Hay cientos de estudios científicos que confirman los beneficios del yoga. Lo complicado está en determinar cómo el yoga mejora nuestra salud. Del resultado de mi investigación considero que hay cinco conceptos de la ciencia y la medicina que son clave para entender qué nos hace felices y sanos. Estos conceptos se alinean con las ideas que definen al yoga. Escribe Daniel García París.
Comencé a hacer yoga por casualidad. Me aconsejaron ir a una clase. Te vas a sentir bien, decían. Y así fue. Me sentí súper cuando salí del estudio. No traté de entender porque me sentía así, simplemente continué yendo a las clases. Pensaba que ese sentimiento era de bienestar. Pero ¿era eso cierto? Y en tal caso, ¿por qué? A través de mis estudios en escuelas de yoga en Canadá y en India encontré explicaciones. Pero no fue hasta que decidí investigar los aspectos científicos que respaldan esta idea, cuando conseguí respuestas concretas. De ahí el motivo por el cual escribí mi libro Yoga si no eres yogui.
El yoga está fundamentado en espiritualidad y esoterismo. Lo soporta la filosofía Samkhya, con Purusha y Pakriti, y los demás elementos que explican el cosmos. Mi problema es que yo no creía en la espiritualidad, menos aún en religiones. Yo estudié ingeniería y mi religión era el método científico. Hoy día sigo en favor de la ciencia, aunque asumiendo ciertas consideraciones. Pero de eso hablaré luego.
Para mí lo importante era entender si ese “me siento bien” era verdaderamente el efecto de salud y bienestar que el yoga causaba en mí, o si era por el contrario una ilusión, como el “me siento bien” al comer un pedazo de pastel. Ciertamente hay decenas, si no cientos de estudios científicos confirmando los beneficios del yoga. Lo complicado está en determinar cómo el yoga mejora nuestra salud. Del resultado de mi investigación considero que hay cinco conceptos de la ciencia y la medicina que son clave para entender lo que nos hace felices y sanos. Estos conceptos se alinean con las ideas que definen al yoga.
1. Metabolismo y Prana
Gran parte de la práctica de yoga gira en torno a cómo generar y manipular el prana. Se cree que el prana circula a través de los nadis y que se concentra en los chakras, y en Ida, Pingala y Shushumna. Sin embargo, no hay pruebas científicas concretas que lo confirmen.
Si queremos referirnos a la fuerza vital de todos los seres vivos, el concepto que más se aproxima es el del metabolismo, proceso mediante el cual el cuerpo convierte nutrientes (específicamente glucosa, ácidos grasos y aminoácidos) en energía. Este proceso se produce dentro de cada célula del cuerpo, en la mitocondria. Pero esto implica que la energía no circula por el cuerpo, sino que se crea en todas las células que lo conforman. Entonces, ¿qué exactamente circula por el cuerpo? Esto lo responderé más adelante.
Un buen metabolismo nos permite crear o reparar tejido nuevo rápidamente, nos permite mantenernos activos por más tiempo y nos ayuda a digerir los alimentos más eficientemente. Cuando somos jóvenes usualmente tenemos muy buen metabolismo. Irradiamos vida. A medida que envejecemos perdemos esa energía, o más bien la capacidad de generarla. Por ello, somos más propensos a perder masa muscular y ósea, acumulando más tejido graso. Nos volvemos lentos y pesados y nuestra capacidad de sanación disminuye.
Parte de una práctica ideal de yoga incluye el estímulo del metabolismo, en lo que comúnmente se conoce como crear calor. Esto se genera cuando hacemos ejercicios de control de la respiración o pranayama, saludos al sol o vinyasas, y cuando activamos los bandhas. Cuando estimulamos el proceso metabólico de forma adecuada, sostenemos un buen metabolismo y mantenemos la vitalidad.
2. Cardio y Vinyasa
Volvamos a la pregunta: ¿qué es lo que circula por el cuerpo si no es el prana? Otras formas de energía que fluyen a través de nuestro cuerpo son principalmente la eléctrica, a través del sistema nervioso, y la calórica y la cinética a través del flujo sanguíneo. Pero si queremos hablar del flujo sanguíneo tenemos que hablar del sistema cardiaco.
Normalmente asociamos la palabra cardio con correr, nadar o distintos ejercicios aeróbicos. Por eso consideramos que alguien tiene un buen rendimiento cardiovascular si puede trotar durante una hora, por ejemplo. En realidad, el desempeño cardiaco refleja nuestra capacidad de oxigenar las células del cuerpo en función de los latidos del corazón. Ese oxígeno es utilizado por las mitocondrias para generar energía. Así que un buen desempeño cardiovascular equivale a un buen metabolismo.
En yoga son populares los saludos al sol y los vinyasa. Movemos el cuerpo rápidamente a través de varias posturas, para luego hacer una pausa en una pose de descanso como Perro Boca Abajo o la Montaña. Estas secuencias son ideales para estimular el sistema cardiovascular. Tal y como lo prueba un estudio realizado por Izumi Tabata en 1996, al constatar que una rutina de esfuerzos intensos durante intervalos de tiempo cortos acompañados por breves periodos de descanso, mejora el desempeño cardíaco.
Hoy en día se reconoce que los entrenamientos con intervalos de alta intensidad son óptimos para desarrollar la capacidad cardiovascular y el metabolismo. Estilos de yoga como Ashtanga tienen un componente de estímulo cardiaco similar.
3. La Respuesta de Lucha y Huida, y Pranayama
Un buen metabolismo y un sistema cardiovascular eficiente tienen un impacto positivo sobre nuestra respuesta de lucha y huida (RLH). En situaciones de peligro, el sistema nervioso simpático responde alterando el balance hormonal de nuestro cuerpo, acelerando el flujo sanguíneo, suprimiendo el dolor y aumentando la concentración mental. Esta respuesta es literalmente vital, por lo que es saludable activarla con cierta frecuencia. Prueba de ello es el resultado del estudio realizado por Firdaus S. Dhabhar en el 2009, al concluir que la correcta estimulación de la RLH mejora significativamente nuestro sistema inmunológico.
Se sabe que para activar la RLH no hay que estar necesariamente en situación de peligro. Al estimular el flujo sanguíneo, el sistema nervioso simpático activa la RLH. Es por eso que cuando hacemos una actividad de alta intensidad, como por ejemplo correr, respiramos más rápido y aumentamos la concentración. Este efecto lo noté cuando empecé a hacer vinyasa. Entonces entendí que al estimular la RLH también estimulaba mi cardio y mi metabolismo, manteniéndolos saludables. Este es un ciclo que se retroalimenta: un mejor cardio-metabolismo equivale a una mejor RLH y viceversa.
Pero la RLH también se puede estimular con la respiración. Al aumentar los niveles de oxígeno en la sangre, el sistema nervioso simpático asume que existe una situación de peligro, disparando la RLH. Cuando estamos asustados mantenemos una respiración corta y acelerada. Al reproducir este patrón de respiración evocamos la RLH, por decirlo de una manera. En forma similar, cuando practicamos pranayama modificamos la respiración.
El método Wim Hof es el vivo ejemplo del efecto del pranayama sobre la RLH. Su metodología está respaldada por estudios que muestran cómo a través de la respiración, Wim Hof mejora su desempeño cardiovascular y la respuesta del sistema inmunológico. Su método toma elementos prestados de kapalabhati y otros métodos de control de la respiración para oxigenar la sangre. Es por esta razón que cuando siento que pierdo la concentración en mi práctica, me gusta hacer la respiración de fuego, recuperando foco mental.
4. El Sistema Nervioso Parasimpático y Yoga Yin
Al estímulo de la respuesta de lucha y huida (RLH) se le puede también considerar como un estímulo de estrés. Cuando la situación es altamente estresante podemos entrar en pánico, activando la RLH. Pero si el estímulo es pequeño, quizás no notaremos nuestro corazón acelerándose ligeramente o nuestra respiración acortarse por algunos milisegundos. Dichos estímulos son los que el móvil crea con sus notificaciones, los que el semáforo origina cuando cambia la luz o los que los comerciales de televisión crean con sus vivos colores y sonidos.
Este tipo de estrés, leve y continuo, no es bueno para la salud. Otra conclusión del estudio de Firdaus S. Dhabhar es que la estimulación de la RLH a través del estrés crónico suprime la respuesta del sistema inmunológico, en concordancia con otros estudios que indican las implicaciones negativas del estrés sobre nuestra salud.
La RLH termina cuando el cuerpo detecta que el peligro ha pasado, lo que permite al sistema nervioso parasimpático activarse. Este es la contraparte del simpático y se encarga de funciones de descanso como digestión, desinflamación, desinfección y sueño. Cuando nos sometemos a estrés constante, permanecemos en alerta y no podemos descansar. Si bien, las actividades que estimulan nuestro sistema cardiovascular y nuestro metabolismo son buenas para la salud, también lo son aquellas que nos permiten descansar bien.
Estudiando Yoga Restaurativo aprendí acerca del sistema nervioso parasimpático, lo que fue una de las ventajas de atender una escuela de yoga en occidente. El Yoga Yin y el Yoga Restaurativo se enfocan en estimular este sistema. Ambos estilos utilizan pranayama para acceder al estado de relajación que permite activar las funciones de descanso. Cuando alargamos la respiración, haciéndola más lenta y profunda, la RLH cesa, desactivando el sistema nervioso simpático, dando espacio al sistema nervioso parasimpático para que tome control. Enseñando Yin y Restaurativo entendí lo arduo que era para muchos estudiantes relajarse y lo difícil que era para mí explicar la importancia del descanso.
5. La Red Neuronal por Defecto y la Meditación
En 1975, el psicólogo húngaro Mihaly Csikszentmihalyi publicó Beyond Boredom and Anxiety: Experiencing Flow in Work and Play en el cual planteaba el concepto de flow (o flujo, en español) como un estado mental de concentración y absorción completa en una tarea. Este concepto se convirtió en la bandera de la psicología positiva, basada en el desarrollo de experiencias positivas para mejorar la calidad de vida. El autor explicaba que al cultivar el estado de Flow, las personas se vuelven más felices. Muchos creen que el estado de flow es similar, si no idéntico, al estado de meditación. Esta idea se ve respaldada por estudios que comprueban que durante ambos estados, la actividad de la Red Neuronal por Defecto (RND) disminuye significativamente.
La RND es una red conformada por zonas del cerebro que se activan cuando no concentramos la mente, cuando divagamos o cuando soñamos despiertos. Estas zonas del cerebro están también relacionadas con la autorreflexión, la evaluación social, el recuerdo del pasado o la memoria, y la prevención o la imaginación del futuro. De ahí la idea de que cuando suprimimos las actividades de la RND, el ego y el tiempo se desvanecen, sintiéndonos conectados con la realidad. Cabe también destacar que la RND está relacionada con estados de ansiedad y depresión.
La meditación no forma parte de las actividades de flow tales como tocar un instrumento musical, bailar o practicar un deporte. Por el contrario, la meditación desarrolla la quietud y el silencio. Lo que sí tiene en común es el estado de atención y concentración mental. El gran reto de la meditación es llegar al estado de absorción sin mover un dedo o decir una palabra.
Meditar me fue sumamente difícil. Ni siquiera tenía claro, cuando meditaba, si de verdad estaba meditando. Luego empecé a observar durante mi práctica de yoga que en ocasiones no notaba el tiempo pasar y percibía agudamente las sensaciones de mi cuerpo. Decidí sentarme a meditar en ese preciso instante. A pesar de que mi cuerpo estaba quieto, mi mente se mantenía atenta. Inmediatamente entendí lo que mis profesores me habían tratado de explicar por tanto tiempo. La secuencia de posturas (asanas) es más que una preparación para la meditación, es la herramienta que la facilita.
Conocimiento empírico y el Yoga
El conocimiento empírico es aquel que se adquiere a través de la experiencia. Es la parte del método científico que confirma si la hipótesis planteada es correcta o no. A su vez, la experiencia es el proceso mediante el cual percibimos la realidad y forma parte importante del estudio de la filosofía. Esta forma de conocimiento es también la que aplica a las disciplinas espirituales. Yoguis y chamanes adquieren conocimiento a través de experiencias místicas o experiencias en estados de conciencia alterados, bien sea por medio de prácticas como la meditación, pranayama, hipnosis, o drogas psicoactivas.
En mi opinión, la diferencia entre el científico y el yogui está en que el científico parte de una hipótesis, mientras que el yogui la evita. El yogui reflexiona directamente sobre la experiencia y aprende. El científico aprende, pero además puede compartir el conocimiento adquirido. El yogui no puede transmitir su conocimiento, únicamente puede mostrar el camino. El conocimiento del yogui no se puede adquirir a través del método científico, sino que se aprende caminando.
Fue el camino que recorrí a través del yoga el que respondió a mi pregunta sobre si el yoga era bueno para mí. Pero fue la investigación científica la que respondió al por qué el yoga era bueno para mí. Pienso que son dos caras de la misma moneda: Ciencia y Espiritualidad. Una se aprende y la otra se vive.
Daniel García Paris es profesor de yoga y autor de ‘Yoga si no eres yogui’.
Para más información acerca del libro y clases en línea visita www.yogacondaniel.com