Muy acertado Ruiz Calderón en su artículo si hubiera completado la frase y hubiera profundizado en tapas. La práctica de Ustrasana puede hacer morir… nuestros bloqueos, nuestras limitaciones físicas y mentales, nuestros miedos, nuestros condicionante más profundos. Escribe Olga Jiménez.
Es lo que tiene el yoga teórico. Y por eso esta es una contestación al artículo de Javier Ruiz Calderón en «Aclara tus dudas»: ¿Por qué puede ser peligrosa una hiperextensión de cuello en los ásanas?
La disciplina del yoga tiene un aspecto práctico en los ásanas o posturas, que solo pueden experimentarse. Un filósofo estudiará los aspectos teóricos, la ciencia que lo sustenta, la teoría que hay detrás. Pero sin la experiencia constante e ininterrumpida, jamás se debería escribir sobre la práctica.
Viene en este contexto muy apropiado el dicho “zapatero a tus zapatos”. Decir que la práctica de unos movimientos de yoga nos pueden llevar a la muerte es sembrar desconfianza y miedo de forma irracional. Estaríamos desechando el trabajo de hatha yoguis de miles de años y la experiencia personal de grandes maestros como B. K. S. Iyengar, quien dedicó su vida a que este arte llegara a millones de personas en el mundo entero.
Pero evidentemente, y como bien matiza el autor al final de su artículo, practicar de forma incorrecta o con profesores inexpertos sí puede exponernos a lesiones indeseables. Las posturas requieren para su correcto aprendizaje un profesor que conozca las secuencias de práctica y los tiempos de ejecución según el nivel del alumno. En concreto, un profesor experimentado jamás enseñará Ustrasana u otro tipo de extensiones hacia atrás más complejas a un alumno novato.
El cuerpo, con los años de práctica, va adquiriendo aberturas y cualidades que le permiten abordar las posturas avanzadas de forma segura y armoniosa. ¿Se nos ocurriría decirle a una bailarina profesional que no se abra de piernas porque es un movimiento perjudicial? Su proceso de aprendizaje le permitió llegar allí y realizarlo de forma elegante y segura; prueba con una persona inexperta esa postura y fuérzale a ejecutarla: podrás tener un problema muy grave.
La práctica constante y correctamente guiada va liberando el cuerpo y la mente de los cierres y bloqueos con los que todos comenzamos en este arte. No hay atajos, y las posturas jamás se pueden ver de forma aislada sino como etapas de evolución física y mental. De ahí que otro error que se comete de forma muy común en yoga es separar el aspecto físico del aspecto mental. En un trabajo correcto cuerpo y mente avanzan juntos, evolucionan juntos; armonía del cuerpo y estabilidad de la mente son resultados paralelos.
Pero el camino del miedo y la confusión puede colocar a este bello arte en una posición muy triste, como ya escribí en otro artículo, con profesores formadores que explican que estirar él cuerpo es malo o que eliminan las posturas invertidas al no saber cómo preparar a sus alumnos para abordarlas sin riesgos. Así acabaremos haciendo tres movimientos reducidos y Uttanasana con la silla, practicando solo yoga para enfermos.
La disciplina del yoga se sitúa al nivel de nuestra sociedad: perezosa, comodona y en busca de la vía fácil y sin esfuerzo. Pero tapas entendido como esfuerzo ardiente no se separará jamás de este bello arte, aunque quede reducido a un grupo muy pequeño de buscadores.
Olga Jiménez es directora de la Escuela de Yoga Iyengar de Aravaca «Escuela Luz sobre el Yoga»
www.yogaiyengararavac.wixsite.com/valdemarin
Actualmente Olga Jiménez y Julio Gallego ofrecen clases exclusivamente particulares.