El pasado 15 de enero se cumplieron 48 años desde la inauguración de Shadak por Almudena Hauríe y por mí. Desde aquellas remotas fechas siempre hemos sido rigurosamente fieles en Shadak a los auténticos hatha-yoga (yoga psicofisiológico) y radja-yoga (yoga psicomental). Escribe Ramiro Calle (foto Antonio García Martínez).
Han pasado por nuestro centro más de medio millón de personas de todas la edades, creencias y países. Todavía todos los días impartimos clases de cinco de la tarde a diez de la noche, dando yo personalmente dos clases diarias de meditación y una de hatha-yoga, asistido para otras clases por un equipo de tres magníficas profesoras: Silvia, Adoración y Luisa.
Shadak sigue conservando un sabor realmente entrañable y que destacan todos los alumnos, que son considerados nuestros amigos espirituales. Durante casi medio siglo, día a día, me he desplazado hasta Shadak, donde conservo una de mis bibliotecas. Es mi hogar espiritual y mi «punto de quietud» exterior aun estando en pleno corazón de esta cada vez más inhóspita ciudad. Incluso muchos domingos paso horas en Shadak atendiendo practicantes que vienen de fuera, ordenando libros, tomando notas o haciendo yo mismo la práctica. Tantos años han discurrido que hay gente que llega a Shadak y pregunta: “¿Sigue viviendo el profesor Calle?” o “¿Continúa impartiendo clases?”.
Era una mañana, meses años antes de la fecha indicada, cuando mi madre, Almudena, mis hermanos Miguel Ángel y Pedro Luis y yo llegamos a Ayala 10- 1º derecha, a examinar el piso que se nos alquilaba, en una calle, entonces, sumamente tranquila. Debido a la generosidad de mi padre, que siempre apoyó mi proyecto, aun dudando que pudiera salir adelante, pude alquilar el piso y llevar a cabo mi hermano Miguel Ángel la correspondiente decoración.
Comienzos de mucho trabajo y no poca incomprensión
Durante un tiempo considerable, Almudena Hauríe y yo impartimos un gran número de horas de clase al día, prácticamente de la mañana a la noche. Almudena, por fortuna, era una hatha-yoguini de extraordinarias capacidades, que más adelante se convirtió en una gran meditadora y una extraordinaria traductora de obras orientalistas, del inglés al castellano, figurando entre la veintena traducidas, las de Nanayaponika Thera. Solo unos años después fuimos asistidos también por la estupenda profesora de hatha-yoga María de las Nieves Corral y la secretaria Manuela Macías. Fueron años muy intensos de trabajo, y a veces teniendo que luchar, sin perder la motivación y el entusiasmo, contra la incomprensión, la ignorancia o incluso el más cerrado dogmatismo religioso.
A mis 75 años, ya superados, continúo en la difusión y enseñanza del yoga y de las técnicas orientales de autorrealización con la misma ilusión que hace ya casi medio siglo, y alentado por poner en manos de los demás el gran regalo que yo recibí en su día.
Ramiro Calle
Más de 50 años lleva Ramiro Calle impartiendo clases de yoga. Comenzó dando clases a domicilio y creó una academia de yoga por correspondencia para todo España y América Latina. En enero de l971 abrió su Centro de Yoga Shadak, por el que ya han pasado más de medio millón de personas. Entre sus 250 obras publicadas hay más de medio centenar dedicadas al yoga y disciplinas afines. Ha hecho del yoga el propósito y sentido de su vida, habiendo viajado en un centenar de ocasiones a la India, la patria del yoga.
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