El yoga es una disciplina mental y espiritual para alcanzar otro modo de ver, ser y serse. Es una vía para aproximarse a lo Real o última realidad, que no importa en que términos se defina, pues está más allá de cualquier concepto. Escribe Ramiro Calle.
Pretende la evolución de la consciencia y superar esos condicionamientos humanos que han sembrado de horrores la historia de la humanidad, pero que pueden evitarse cuando la mente, que es causa de ofuscación, avaricia y odio, se transforme y genere lucidez, generosidad y amor. La mente velada por tendencias insanas, provocadoras de tanto innecesario sufrimiento, puede despejarse y brindar lo mejor de sí misma. Solo mediante la motivación, el esfuerzo bien encaminado, la actitud, el firme propósito y las técnicas, puede acelerarse la evolución consciente.
A través de la meditación y otras técnicas se busca un conocimiento mucho más alto, fiable y revelador, y sobre todo transformativo. No hay verdadero yoga sin transformación. Y esta transformación es para obtener lo mejor de uno mismo y poderlo así compartir con las otras criaturas.
El yoga ha ido acopiando una gran cantidad de enseñanzas y métodos a lo largo de su dilatada historia, para poder ir más allá de la consciencia semievolucionada y abordar otra forma de ver y proceder basada en la sabiduría y la compasión. Si se quiere no es un sueño. Contamos con el legado impagable de las mentes más brillantes en el terrenodel mejoramiento humano. Pero, como a menudo recuerdo en mis conferencias y talleres, todo está dicho pero nada está hecho.
El yoga es heterogéneo y polivalente
En el seno del gran río del yoga se han ido incorporando, a lo largo de milenios, las experiencias de muchos yoguis, que han aportado sus enseñanzas y revalidado los métodos que hay que experimentar por uno mismo, pues en el yoga todo debe convertirse en verificación personal y volverse uno su propio laboratorio viviente en el que indagar y experimentar. Muchos maestros nos han ido dejando su legado a través de su propia experiencia. No hay que guiarse por creencias (sean hindúes, budistas, jainas o cristianas), sino por experiencias. Buda nos invitaba a escuchar la enseñanza, reflexionarla, ponerla en práctica y tomar aquello que nos ayudase y descartar lo que no nos ayudase. Pero para eso hay que experimentar.
El yoga es una herramienta para desarrollar paz interior y superar el sufrimiento debido a la mente ofuscada. Es a la vez una técnica de introspección, un método de autodesarrollo, una disciplina psicomental y psicosomática. Se trata, mediante su práctica y sobre todo la meditación, de perfeccionar esas herramientas que son nuestras funciones mentales. Pero el yoga es heterogéneo y polivalente, y por eso no resulta nada fácil explorarlo y comprenderlo.
Además de lo apuntado, es una técnica de vida o arte de vivir, un modo de enfocar la existencia humana desde la visión clara y el entendimiento correcto. En el transcurso de los tiempos parte de su sabiduría puede haber quedado sepultada, pero mucha otra sigue siendo un caudal inmenso de enseñanzas y métodos. Independiente, pues, de cualquier culto, el yoga es un método liberatorio y al demostrar sus técnicas una alta eficacia, fueron siendo incorporadas a diversos sistemas filosófico-religiosos.
Liberador de condicionamientos
En el ámbito del yoga ha habido manifestaciones o expresiones muy diversas desde los comienzos de su historia, y a veces en lo aparente contradictorias, pues en su corriente hay incluso vestigios de la cultura espiritual de los drávidas. Desde antaño sus procedimientos fueron utilizados por chamanes, ascetas, magos, místicos y toda suerte de buscadores de lo Inefable, más allá de tendencias monoteístas, politeístas, panteístas o ateas. Muchos yoguis surgieron al margen de la asfixiante ortodoxia del hinduismo e incluso ha habido una tradición de lo que podemos llamar «maestros extravagantes», que con sus «terapias» de choque y su estrafalaria e intencionada conducta trataban de quebrar los parámetros ordinarios de la mente de sus discípulos.
El yoga siempre ha gozado de una enorme plasticidad o flexibilidad, pero ese no es motivo ni debe ser nunca causa para conducirlo a la degradación por aquellos precisamente que nada de yoga saben, o muy poco, pero lo prostituyen y comercian. Hay que poner bajo sospecha a esos mercaderes del espíritu. Y, en último lugar, uno debe trabajar sobre sí mismo para convertirse en luz para uno mismo, y no olvidar que el verdadero maestro es el que conduce a su discípulo hasta su propio maestro interno y no el que crea dependencias ni se aprovecha de la minoría de edad emocional del discípulo.
Ramiro Calle
Más de 50 años lleva Ramiro Calle impartiendo clases de yoga. Comenzó dando clases a domicilio y creó una academia de yoga por correspondencia para todo España y América Latina. En enero de l971 abrió su Centro de Yoga Shadak, por el que ya han pasado más de medio millón de personas. Entre sus 250 obras publicadas hay más de medio centenar dedicadas al yoga y disciplinas afines. Ha hecho del yoga el propósito y sentido de su vida, habiendo viajado en un centenar de ocasiones a la India, la patria del yoga.
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