A un jugador le pueden repartir pésimas cartas y aun así ganar a quien le tocó una fabulosa mano. Está claro que quien posee las mejores cartas tiene mayor probabilidad de ganar la partida, pero al final el vencedor está determinado por las elecciones que cada jugador hace durante el juego. ¿Qué cartas juegas en el yoga? Escribe Luis Caminero.
En el yoga ocurre igual; aparentemente una persona puede barajar las mejores cartas para la práctica, pero todo depende de cómo se maneje. Cuántas personas creen que por tener un cuerpo delgado y esbelto como una espada pueden triunfar enfocándose en la moderna idea de posturas estéticamente fotográficas. Quizás mejor sea no disuadir a nadie de lo que hace y permitir que pueda irse deslizando suavemente hacia la punta de su alma.
Mentes pensantes, que no sintientes, que juegan las cartas del yoga sólo desde lo físico buscando constantemente más y más dificultad. Estos serían como bastos rígidos: su planteamiento es poco flexible con las sensaciones personales e íntimas, áspero en sensibilidad y consciencia. Quizás tengan que recibir algún que otro garrotazo para despertar de lo superficial y descubrir el vasto conocimiento de lo íntimamente profundo.
Otros son bebedores de brebajes hipnotizantes envidando a copas para convencer de que su néctar es el más puro. Quizás la pureza de un extracto no tenga que tomarse en ninguna copa rimbombante, sino simplemente obtenerse de las pequeñas cosas que nunca están en la copa de un pino, sino al alcance de la mano más cercana. Tal vez deban brindarse a practicar yoga sin tener que ir a la esterilla para descubrir la mejor esencia. Quizás el espíritu quiera irse de copas para beber sólo aquello que reporte un bien y un buen momento, sin condicionamientos ni resentimientos.
También hay jugadores iluminados cegando a los demás con oros en sus manos. Pero cuidado, que no es oro todo lo que reluce. Lo realmente brilla siempre está en un interior que nunca deslumbra a nadie.
Que cada palo aguante su vela a favor del viento
Pensar que tenemos peores cartas nos hace sentirnos mal, inferiores. Si hoy solo vemos la baraja que se muestra en las redes sociales, parece que sólo puedan jugar algunas personas con ciertas cualidades.
Sensibilidad, intimidad y consciencia no dependen de tener buenas cartas, sino de manejarlas con buena mano. Los profesores de yoga podríamos tener la buena mano de repartir la esencia de una enseñanza que no se limite a etiquetar a un buen jugador por tener determinados palos, sino que cada palo aguante su vela a favor del viento favoreciendo y fluyendo.
A veces practicamos yoga para descartar esas imperfecciones físicas y mentales que tenemos. Yo hoy practico para amar cada día con más cariño y ternura esas cosillas que creía que no eran tan bellas de mí. Son mis cartas y las juego sin centrarme en un palo, pues necesito descartar ideas como «más delgado es ideal”; “saber mucho de muchas cosas es mejor”; “tener una alimentación estrictamente vegetariana es lo más”; “tomar una copa de cualquier licor pecaminoso me ensucia y no habrá kriya que lo limpie”; “cuanto más difícil sea la asana, más sana”; «saltando en los saludos al sol y la luna gano más energía»; ·un yogui no puedo tener malas sensaciones», etc…
Yo apuesto por que nos barajemos y entremezclemos unos a otros sabiendo que, si pudiéramos hacer un truco para ganar, nadie elegiría una carta que no tuviera que ver con el corazón. Quizás esa sea la mejor jugada, poner corazón donde haya tanta sin-razón.
Luis Caminero. Terapeuta. Profesor de yoga, mindfulness y Reiki. Autor del libro-método Relajacionándonos y fundador de nosoloyoga.com
Ahora desarrolla sus actividades de manera virtual, con una particular manera de dar clases de yoga, asesoramiento personal, formación, etc.