Ya han pasado casi dos meses desde que el gobierno decretó el estado de alarma. Los profesores y profesoras de Yoga nos fuimos a casa y los centros echamos el cierre sin saber el alcance de lo que se avecinaba. Escribe Mayte Criado.
Todos los sectores profesionales comenzaron a redactar protocolos de limpieza y desinfección, los gobiernos generaron normativas y sanciones y, todos nos preguntábamos sobre qué había que hacer con las clases y los centros de Yoga.
La comunidad de Yoga en España fue uno de los primeros ámbitos que respondió a la situación con el corazón en la mano. Comenzaron a ofrecerse clases, sesiones, youtubes, webinares, consejos, todo desinteresadamente. Todo lo que tiene que ver con Yoga, meditación, mindfulness, satsanghas, mantras, iba instalándose de forma precipitada en las redes sociales corriendo detrás de la opción online mientras intentábamos comprender la repercusión que tendría la covid-19 no solo en nuestras vidas cotidianas, sino en las escuelas, en los profesores autónomos y en el Yoga en general.
De pronto, los que fuimos criticados hace tan solo cinco años por ofrecer yoga online vemos cómo hoy se avala esta posibilidad desde todos los ángulos posibles. Me alegro infinitamente de ello.
En la FEDEFY, la Federación Española de Entidades Formadoras de Yoga, también hemos estado esperando acontecimientos y algún tipo de certeza que no llega. En mi propia escuela, la Escuela Internacional de Yoga, hemos invertido mucha energía y tiempo para poder ofrecer la información que sigue.
Lo que llamo comunidad de Yoga es un conjunto de escuelas, centros y profesores de diferentes procedencias y criterios en cuanto a la consideración de si la impartición de una clase de Yoga y/o Meditación, o el desarrollo de una formación para poder llegar a impartirla, es o no es una profesión; es o no es un sector profesional; es o no es una actividad económica; es o no es, entre otras cosas, una actividad física. Esto me lleva a constatar que dentro de lo que podemos llamar el mundo del Yoga, es muy difícil aunar y poner voz a los intereses de una comunidad que ya parte con “intereses” muy dispares, a veces opuestos y en cualquier caso, con consideraciones y miradas diferentes.
Así, lo interesante es atenerse a la realidad que nos atañe sin intentar informar en nombre de nada sino exclusivamente en mi propio nombre y en el de la Escuela Internacional de Yoga, con el ánimo de aportar alguna aclaración a quien crea que le puede venir bien.
No somos un gimnasio, pero nos consideran así
Es así. No somos un gimnasio, pero desde el año 2012 cuando el BOE publicó la Cualificación Profesional de Instrucción en Yoga, una sesión de Yoga es, a todos los efectos, una actividad física. Lo confirmó el siguiente RD con el Certificado de Profesionalidad y lo han ido corroborando las subsiguientes leyes del deporte en algunas comunidades autónomas.
Esto significa que un profesor de yoga o un centro de yoga debe cumplir con las normativas que atañen a la actividad física, es decir, en estos momentos de la covid-19 en la famosa desescalada, nos concierne y afecta lo que tiene que ver con los gimnasios, pequeños o grandes.
Situación de los centros y profesores de yoga a 7 de mayo 2020
Todos los centros de yoga están cerrados y el único desarrollo de la actividad está realizándose online. Muy pocos están teniendo ingresos pero se están ofreciendo miles y miles de clases gratuitas.
La gran mayoría del colectivo de trabajadores en las escuelas y centros de yoga se encuentra en situación de despido o bajo un ERTE. Los profesores de yoga autónomos, algunos, han podido pedir alguna exención, pero muchos deben seguir pagando sus cuotas, sus gestorías, sus gastos en internet, pese a encontrarse en situación de inactividad profesional.
De todos es conocido que el mundo del Yoga y la Meditación es uno de los que más economía sumergida mueve, entre precariedad, voluntariedad, gratuidad y donación. Hay muchos profesores que no alcanzan a darse de alta como autónomos y otros tantos que carecen de contratos, con lo cual es complicado solicitar ningún tipo de prestación de las que ha habilitado el gobierno o la respectiva comunidad autónoma.
Los centros de yoga, las escuelas, están cerrando o teniendo que hacer frente, sea como sea a:
- La Seguridad Social de los trabajadores.
- Las nóminas de los trabajadores administrativos, de limpieza o profesores, si no se encuentran en situación de ERTE.
- El alquiler o la letra de la hipoteca.
- El mantenimiento de las webs, las redes, los dominios, los servidores.
- La facturas de la luz, el agua, el teléfono, el seguro del local, el mantenimiento.
- Los impuestos.
Todo ello sin ningún ingreso y con la puerta cerrada. Quienes además hayan llevado a ERTE a sus trabajadores, tienen el compromiso de mantener su contrato durante los próximos seis meses tras la reapertura o si termina el estado de alarma, o si es verano o si su aforo se reduce al 30% o al 50%. Parece que se está negociando poder extender los ERTES hasta final de año por motivos económicos u organizativos. Veremos.
Algunos centros y profesores están pidiendo donativos voluntarios o tarifas muy bajas a sus alumnos de siempre, a cambio de clases y contenidos virtuales. Otros los están colgando gratuitamente. Todo eso está muy bien, pero creo que estamos de acuerdo en que no es una solución ni siquiera a corto plazo.
Además, las escuelas vamos a tener que adaptar los espacios a las medidas de protección y seguridad que todos conocemos, y vamos a tener que solucionar temas tan peculiares como qué hacer con los cojines o las mantas.
También vamos a tener que sostener la desconfianza o los miedos postcovid. Nuestros alumnos están llenos de incertidumbre y la poca claridad con la que contamos por parte de las autoridades competentes, hace muy difícil anticipar o prepararse para esa “normalidad” que, tarde o temprano, llegará.
El plan de desescalada a 7 de mayo 2020
Parece obvio que el plan de desescalada presentado por el gobierno será asimétrico, es decir, que cada provincia o comunidad autónoma estará en una fase u otra en función de la evolución de la pandemia. Así que habrá que aclarar cada fase.
En cualquier caso, las medidas que nos afectan a los centros y al profesorado de yoga son las siguientes, considerando que el BOE Orden SND/388/2020, de 3 de mayo, establece las condiciones para la apertura al público de determinados comercios y servicios, y la apertura de archivos, así como para la práctica del deporte profesional y federado. Y solo contempla las fases 0 y 1:
Fase 0. Desde el 4 de mayo
–Escuelas de yoga: están en situación de teletrabajo, fomentando la impartición de clases online y gestionando desde casa la parte administrativa. Se puede abrir un centro de yoga para informar al alumno-a pero sólo bajo cita previa y de manera individual (no puede haber más de una persona en el establecimiento no lo recomendamos, puesto que no es un establecimiento comercial o de comercio minorista). En este caso, la atención deberá hacerse detrás de un mostrador, mampara o, cuando esto no es posible, hay que garantizar el máximo de protección individual y es obligatorio el uso de medidas de protección, como mascarilla y guantes, entre otros (se debe garantizar al máximo la protección).
No puede haber ninguna clase presencial. Tampoco de carácter individual.
–Practicantes de yoga: solo pueden practicar en casa y online.
Fase 1. Desde el 11 de mayo
Es una fase con claras incertezas. Esta y las siguientes, no están publicadas todavía, por tanto no podemos confirmar a ciencia cierta lo que indico a continuación porque pueden anunciarnos cambios. La desescalada es reversible y se irá aprobando por cada comunidad autónoma en función de los contagios y del cumplimientos de los requisitos establecidos por el ministerio de sanidad.
–Escuelas de yoga: el teletrabajo sigue siendo recomendable (no ha sido obligatorio nunca) y los trabajadores administrativos así como el personal de limpieza, pueden incorporarse a su puesto de trabajo. Se incorporan únicamente para prestar el servicio administrativo o preparar futuras clases o gestionar sus formaciones.
Pueden impartirse clases vía online desde el propio centro, respetando las medidas de seguridad e higiene.
La impartición de clases presenciales no está permitida. Empezarán a retomar su actividad, pero solamente para clase individual, sin contacto físico ni uso de vestuarios y con cita previa.
–Practicantes de yoga: solo pueden practicar con profesor en clase individual y con cita previa.
Fase 2. Desde el 26 de mayo. Fase sin especificaciones claras
–Escuelas de yoga: para los centros de formación (¡sin actividad física!; es decir, sin poder impartir una sesión de yoga) se podrán celebrar clases en grupo en aulas grandes, respetando la distancia de seguridad de 2 metros. La ocupación permitida es del 40% del aforo total para estos casos. En el caso de centros que no cuenten con aulas suficientemente grandes, que permitan una distancia de seguridad de 2 metros entre todas las personas, la formación deberá ser individual respetando esos dos metros entre profesor y alumno. (No para actividad física)
Se pueden impartir clases presenciales a 1/3 del aforo, sin ningún contacto físico y sin el uso de vestuarios.
FASE 3. Desde el 10 de junio
Reincorporación de la actividad habitual siempre que se mantengan las distancias de seguridad y se cumpla la normativa de protección..
Aforo limitado a 1/3. La distancia de seguridad se mantendrá en 2 metros.
Prohibido el uso de los vestuarios.
Mayte Criado es fundadora y directora de la Escuela Internacional de Yoga y presidenta de FEDEFY.