Quien práctica Ásana comprueba sus beneficios en el terreno físico, emocional y mental, pero ¿es eso todo lo que nos puede ofrecer? Cuando realizamos esta práctica podemos ir más allá de la postura, más allá de la respiración: podemos llegar a meditar en ella, lo que denominamos Ásana Integral. Escribe Escuela de Yoga Integral Mahashakti.
Son muchos los motivos por los que cada día más gente practica Ásana. La mayoría de ellos responden a la búsqueda de un bienestar físico, emocional o mental que aumente su calidad de vida. Verdaderamente quien haya hecho ásanas puede confirmar que la mejoría en estos aspectos se hace notar en corto espacio de tiempo. Quizá por eso cada vez haya un mayor número de personas fieles a esta práctica… pero es mucho más lo que nos puede ofrecer.
Aunque en Occidente la parte del Yoga que más ha calado ha sido su parte estética y terapéutica, no debemos olvidar que el Yoga es un camino espiritual, que el yogui es un buscador de “lo transcendente” que quiere conocer el propósito de su corazón para poder realizarlo en la vida utilizando cada una de las oportunidades de las que dispone, entre ellas la práctica de ásana.
Observamos que el Yoga, en su conjunto, cubre las necesidades de todas las partes de nuestro Ser. Ordena, sana y equilibra el cuerpo físico con el Hatha Yoga. Con el Bhakti Yoga eleva nuestro estado emotivo. A través del Raja Yoga trabaja la atención, incorpora la intuición, como un sentido más, y abre nuestra mente a estados superiores de consciencia. El Jnana Yoga nos facilita la inspiración a través de la lectura y del estudio. Y el Karma Yoga nos ayuda a transformarnos a través del trabajo en medio de la vida.
Hatha Yoga y su compañera inseparable, la Meditación
El Hatha Yoga contempla una gran cantidad de herramientas y recursos que necesitamos conocer y practicar con eficiencia. Existen diferentes líneas que, en su sensibilidad, utilizan estas herramientas de diferentes modos. Todas, en general, funcionan bien y cubren las necesidades de diferentes tipos de personas. Algunas de estas líneas las vivimos temporalmente como etapas transitorias hacia otros Yogas más profundos o transcendentes.
Consideramos, más allá de la línea que practique cada uno, que en la actualidad el Hatha es una parte imprescindible en nuestra sadhana pero no la única, ya que Yoga no es sólo Hatha ni el Hatha es todo el Yoga. A nuestro modo de ver, para el hathayogui, la Meditación es compañera inseparable. Una buena combinación de Hatha y Raja hacen de nuestra práctica algo mucho más holístico, completo e integral. La meditación en el ásana nos puede llevar a Samadhi, objetivo final de todo Yoga; nos acerca a “la experiencia con lo más elevado que hay en nuestro interior y a la experiencia de comunión con Brahman”. A continuación veremos de qué forma el Ásana Integral fusiona el Hatha con la Meditación.
Los cuatro niveles de práctica de Ásana
En la práctica de Ásana consideramos que existen cuatro niveles de trabajo. Esta clasificación que presentamos se relaciona con las diferentes habilidades físicas, respiratorias y meditativas con las que cuenta el practicante y no con los grados de dificultad de las posturas, ya que esto se ceñiría a criterios meramente físicos haciendo de la práctica algo gimnástico. Te invitamos a que observes tu trabajo con Ásana y puedas ubicarte dentro de uno de los siguientes niveles en pos de avanzar hacia los siguientes.
–Nivel básico: Desarrollo postural del Ásana. El practicante está exclusivamente orientado en la posición, colocación y repercusión articular y muscular. El hecho de que se realicen ásanas más complejos en su ejecución no evita que estemos en un nivel básico, ya que el objetivo, en este nivel de práctica, está exclusivamente vinculado a lo físico y sus beneficios.
–Nivel medio: Pranayama en el Asana. En este nivel el practicante ya conoce cuáles son sus posibilidades y dificultades. Trabaja desde un límite cómodo y es capaz de integrar Raja Pranayama en cualquier ásana. Se sostiene posturalmente con comodidad respirando tranquilamente sin dificultad y sin tensión. En este nivel se requieren unos mínimos en el domino postural y un trabajo previo con el Pranayama.
–Nivel avanzado: Meditando en Ásana. Para acceder a este nivel, el hathayogui practica por separado la Meditación y ha adquirido un manejo evidente con la atención moviéndose con ella sin dificultad. Su posición como “observador consciente” en el ásana le aporta conocimiento sobre los contenidos y movimientos que surgen en su consciencia de superficie. Toma conciencia de que cada ásana pone en movimiento diferentes estados internos. En medio de Ásana observa, percibe y transforma.
–Asana Integral. Se da cuando se trasciende el nivel avanzado y se produce un contacto con lo transcendente, tanto interior, como exterior. Esta conexión se produce de un modo espontáneo, no forzado, facilitando diferentes grados de Samadhi.
Los cuatro escalones hacia el Ásana Integral
Cuando nos orientamos hacia la práctica de Asana Integral comenzamos un ascenso por los peldaños de nuestra sadhana, creando las condiciones para que se dé ese esperado encuentro con “lo más elevado” dentro de la propia práctica, lo que marca el objetivo principal de esta herramienta. La clave se encuentra en trasvasar las habilidades que adquirimos en el entrenamiento de la meditación sentada al Ásana. De entre todas ellas, el dominio sobre la atención va a ser lo que nos va a aportar la profundidad en los diferentes niveles. Haremos que la atención transite ordenadamente durante el desarrollo del ásana: supervisará la postura física, pasará a la acción respiratoria en el desarrollo de la misma y de ahí hacia el principio meditativo que nos ubica a plena consciencia como observador consciente.
La atención es el vector que proporciona a nuestra individualidad la experiencia de la vida y la experiencia de lo transcendente en la vida. En el Ásana Integral vamos adquiriendo consciencia, en todo momento, de dónde ubicamos la atención y hacia dónde la proyectamos.
Estos son los pasos para llegar a Ásana Integral:
1. La atención se vincula totalmente a la postura con el objetivo de construir, asentar y desarrollar la parte física del ásana.
2. Una vez asentado el ásana en su estructura física, vamos progresivamente basculando el grueso de la atención hacia la respiración en Raja Pranayama, hasta que sentimos que se estabiliza y se sostiene armónicamente, si bien dejaremos una parte de la atención atendiendo la postura física.
3. Cuando sintamos que la respiración en Raja Pranayama se ha instalado, y se sostiene armónicamente por sí misma, retiramos parcialmente la atención de ella ubicándonos tranquilamente como testigos a plena consciencia, observando pacíficamente el espacio perceptivo que se crea naturalmente delante de nosotros.
Realizaremos, de vez en cuando, una visita deliberada bien hacia la respiración, bien hacia lo orgánico para confirmar que estos aspectos siguen bien instalados, con el objetivo de reencauzar lo que se haya desajustado o simplemente para crecer tanto en lo postural como en lo respiratorio, volviendo finalmente la atención hacia la posición meditativa y realizando las mismas ge,stiones que en una práctica meditativa sentados en Siddhasana.
La ubicación como “observador a plena consciencia” nos permite detectar los movimientos emocionales y mentales que transitan en nuestro espacio perceptivo y que pueden estar relacionados con las estructuras orgánicas implicadas en el ásana, lo que nos da la oportunidad de que sean trabajados en el momento. Cuando realizamos estas gestiones podemos decir que, realmente, estamos comenzando a meditar en el ásana abriendo la posibilidad a una transformación interior.
4. Permaneciendo así llevamos la meditación hacia su objetivo primordial donde, de modo espontáneo, nos encontramos con la experiencia de la Luz, Paz, Amor y Gozo que nos proporciona el momento. Sólo entonces podemos decir que estamos realizando Ásana Integral.
Ásana Integral y Yoga Integral
Con Ásana Integral convertimos una simple postura en un laboratorio de exploración interior y en una vía que nos acerca a la experiencia de Samadhi. Pero la parte técnica no es suficiente para lo anterior. La apertura y receptividad a lo transcendente y la disposición a realizar un propósito que vaya más allá de un beneficio personal son elementos indispensables en esta concepción del Yoga como vía y camino espiritual.
Una vía que nos lleva al gran descubrimiento: el Maestro, el definitivo Maestro de Yoga, está en nuestro interior. No como alegoría, sino como realidad tangible y auténtica. Un camino que nos lleva a descubrir la verdad de lo que somos y el propósito que nuestro corazón quiere realizar. Que nos pone en comunión con las fuerzas de la vida que vibran en la Paz, el Amor, la Verdad y el Gozo. Fuerzas que para el yogui dejan de ser un secreto llegando a convertirse en un vehículo de las mismas. Un canal de Paz tan necesitada en estos tiempos, un medio que apoya ese gran objetivo del Yoga Integral: “Bajar el cielo a la Tierra”.
Escuela de Yoga Integral Mahashakti
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