadores demasiado ajustados que pueden comprometer la movilidad respiratoria. Y también, una postura corporal que ha perdido la verticalidad flexible, donde los apoyos de los pies son inestables, la basculación de la pelvis está inclinada o rotada y la cintura escapular contraída, dificultarán nuevamente la expansión torácica.
Yoga para conectar con la respiración
Las personas que tienen desviación de columna, especialmente en la cifosis o escoliosis, sufren de un enrollamiento de las costillas que puede favorecer una insuficiencia respiratoria y presionar toda la zona cardiaca. Tener una higiene postural en la vida cotidiana y evitar malos hábitos al trabajar puede ayudarnos.
La práctica del Yoga, siempre adaptada a las necesidades de cada persona, permite una actividad corporal moderada, respetando nuestra capacidad y regulando los ejercicios con elementos externos como sillas, cintas, bloques, cojines, mantas o la misma pared. De esta manera podemos insistir en aquellas zonas más afectadas con total seguridad.
Insistimos en que la coordinación entre movimiento y respiración, la búsqueda del equilibrio en diferentes gravedades, la tonificación de la musculatura aprovechando el propio cuerpo, la flexibilidad de los segmentos corporales y el cultivo de la resistencia al mantener algunas posturas nos preparan para acometer las actividades cotidianas con mayor seguridad y fluidez.
El Yoga también aconseja para mejorar la función cardiaca el ejercicio aeróbico. Quien mueve las piernas expande la respiración y fortalece el corazón. Cualquier actividad física hecha sin competitividad, sin exigirse demasiado puede ser adecuada. Senderismo, bicicleta, natación, entre otros son fuentes de pasión y de vida. Para las personas sedentarias que quieren eliminar el riesgo que conlleva para la insuficiencia cardiaca, el mejor ejercicio es caminar porque es moderado y fácilmente regulable, especialmente para las personas de una cierta edad pero recomendable a cualquier edad.
El Yoga nos recuerda que la vida es movimiento, y el movimiento respiración. Nuestro cuerpo está diseñado evolutivamente para desplazarnos, recorrer el territorio y sortear los accidentes geográficos. La vida moderna tiene un sinfín de ventajas pero es necesario volver a conectar con el cuerpo y con la naturaleza.
Julián Peragón (Arjuna)
Antropólogo, escritor y formador en Yoga y meditación
Director de la escuela Yoga Síntesis