Los jueves, a la hora de la última clase de la semana, se me va un poco la pinza. Me he entregado tanto a lo largo de la semana y estoy tan cansado de hacer saludos al sol a tutiplén que me permito dejarme llevar sobre un folio en blanco. Como tengo la fortuna de contar con grupos que me siguen el rollo alegremente, improviso y creo en directo dinámicas que rara vez se vuelven a repetir. Escribe Omkar Carabia.
En esta ocasión, surgió el debate acerca de la vida en automático en la que nos vemos enredados. El sinvivir de lo cotidiano, sin gracia ni consciencia alguna.
Se me ocurrieron, en ese momento, una imagen y un juego de introspección que nos podían aportar luz acerca de ese ir y venir constante al que llamamos vida aun siendo conscientes de que no tiene mucha Vida:
“La vida es una entrada a Sendaviva (*) o a Disneyland, si eres más cosmopolita. Y te la pasas del carro del algodón de azúcar al tiovivo. Sin explorar las demás atracciones. Cuando se te acaba la “partida” y regresas al otro lado del velo, te das cuenta de que no has aprovechado la oportunidad y pides volver para atreverte a hacer lo que ha quedado pendiente, lo que no fuiste capaz de hacer en su momento”.
Comencé a mover la energía con un trabajo al que llamo “Y el suspiro le nombra”, y que nos dejó en disposición de entrar hacia dentro.
Dividí a la clase en grupos de tres, separados unos de otros, y planteé que nos acaba de caer un meteorito encima y habíamos fallecido todos. Hacemos una respiración consciente representando el tránsito al otro lado del velo…
• Respiramos conscientemente de 0 a 21 y vuelta de 21 a 0.
• Al acabar la respiración, atravesamos un increíble círculo de luz que nos atrae poderosamente y, al otro lado, nos encontramos con las personas que forman parte de nuestro grupo.
• Nos saludamos sorprendidos ante tal reencuentro y, de una en una, las personas del grupo van haciendo una evaluación, un repaso, de lo que ha sido su vida hasta ese momento. Qué has conseguido, qué has superado, a qué te has atrevido… con cuántos puntos te presentas en el “cielo” al que estás a punto de entrar…
• Después de que hayan hablado todas las personas, hacemos una segunda vuelta expresando qué nos ha quedado pendiente. Cuántos sueños sin cumplir, cuántos conflictos sin resolver… qué razones podríamos tener para pedir un reingreso en la tierra.
• Finalizada esta segunda vuelta, nos colocamos en un gran círculo todos los grupos y, de uno en uno, con el boleto de vuelta a la vida para finalizar todos los asuntos pendientes, diseñamos un acción concreta, bien definida, para el día siguiente. No hacen falta grandes cosas. Puede ser mandar un mensaje, llamar a alguien, decir algo que quedó sin decir, iniciar los estudios que quedaron en el tintero, montarte en todas las atracciones que ofrece la Vida…
• Cerramos con un mantra o un baile, y a casa con ilusión renovada.
A Vivir, no a sobrevivir.
En este vídeo puedes ver la dinámica:
(*) Sendaviva es un parque de atracciones de Navarra
Omkar Carabia. Director de Amari Yoga.
Próxima cita: En el Corazón de la primavera, 19/21 de marzo