Hablamos con Ramiro Calle sobre los desafíos que tenemos por delante en este planeta y lo que desde el yoga podemos hacer para afrontarlos. Empezamos por valorar la evolución que está teniendo en nuestros días el propio yoga. Es una entrevista YogaenRed.
En la foto, Ramiro Calle acaricia a su gato Emile
Escritor de cientos de libros, Ramiro Calle es pionero en difundir las enseñanzas del yoga en España, como todo el mundo sabe. Y sigue fiel a sí mismo y siempre en vanguardia de la defensa del yoga genuino que descubrió hace más de 50 años.
Nos apetecía mucho conocer la opinión de Ramiro acerca de la actualidad del yoga como creador y renovador de conciencia, en un momento en que parece más necesario que nunca.
El panorama del yoga en la actualidad
P: En nuestra sociedad todo se convierte en mercancía. Ahora parece que somos más consumidores o clientes que ciudadanos con derechos y deberes. Ramiro, tú denuncias con insistencia que el yoga se está convirtiendo en un producto “fitness”. ¿Qué podemos hacer los que no nos resignamos a que el yoga se desvirtúe?
R: Eso no es nuevo, porque ya en 1930 se dio de una manera alarmante la prostitución del yoga, simplemente para mercantilizarlo y que generase miles de dólares. Pero como hoy se mueve mucho más dinero aún detrás del yoga, están surgiendo toda clase de embaucadores, charlatanes y avezados negociantes que quieren prostituirlo con fines exclusivamente lucrativos.
Las antiguas y tradicionales enseñanzas del yoga se están devaluando y poniendo al servicio de un hiperconsumismo espiritual que en realidad no tiene nada de espiritual. Todos los valores genuinos del yoga han sido tergiversados y subvertidos. Y lo mismo ocurre con el tantra, el vedanta… Recordemos que ya en 1920 Herman Hesse declaró de manera contundente: “No creo en ningún de los valores de esta sociedad”.
¿Qué se puede hacer? Que quienes realmente respetamos y valoramos esas genuinas enseñanzas las tratemos de exponer y defender cada día para que, a través de una formación seria y rigurosa, haya más personas que puedan diferenciar el auténtico yoga del que no lo es, desenmascarando y denunciando las falsas y adulteradas enseñanzas.
Y luego hay que pedir a las personas que usen algo tan básico como el discernimiento, esa preciosa función de la mente cuyo significado es revelar, para que puedan distinguir lo auténtico de lo falso como un buen joyero sabe distinguir las alhajas de la bisutería.
Fijaos lo que decía Georg Feuerstein, uno de los grandes especialistas del yoga: “Hoy día el aspirante tendrá que pasar por la basura para poder descubrir el auténtico yoga”. Y actualmente hay mucha basura yóguica.
Traición al verdadero núcleo del yoga
P: De esas enseñanzas del yoga tradicional que son consustanciales a él e irrenunciables, ¿cuáles pondrías más en valor hoy día, visto el panorama descrito?
R: La honestidad. Indudablemente hoy día la honestidad y la compasión deberían priorizarse. Si no hay honestidad en la difusión de las enseñanzas y los métodos, indudablemente se van a prostituir. Y algo que debería de asumir el Ministerio de Yoga de la India (que en sí mismo es otra falacia, pura instrumentalización política), y es que fueron los primeros mentores hindúes que llegaron a América los que prostituyeron el yoga solo para conseguir un montón de dólares. Esto lo vio muy claramente Jung cuando hizo su viaje a la India, pues se dio cuenta de que el yoga ya era un negocio, y dijo ¡ay lo que nos esperaba cuando llegara a Europa! Todo esto ha sucedido siempre, pero se está reactivando ahora al haber más codicia en la mente occidental.
Y luego, como las personas occidentales están muy mal, demandan constantemente técnicas para superar la ansiedad, la depresión, el desconcierto, la confusión, y eso es lo que hace que muchas personas puedan medrar a su sombra y obtener todo tipo de beneficios, pero de una manera espuria y deshonesta.
Más contradicciones: surge el yoga para adiestrarnos en el desapego, y todas las corrientes yóguicas de culto al cuerpo son para afirmar más el apego. Surge el yoga para que debilitemos nuestro ego, y todas las tendencias gimnásticas que están proliferando ahora y teniendo más éxito son las de fortalecimiento del ego. Es una verdadera traición, punto por punto, al genuino núcleo y la médula de las enseñanzas del yoga.
Por eso hace falta honestidad en los que enseñamos y tratamos de aportar a los demás todas estas enseñanzas genuinas.
P: ¿No es el yoga el que se tiene que adaptar a las demandas y necesidades de la sociedad y de las personas, en vez de ser estas las que adapten a un yoga que no está, digamos, al día?
R: El yoga está al día. Efectivamente, a la gente no le puedes pedir que se haga eremita o renunciante, o que esté todo el día diciendo mantras… Pero un yoga aséptico, que es método y enseñanza adogmática y no sectaria, ese yoga esta tan al día como hace dos mil quinientos o cinco mil años.
Pero hay dos ideas con las que no tenemos que equivocarnos. Una, cuando se dice que el yoga se defiende solo. No es cierto; también se defendía sola la enseñanza de Jesús y ha sido totalmente tergiversada, o la de Sócrates, o Pitágoras. El yoga es una perla maravillosa, pero si se mete en el lodo ya nadie sabe que es una perla.
Y segundo y muy importante: lo que hay de cierto y real en el yoga no puede cambiar con los tiempos. Si unas técnicas han demostrado su fiabilidad, ¿por qué vamos a modificarlas cuando demuestran día a día su solvencia? Es como si pensáramos que, puesto que el ajedrez no se adapta al ritmo de los tiempos, habría que cambiarlo y convertirlo en un pseudoajedrez.
El problema es que el occidental tiende a aguar las genuinas enseñanzas porque quiere conseguir en un fin de semana lo que tarda en lograr un yogui o un monje zen veinte años.
Una cosa es adaptar el yoga a los tiempos modernos y otra degradarlo y convertirlo en un fragmento del verdadero yoga. Lo que se nos da hoy día son fragmentos. ¿Qué significa esa exageración por las posturas? ¿Qué son las asanas si no van acompañadas de una mentalidad, una actitud, unos principios? Para eso, es mejor hacer pesas o footing… Convertir las asanas en una simple gimnasia no es yoga; se le ha llamado siempre estiramientos… El mismo saludo al sol no es yoga, no aparece en ningún texto… ni el saludo a la luna, a Júpiter, a Venus o a Marte…
Ni para soltar adrenalina ni para mantener el culo prieto
P. ¿Habría que decir a miles de personas que solo practican ásana en sus clases que en realidad no están haciendo yoga?
R: ¿Y qué es el yoga si le quitas su sentido de autorrealización, transformación y mejoramiento humano? ¿En qué se convierte? En una gimnasia exótica, contorsionismo, acrobacia. Si Patanjali levantara la cabeza no se podría creer lo que está pasando.
El término yoga, además de unión, enlace y conexión, quiere decir quietud. Y todas la técnicas de Patanjali son para aquietarnos. Pero curiosamente todos los yogas gimnásticos son para alterarnos; no se busca quietud sino promover la adrenalina, la tensión, la hiperactividad. Y luego el narcisismo: tengo el culo más prieto, sudo para adelgazar… Todo eso es aberrante, que quiere decir que se sale de lo natural.
Pero un día recuperaremos la esencia del yoga porque, como me decía el catedrático y orientalista Pio Filippani Ronconi, ahora al occidental le cabe el deber de devolver el yoga purificado y saneado a la misma India. Y es que en la India ahora se hace una diferencia entre el yoga tradicional y el yoga americanizado que volvió allí y que curiosamente es el que está vendiendo al verdadero yoga. Pero es que esta proliferación de un yoga distorsionado y falseado está pasando a nivel mundial. Y siempre con la excusa falaz de que se está adaptando a los tiempos.
P: En la búsqueda espiritual, también podemos confundirnos y pensar que un estilo de yoga más ritualizado o más supuestamente místico es más auténtico. Estoy pensando en sitios como Rishikesh y su negocio de turismo espìritual…
R: Es que eso no es mística, es pseudomística. Hoy día se ha derivado en dos corrientes: la corriente misticoide, edulcorada, hinduizada, y la descaradamente gimnástica. Y aquí viene el problema: o caes en una o en otra, y por eso hay que poner en juego el discernimiento y acercarnos a las verdaderas enseñanzas. El yoga no es religión, ni un culto, ni una doctrina, ni una secta; es un método de transformación humana para mejorarnos y humanizarnos.
Respecto a Rishikesh, la mal llamada ciudad del yoga, hay que decirlo claramente: es un circo totalmente prostituido. Hace 40 años entrevisté en Calcuta al presidente de la sociedad Ramakrishna, su sucesor, y me dijo que Rishikesh ya no es lo que era y que se había degradado totalmente. Es que, como decía Krishnamurti, donde penetra la codicia, todo se vuelve putrescible.
El verdadero yogui es un ácrata, librepensador y proactivo
P: Siempre hemos entendido que yoga era, precisamente, un descondicionador, un libertador de nuestros condicionamientos, automatismos y dependencias. No parece que se esté explicado bien que el yoga nació para hacernos libres, no para encadenarnos.
R: El verdadero yogui es un librepensador, un ácrata, no tiene borreguismo de ningún tipo. Lo que define a un yogui auténtico es que tiene la libertad interior y se hace a sí mismo. Y no hay que olvidar que los primeros yoguis nacieron al margen de la ortodoxia organizada.
P: Vendríamos pues a concluir que ese yoga liberador y humanista es más necesario que nunca.
R: Exactamente, es a lo que hay que ir hoy día. Y para eso yo me permito dar un humilde consejo: por favor, lea usted los libros serios que hay de yoga, que además están escritos por occidentales. Porque lo curioso es que, a pesar de que este pandemónium que vivimos en el yoga, los mejores libros de yoga siguen estando escritos por occidentales. Pero, claro, esos no interesan. El otro día me ha regalado un alumno un libro que contiene mil posturas, y es que aquí cada uno se va superando: si Dharma Mitra hace un libros de 600 asanas, ahora hacen uno de mil y saldrá uno de dos mil.
El aspecto transformativo del yoga no es aprender, sino desaprender. Vamos al yoga para desaprender patrones, modelos, para descondicionarnos de lo que llamamos samskaras. Ese es el verdadero yoga, para nacer y florecer como personas realmente libres.
P: ¿El yoga cómo nos puede ayudar en estos momentos que estamos al borde de grandes amenazas?
R: Nos puede ayudar en la medida que nos permite la evolución de la consciencia, que en los últimos cien mil años apenas ha evolucionado. Tenemos que poner los medios yóguicos, como la meditación, para que la consciencia se vaya ensanchando, se esclarezca, se sensibilice, se vuelva más perceptiva y podamos así descubrir y atender las necesidades básicas de nuestro planeta. Hace muchos años estuvo muy de moda un movimiento ecológico que se llamaba el Green Yoga, pero ya todo eso se debilitó y hemos quedado un poco desconectado de ello.
Pero, efectivamente, un yogui hoy día no se aísla, viva en donde viva; por eso un poco proactivo tiene que ser para favorecer los movimientos ecológicos realmente espirituales y transformativos.
Cambiar la mente para liberarnos de sus miserias
P: El yoga podría tener mucho poder transformador a escala global si existiera entre sus practicantes una conciencia más participativa. Tú, por ejemplo, eres muy activista en defensa de los animales, y eso es perfectamente compatible con tu condición de maestro de yoga. ¿No tendríamos que comprometernos socialmente un poco más?
Ciertamente. Pero me gustaría dejar este mensaje: si la mente del ser humano no cambia, nunca va a cambiar nada. Seamos un poco racionales y razonables: si todo nace de la mente y la mente del ser humano no cambia, nunca va a cambiar nada. Por eso el mensaje es: urge modificar la mente, y eso es el verdadero yoga. La mente está condicionada por ofuscación, por codicia y por odio, y es lo que impregna a esta sociedad. No va a cambiar nada si cada uno de nosotros, con un esfuerzo de gran envergadura, no vamos cambiando nuestra mente y consiguiendo que la ofuscación se vuelva lucidez, que la codicia se vuelva generosidad y que el odio se vuelva compasión.
Esto lo dijo Buda hace 2.500 años, y Krishnamurti insistió en ello hasta la saciedad. Todo nace de la mente, y si no la cambiamos todo seguirá siendo putrescible, porque nuestra mente es putrescible. Y así vemos que la codicia se ha trasladado al yoga, y lo que hacen muchos movimientos supuestamente yóguicos es aumentar la codicia, el ego y el narcisismo.
Hay que descondicionar toda miseria y basura que arrastramos en nuestra mente. Que cuando yo veo a mi gato, que es mi gran maestro, veo que no arrastra rencor, no es celoso, no es vengativo; es puro, vive conectado en el presente y es amor. Al pasar de animales a homoanimales hemos obtenido el dudoso privilegio del cerebro humano, que si no cambia más vale que nos hubiéramos quedado siempre como animales.
Lo que transforma es cambiar actitudes, modelos, superar los viejos patrones y clichés socioculturales, religiosos, personales, nacionalistas, etc. ¿Cómo podemos mejorar algo si no nos mejoramos?
Si no viste Viaje a los adentros. Ramiro Calle, ¡esta es la ocasión!
Compartimos con vosotros, de manera gratuita, el documental dirigido, realizado y producido por Juan Betancor y José Pazó sobre las enseñanzas de Ramiro Calle, que fue presentado con gran éxito en el Conde Duque de Madrid y que ha recibido los mejores comentarios y ya ha sido visionado por miles de personas de todo el mundo.
Aportan su testimonio: Luisa Jiménez, Jesús Fonseca, Paulino Monje, Antonio García Martínez, Ángel Fernández Fermoselle, José Miguel Juárez, Helio Clemente, Nacho Vidal Morán, César Vega, Ignacio Fagalde y Arturo Mesón.
Os pasamos los enlaces del documental en castellano y también del documental con subtítulos en inglés: