India y España, destino y dharma, Árati y Álvaro… en su libro más personal Enterría y Náyak nos hablan de el encuentro de dos culturas, de las dos fuerzas que rigen la vida de cada persona, y del amor de una pareja que todo esto quizá pueda simbolizar. Escribe Joaquín G. Weil.
Una confesión previa: cuando escribo la reseña de un libro, las más de las veces no me lo leo, para no dejarme influir por él (sic). ¿Qué hago? Escribo mis ideas sobre el asunto que aborda el libro y sólo después paso a leer el texto para examinar esos mismos asuntos sobre los que he previamente reflexionado. Al final confronto las respectivas conclusiones, la del autor del texto y la mía. Sin embargo con El destino y el dharma he hecho justo al contrario, lo he tenido que leer primero para elucidar mis propias ideas respecto a estos asuntos centrales en mi propia vida, incluyendo el contraste entre España y la India.
Era una tarde plomiza de lluvias torrenciales en el que todos los rickshaw walas se negaban a llevarnos hasta Godowlia. Finalmente contratamos al más loco de todos ellos para que nos transportara por el doble del importe habitual.
El frágil vehículo a pedales avanzaba por lo que, en vez de una calle, era casi un río de aguas turbias y grisáceas. Finalmente nos apeamos en el “muelle” de Indica Books. Medio mojados o medio secos, el anticuario de Barcelona y amigo Jorge Pardo y yo estábamos alabando la certera selección de libros disponibles cuando una voz en español nos saludó desde el otro lado.
Queremos pensarnos entidades o personas, cuando en realidad no somos más que líneas trazadas en el tiempo, que confluyen o divergen según momentos y circunstancias.
Las coincidencias tan matemáticamente improbables que se dan en nuestras vidas nos conducen a pensar que es cierto lo que nos cuentan las upanishads: vivimos en el reino de maya, la ilusión (y la creación). Somos nosotros los que, continuamente jugando, alumbramos esos entreverados de líneas en el tiempo: Con Ramiro Calle corriendo por los pasillos de Madrid Barajas. (Yo había tomado el autobús Valladolid-Aeropuerto, me había quedado dormido por el camino y, agotado, sólo pude despertarme cuando estacionaron el vehículo en la cochera. A Ramiro no sé lo que le había pasado).
Con Chantal Maillard tomando café en la Universidad de Málaga. Recuerdo una conversación con ella por teléfono poco antes de irme por vez primera a India: «¿Vas a estudiar el jñana yoga?», me preguntó. A Álvaro Enterría conociéndolo en su librería de Godowlia, Benarés, en una tarde de lluvias monzónicas.
Líneas que se cruzan incansablemente
Álvaro y Árati representan esa nucleación de coincidencias. Ahí está como pieza clave en el reencuentro, o en la reparación del desencuentro, entre nada menos que España y la India. Téngase en cuenta que la historia del mundo moderno y contemporáneo sólo se explica por esa gran obsesión española por llegar a la India, que nunca pudo llevarse a cabo entonces. Hasta países del entorno como Portugal, Francia o incluso Italia alcanzaron a cumplir mejor esos objetivos. Y España, la gran España, tuvo que conformarse con soñar su India propia en América.
Mi abuelo Eugenio viajó con sus padres y hermanos a India cuando tenía 15 años. Fue en 1900 exactamente. Chantal Maillard viajó a la India con Jesús Aguado. Óscar Pujol estudiaba allí el sánscrito. Conocí al Dr. Vagish Shastri ¿por casualidad? Todos ellos estudiaron (estudiamos) con él. Hablábamos unos de otros…
Las líneas se entrecruzan y disuelven. Un sadhu moreno y barbudo, al escucharnos hablar en español, nos dijo por la calle, junto a la escalinata que descendía hacia el río sagrado: “Soy el swami de Ramiro Calle”, y Jorge le dijo: “Déjanos, tenemos prisa”. No sé dónde íbamos. ¿A una puja o ceremonial junto al Ganges? Hubiera sido bueno conocerlo, parecía cordial y afable. Tenía el pelo muy negro (si bien algo entrecano) y los ojos claros, creo recordar.
Soy nieto y bisnieto de editores y libreros, hay en mí una tendencia que con propiedad puede llamarse “atávica” hacia los libros, los editores y libreros. A Ramiro Calle creo que, de algún modo, le ocurre algo parecido. Ahora bien, ¿por qué leemos? En otras palabras, en esas líneas, en esas letras negras sobre un blanco que ya comienza a amarillear por los años, esperamos comprender las claves que nos permitan descifrar lo que tenemos justo delante de las narices y que, en teoría, podríamos entender sin necesidad de libros.
A mí no me extraña nada la tierna sintonía espiritual entre Álvaro y Árati, más allá de sus diferentes orígenes, pues en numerosas ocasiones me he sentido más hermanado con una sonrisa de dientes blancos y resplandecientes sobre un rostro de lugareño, a orillas del Ganges, que en la mirada agostada de mis propios conciudadanos cuando coincidimos en el Mercadona de la barriada del Palo, Málaga, en un día de terral.
Si bien considero tal vez me esté desviando del asunto central. Y este asunto nucleico es que aquellos libros que primorosamente iba editando Enterría en Indica Books, por ejemplo, si he de citar alguno, Death Must Die sobre Anandamayee Ma, basado en los diarios de la sefardita Blanca Atmananda, eran las miguitas de pan que tratábamos de encontrar para dar explicación al dédalo de los enigmas.
Cumplir el destino
En pocas palabras, he necesitado leer El destino y el dharma de Náyak y Enterría, para alcanzar a comprender ese entrelazado de circunstancias que está dando lugar al reencuentro de España con la India, y a mi propio conocer la India y su vasta cultura, que por supuesto palidece si cotejado con el profundo conocimiento de esos pioneros que este bello, interesante y apasionante libro menciona, como Chantal, Ramiro, Óscar, el propio Álvaro, por supuesto, y muchos otros que se citan en estas páginas.
El LSD, los porretes y el bhang, los magic busses que trazaban un hoy impensable periplo terrestre desde Amsterdam hasta Delhi, el encuentro con una cultura desconocida, el aprendizaje del hindi y el sánscrito, etc. Un repaso a los gurus más o menos tramposos, que diría Allan Watts, y a los verdaderos, el dibujo borroso del hado, el amor fati, que diría Nietzsche, en otras palabras: el destino y el dharma.
Si hay una bendición notable en esta vida es conocer a tiempo cuál es el propio destino y cumplirlo. Y esto es algo que Árati y Álvaro encarnan y explican en este libro, cuya lectura recomiendo vivamente para instrucción y esparcimiento.
Para mí no se trata sólo de meras reflexiones certeras o de anécdotas apasionantes. Al pasar la última página (con la tristeza típica que se experimenta al concluir un buen libro), me he dicho: Ahora comprendo todo un poco mejor.
Joaquín G Weil. Web: Yoga en Málaga / YouTube: YogaSala Malaga / Instagram: YogaSala Málga @yogamalaga / Facebook: Yoga Sala Malaga @yogasala.malaga / Twitter: @YogaMalaga / Telegram: @YogaSalaMalaga