La ecuanimidad es uno de los factores más esenciales de transformación, autodesarrollo y liberación mental. Se va desarrollando mediante la práctica de la meditación, el discernimiento correcto y la visión clara. La ecuanimidad es equilibrio, ánimo estable y firme, armonía. Escribe Ramiro Calle.
Es la ecuanimidad cualidad de cualidades, y nace de la lucidez y la sabiduría. Evita las reacciones desmesuradas y las actitudes o procederes extremos. Es una actitud que nos permite ver las cosas como son, sin tantos juicios y prejuicios, huyendo de los extremos, que son trampas y emboscadas que surgen de la ofuscación mental y las descontroladas tendencias de apego y odio.
Al tener una comprensión en profundidad de que todo es mudable y transitorio, sometido a la ley de la impermanencia, la persona se vuelve más ecuánime. Ese sentido de transitoriedad se adquiere a través de la meditación y el entendimiento correcto. Y si algo necesita este mundo convulso es la ecuanimidad, o sea el equilibrio en mente, palabras y actos. Otros factores de desarrollo mental y liberación son la atención, la energía o esfuerzo correcto, el sosiego y la lucidez.
El mismo término «ecuanimidad» insume los de equilibrio y ánimo, y la ecuanimidad es ánimo constante, estable y equilibrado, tanto ante la ganancia como la pérdida, el triunfo o la derrota, el encuentro y el desencuentro, el amor y el desamor, el halago y el insulto. La persona ecuánime tiene una compresión profunda de la ley de la dualidad y trata de permanecer serena ante los pares de opuestos o contrarios, sabiendo que todo está sometido a la ley del movimiento y la mudabilidad y que, por ejemplo, a la noche sigue el día y al día la noche y a una estación sigue otra estación, y nada es a la larga permanente.
La ecuanimidad no es ni mucho menos indiferencia o insensibilidad. La persona ecuánime, por inteligencia básica prefiere lo grato, pero también permanece calma ante lo ingrato, porque sabe que a toda luz sigue su sombre y a toda sombra sigue su luz. Para quien no sabe ver, la ola va y viene pero la playa permanece; pero para quien sabe ver, la playa tampoco permanece. Como decían los antiguos sabios chinos, «vienen los vientos del Este, vienen los vientos del Oeste». Y ante la transitoriedad, solo cabe mantenerse sosegado y paciente, y por lo menos así no añadir sufrimiento al sufrimiento.
Ramiro Calle es pionero de la enseñanza del yoga en España, disciplina que imparte desde hace más de 30 años en el centro de Yoga Y Orientalismo «Shadak». Es el más importante escritor orientalista de este país y uno de los más importantes de toda Europa. Autor de numerosas obras, ha estudiado en profundidad los efectos terapéuticos de las psicologias orientales y de los aportes de la meditación al psicoanálisis, la psicoterapia y la neurociencia.https://www.youtube.com/results?search_query=ramiro+calle
Todos sus libros en la Biblioteca Ramiro Calle de Editorial Mandala:
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