En el mes del día internacional del yoga hago un llamamiento para que todos fortalezcamos nuestra práctica de meditación y, en el caso de no meditar todavía, para que empecemos a hacerlo. Es probablemente lo mejor que podemos hacer para la salud de nuestro cuerpo-mente-corazón y de la sociedad global. Escribe Zaira Leal.
Revisemos en este artículo los aspectos complementarios entre la meditación sentada y la meditación activa. Espero que te anime a practicar más y mejor. ¡Que no pase ni un día más sin que meditemos!
Con frecuencia comento que meditar es simplemente “ser”, pero la palabra proviene del latín “meditare” que quiere decir pensar, pensar adecuadamente. En la tradición yóguica, la meditación se concibió como herramienta para pulir, purificar y abrir las compuertas de la mente a dimensiones de nuestra realidad más allá de la materia. Existen numerosísimas técnicas, muchas milenarias, otras recientes. En el fondo cada persona encuentra su propia manera para centrarse, sentir y ser, ¿verdad? En lo que todos coincidimos es en que la meditación trae beneficios de un valor incalculable tanto para quien la practica como para su entorno. Sin embargo, cantidad de veces he escuchado comentarios como “eso no es para mí, no puedo estar ni un minuto sentado”, “me agobio cuando me siento y cierro los ojos”. Puede que lo que haga falta en esos casos es un poco de movimiento previo.
Técnicas para cada naturaleza
Las técnicas para meditar no son mejores ni peores, sino que debemos contemplarlas en relación al estado presente de nuestro cuerpo-mente-corazón. Digamos que, si estás atravesando una época muy estresante, estás ansioso/a o inquieto/a en exceso, quizá la meditación sentada no va a ser tu mejor herramienta. Sentarse quieto a meditar parece lo más fácil, aunque es también lo más difícil porque la mente y el cuerpo empiezan su cháchara en cuanto cierras los ojos. Necesitan moverse, liberar tensiones, solucionar problemas. Por eso, el yoga asana y las meditaciones activas en las que meditas en movimiento durante un tiempo antes de sentarte son una maravilla. Te permiten tomar tu asiento estando ya tranquilo y en calma, disfrutando aún más del tiempo de quietud sagrada. Yo diría que moverse conscientemente antes de sentarse debería ser un requisito de la meditación, y así está planteado en yoga desde hace miles de años.
Las meditaciones activas suceden en movimiento, movemos el cuerpo al ritmo de la música, de la respiración o de las directrices marcadas por una persona que nos va guiando. Son tan antiguas como el ser humano. Pensemos por ejemplo en las danzas ceremoniales de los nativos americanos alrededor de un fuego, en las danzas rituales de las tribus africanas o en las danzas sufíes por ejemplo. No olvidemos las técnicas asiáticas milenarias como el tai chi chi kung, el yoga asana o el tandava, la danza extática de Shiva. En todos los ejemplos, los participantes entraban en trance meditativo primordialmente gracias a los movimientos corporales acompasados con el ritmo de los tambores o de otros instrumentos musicales.
Son muy útiles para el humano moderno porque nos ayudan a descender del centro de la cabeza al centro del corazón y nos permiten enraizarnos hasta tocar la tierra, tanto la de nuestro cuerpo físico como la del cuerpo maternal de nuestro planeta. Estamos en el cuerpo físico, pero apenas lo habitamos conscientemente, y eso nos está enfermando no sólo a nivel material sino también a nivel mental-emocional. Sucede que el ser humano actual vive de una manera muy distinta a como vivíamos hace mil años. Podemos decir que en los últimos cuarenta años las cosas han cambiado mucho, demasiado. Estamos desenraizados, desconectados de la Tierra, de nuestros cuerpos y de los demás. Las enfermedades mentales están a la orden del día y cada vez son más las personas que consumen fármacos para la ansiedad, la depresión, el estrés o los desórdenes de sueño. Todas esas condiciones tienen en común un gran énfasis de la actividad mental incorrecta.
Movimiento consciente
Muchos de mis alumnos coinciden en decir que meditar es más fácil y placentero después de haber hecho una buena práctica de yoga asana, lo que es una buena señal a favor del movimiento consciente. Sus cuerpos están más relajados, no les hablan ni molestan a la hora de sentarse y sus mentes entran con mayor facilidad en un estado de calma natural, aparte de que el flujo de pensamientos es más lento, manejable y bajo en volumen.
Mi primer contacto con las meditaciones activas fue a los diecinueve años. Estaba en un retiro con mi maestra y nos puso a movernos haciendo ruidos extraños y a brincar siguiendo una música de lo más rara. La experiencia fue distinta a lo que ya conocía, pero me encantó, wow, salí de la sala totalmente renovada, en un estado delicioso de centramiento y paz; mi mente y mi cuerpo parecía que habían desaparecido, quedaba solo un precioso sentir directo de la experiencia. Era la meditación dinámica de Osho. Desde entonces he seguido aprendiendo tanto con mi maestra como con las enseñanzas de Osho, que me apoyan incondicionalmente en el camino. Las meditaciones activas trabajan de forma similar a cuando intentas calmar a un niño que está sobre-excitado. Si le dices “Pedrito, cálmate” probablemente sólo consigas que se ponga más nervioso, pero si te encuentras con él a su nivel a través del movimiento, podrás ir bajándole poco a poco hacia un estado de reposo y calma.
Osho ideó una serie de meditaciones activas en los años sesenta para servir las necesidades del hombre moderno tan caótico y desquiciado. A mí me chiflan la dinámica, la kundalini y la no dimensions, pero hay muchas más y son fáciles de descargar en la red.
Conectar con la tierra
Son muy interesantes y en todas ellas hay una fase inicial de movimiento extático a la que le sigue una de relajación consciente para terminar en un periodo de meditación sentada. Él decía que en la época de Patanjali (autor del Yoga Sutra, texto fundamental en la historia del yoga y que situamos cronológicamente alrededor del año 0) el centro energético primordial del ser humano era el corazón, que antes de eso era el ombligo, y que en el hombre moderno es la cabeza. Bien, pues las meditaciones activas te bajan de la cabeza al corazón y al ombligo de manera muy efectiva y rápida.
Los métodos de la meditación sentada funcionan para Buddha, para los yogins, para las personas que viven una vida de sosiego en la naturaleza, pero ellos no se rigen por un estilo de vida desquiciado como el nuestro; están enraizados energética y físicamente con la Tierra, son uno con ella. Y para poder despertar los centros energéticos superiores y abrirnos a la experiencia multidimensional de Ser es necesario tomar tierra, bajar de la cabeza al corazón; hay que echar raíces antes de crecer hacia arriba. Por eso las meditaciones activas ayudan tanto.
Así que, si tienes problemas sentándote a meditar o piensas que se te da fatal, no creas que el problema está en ti, quizá es que tu cuerpo-mente-corazón necesita fases de meditación en movimiento previas a que te sientes. Prueba a hacer una práctica de posturas de yoga o alguna otra meditación activa.
Lo importante es que meditemos pues una sociedad que medita es una sociedad feliz.
¡Feliz día internacional del yoga!
Aham prema – somos amor
Zaira Leal es autora de Una fiesta para el alma y de Yoga en la cocina, Ed. Urano. Se considera yoguini desde la cuna y empezó a enseñar yoga en el año 2000. zaira@zairalealyoga.com / T +34 636814338
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