Al finalizar el excelente seminario sobre Anatomía del Yoga, la doctora Graciela Gallarreta habló de la importancia que en su vida había tenido el desbloqueo del diafragma. Inmediatamente tracé una pregunta: ¿A qué llamamos “bloqueo”? Escribe Joaquín G. Weil. Ilustración de Olga Domínguez Martín.
Ni por un momento puse en duda la importancia de “desbloquear” el diafragma. El diafragma está en contacto nada menos que con el corazón y los pulmones por arriba; y con con el estómago, el hígado y el bazo por abajo. Es el principal músculo que interviene en la respiración y a su través cruza el esófago y las vena cava y la aorta.
Decía el maestro Hargobind Singh que las personas deberíamos expresarnos respecto a nosotros mismos en términos amables. En honor a la verdad y para ser exactos, la doctora Graciela Gallarreta no habló de “bloqueos”, sino de lo contrario, los “desbloqueos”.
Dicho lo cual, conviene averiguar qué significa “bloqueo”. “Bloquear” significa literalmente “hacer o convertir en un bloque”. O sea, algo móvil convertirlo en un “bloque” inmóvil. Por lo tanto, en el otro sentido, la receta principal para “desbloquear” consiste en movilizar. “Movimiento es vida”, que decía Alexander Lowen.
El yoga y en particular la práctica de las asanas tiene diversas recetas para diversas cuestiones, pero finalmente casi todas ellas pueden resumirse en dos: ganar espacio y fortalecer. Cuando un músculo o una determinada zona ha ganado espacio y fuerza, puede entonces moverse libremente, porque dispone de energía y espacio para hacerlo. Además, por añadidura, el fortalecimiento de una zona genera espacio, y el espacio genera fuerza. Es decir, ambas cualidades se desarrolla de un modo conjunto en un círculo virtuoso.
Me encanta ir a los excelentes seminarios de la doctora Graciela Gallarreta o de Pedro Artero Orta sobre anatomía y biomecánica aplicadas al yoga. Graciela, además de ser doctora en medicina ha practicado yoga por tres o cuatro décadas. Y Pedro Artero, en ese mismo lapso de tiempo ha enseñado educación física y yoga en diversos ámbitos, principalmente en el Conservatorio Superior de Danza de Málaga. No acabo de maravillarme sobre los enigmas y secretos del cuerpo humano.
Para comenzar, en el cuerpo hay, como de todos es sabido, en horizontal cuatro diafragmas principales. De los cuales tres están en el tronco. El cuerpo humano representa el Universo en la persona. Como nos recuerdan Pedro Artero y la Dra. Graciela Gallarreta, no se trata tanto de domeñar el cuerpo como de aprender de él. Tanto Pedro como Graciela comprenden el yoga desde un aspecto más amplio, donde la anatomía pierde su carácter original de “disección de cadáveres” y cobra vida, a través de la conciencia y/o del alma. De hecho, el seminario de la doctora Gallarreta comienza no “desde fuera”, no desde el estudio intelectual del cuerpo, sino a partir de una meditación, una toma de contacto y de conciencia del cuerpo, vivenciado “desde dentro”, que es lo que debería constituir el verdadero “yoga anatómico” o “anatomía del yoga”.
Decía Heráclito que todo está en relación en este Universo, pero que hay más relación entre lo más cercano. Es decir, para mover lo que llamamos diafragma pero que en realidad se llama “diafragma medio torácico”, es preciso mover lo que hay cerca. Es decir, moviendo la columna y las costillas en arqueo y giros, o sea el tórax, el diafragma medio torácico tenderá a liberarse. Como el diafragma se ancla también a la zona lumbar, pues será necesario mover la columna toda, esto es el tronco, fundamentalmente por medio de arqueos y giros o torsiones.
El yoga es holístico
Otro asombroso fenómeno de nuestro cuerpo son las relaciones que podríamos llamar “simpáticas” entre las estructuras semejantes.
Del mismo modo, para “desbloquear” el diafragma por excelencia, o sea, el medio torácico, conviene mucho trabajar sobre los otros dos diafragmas del tronco, es decir, el pélvico y el alto torácico o clavicular. Esta relación entre los tres diafragmas del tronco ya la supieron ver los antiguos yoguis que activaban los tres al mismo tiempo en el tribandha o maha bandha.
Por último, las posiciones invertidas, al colocar a las entrañas pesando sobre el diafragma medio torácico, hacen que éste, por una parte se ejercite al tener que “levantar el peso de las entrañas” en su movimiento respiratorio, y por otra parte este mismo peso de las entrañas lo masajea, estira y finalmente relaja.
¿Pero es eso todo? Apenas se trata del comienzo.
Cuando se habla de yoga terapéutico o curativo, casi siempre se incide en los aspectos mecanicistas del cuerpo humano. Se olvida la verdadera esencia curativa del yoga, y se recurre a un vademécum de “píldoras de yoga”, donde a tal dolencia, se le aplica tal acción debido a tal o cual relación de causa y efecto. El yoga es holístico no sólo porque, como hemos dicho, en el cuerpo todo esté en relación con todo y haya un maravilloso juego de reflejos, donde la planta del pie, las orejas, los nadis y los marmas, pero hasta los intestinos y todo constituyan por sí un mapa del resto del cuerpo. El yoga es holístico porque acendra su principal instrumento allá donde se aplique: la atención y la conciencia.
La esencia no explicada del efecto placebo es el uso de la conciencia. Por lo tanto, al efecto placebo deberíamos comenzar a llamarle “curación mental o conciencial del organismo”. Así tendría una connotación netamente positva.
Volviendo al asunto del “bloqueo del diafragma”, resulta evidente que en un “bloque” no hay conciencia. ¿Cómo recuperar la conciencia en el diafragma? Pues aplicando las mismas recetas que hemos mencionado. La activación intencional se realiza desde el canal eferente, pingala o surya nadi, dicho sea en términos yóguicos. Los estiramientos y el movimiento generan sensorialidad en la zona, o sea, se trabaja sobre el canal aferente, nadi ida o chandra. Para comprender el efecto benéfico de la práctica del yoga es preciso comprender que el estado de tensión o de “bloqueo” está asociado a una pérdida de atención y conciencia sobre una determina zona, pero que en realidad, puesto que la atención es una facultad, significa una pérdida genérica de atención. Por lo tanto, para curar el cuerpo y la mente es preciso ejercitar la atención y la conciencia, la capacidad de enfoque de la mente en general y, en particular, sobre las zonas que consideremos “bloqueadas”. En términos yógicos, se trata de trabajar con dharana y pratyahara.
Ejercicios desbloqueadores
Puesto que el diafragma medio torácico es el músculo principal que acciona la respiración, para “desbloquear” el diafragma será bien efectivo el trabajo suave y paulatino sobre la conciencia de la respiración. Para lograrlo, se dispone de varios modos. Uno bien efectivo es el uso de un “testigo”. Se trata de, en la posición tendida, savasana o variantes de la misma (principalmente savasana con las pantorrillas sobre una silla o taburete, o incluso en otras posiciones de índole restaurativa, como Viparita Karni con apoyos), colocar un pequeño peso sobre el abdomen. Yo suelo usar un cinto de yoga enrollado. Pero sirve cualquier otra cosa. (Incluso podría tener un efecto añadido usar algo relativo a la respiración, para que así la mente conecte con el simbolismo; por ejemplo, un paquete de hierbas pulmonarias). Ese “testigo” permite una mejor concentración sobre el vaivén del movimiento respiratorio en el abdomen, accionado principalmente por el diafragma medio torácico.
Otro modo de enfocar la mente consiste en contar sencillamente respiraciones, por ejemplo de diez en diez. Pero todavía es más fácil y efectivo contar respiraciones aunándolas con movimientos sencillos del cuerpo. Por ejemplo balanceos del tronco en modos que sería aquí un poco prolijo de explicar.
Y aunando todas estas acciones: estiramientos, fortalecimientos, respiración y conciencia, nos encontramos con un maravilloso ejercicio: nuestra sencilla y cotidiana Surya Namskara o Salutación al Sol, una beneficiosa secuencia que moviliza el tronco en relación y sincronía con la respiración.
Por supuesto que, para “desbloquear” el diafragma y la respiración, también es necesario recordar los tradicionales remedios yógicos como el maravilloso efecto de los samanu, es decir, el canto de mantras para regular y hacer más manifiesta la respiración, en particular la exhalación. Un efecto parecido también tiene el pranayama o ejercicio de respiración Bramari. Todo lo cual sería demasiado extenso para explicarlo en el espacio habitual de un artículo (siempre teniendo en cuenta que para principiantes no es aconsejable la realización de pranayamas complejos).
El yoga no sólo es un Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, sino que es un don que las potencias superiores (sean estas las que sean, o le demos el nombre que queramos) nos transmitieron a los humanos para acercarnos a la felicidad, la compasión y a la sabiduría. Y recuerda: el único y verdadero guru es Dios.
Quiero concluir este artículo recomendando los manuales formativos que hemos redactado la doctora Graciela Gallarreta y un servidor.
http://www.iayoga.org/manuales.html
Quién es
Joaquín García Weil es licenciado en Filosofía, profesor de yoga y director de Yoga Sala Málaga. Practica Yoga desde hace veinte años y lo enseña desde hace once. Es alumno del Swami Rudradev (discípulo destacado de Iyengar), con quien ha aprendido en el Yoga Study Center, Rishikesh, India. También ha estudiado con el Dr. Vagish Sastri de Benarés, entre otros maestros.
Más información:
http://yogasala.blogspot.com https://www.facebook.com/yogasala.malaga
(Este artículo se publicó en YogaenRed en febrero de 2017)