Somos practicantes de yoga; somos expertos, así nos sentimos, en buscar y encontrar la calma mental y nuestro interior. Hemos dedicado parte de nuestros mejores esfuerzos personales a los procesos que nos acercan a las energías sutiles, a la paz, el equilibrio, la verdadera discriminación y el amor. Y haciendo esto, no se sabe por qué, nos hemos olvidado del otro. Del otro u otra. Escribe Asun Arrillaga.
¿Cómo ha sido eso? Si pensamos en el yoga como unión de energías (yoga = unión), sean éstas las que sean –yin y yan según el taoísmo; ida y pingala según el yoga; razón y emoción o el yo y el otro según la vida cotidiana–, no éramos conscientes de que este olvido (el olvido del otro) iba a pasar. De hecho, nos sentíamos llenos de la mejor intención hacia ese otro, pensando que lo que hacíamos también era para él o ella.
Lo cierto es que nuestra energía no daba para tanto. Nuestros esfuerzos para equilibrarnos, alinearnos y aprender las prácticas ancestrales del yoga nos han orientado hacia una introspección positiva para nosotros mismos que quizás no ha tenido suficientemente en nuestra mente y motivación al otro. El encuentro profundo con él o ella y la comprensión del lugar que ocupa en nuestras vidas es un proceso personal. Podemos compartir –y de hecho compartimos con los demás, sean familiares, colegas o alumnos– la sensibilidad y experiencias que en este sentido vamos atesorando, pero la energía, la motivación y el saber hacer es algo que cada uno y cada una aprende. Así como cada uno avanza en equilibrar las energías en la meditación, así también es cada uno el que va manejándose con su propia experiencia por los procelosos y a la vez necesarios y maravillosos procesos del encuentro con ese otro.
Al final es una elección personal hacia qué dedicamos nuestros esfuerzos y atención. Efectivamente, no siempre es fácil saber cómo relacionarnos con ese otro que puede ser la pareja con sus cosas, el vecino con sus ruidos, el jefe con sus prisas, el político con su desconocimiento, el contaminador, el abusador… Esa es, quizá, la tarea que ahora deberíamos empezar a acometer. Saber qué hacer, saber cómo hacerlo. Si algo de sabiduría nos ha dado el yoga, utilicémosla no sólo para nuestro propio bienestar, sino también para el bienestar de los demás.
Te animo a venir a la presentación de las clases «Prácticas de Karma Yoga» donde hablaremos de todo esto
Lugar: Centro Bindu, Calle Pérez Ayuso 11, Madrid (metros Prosperidad o Cruz del Rayo)
Día y hora: 10 de diciembre a las 20 horas
Reserva plaza: Asun Arrillaga, whatsapp 629 41 32 15, o asunarrillaga@hotmail.com
Si no puedes venir y quieres más información sobre estas clases, pon un correo electrónico a asunarrillaga@hotmail.com