La paz interior va quedándose oculta entre el trasiego de la vida moderna. El yoga (y la meditación) no ha de ofrecer la respuesta metafísica (pues no es una religión), pero prepara las condiciones necesarias para que cada uno pueda encontrar su propia luz. Escribe José Manuel Martínez Sánchez.
Ahora más que nunca, en esta sociedad estresada y agotada, el yoga puede servir para aportar una parada necesaria en la que volver a mirarse a uno mismo e ir disolviendo obstáculos que nos impiden acceder a nuestro interior. La paz interior va quedándose oculta entre el trasiego de la vida moderna, resulta una quimera. Un cambio de conciencia se hace necesario para orientar el rumbo por el que se dirige nuestra sociedad. El yoga (y la meditación) no ha de ofrecer la respuesta metafísica (pues no es una religión), pero prepara las condiciones necesarias para que cada uno pueda encontrar su propia luz, ya que la práctica yóguica nos conduce a un encuentro de equilibrio y serenidad que allana el terreno hacia nosotros mismos.
Para ello es necesario devolver al yoga su propia esencia, desmarcarlo de su finalidad meramente física o narcisista. El yoga no es fitness ni un deporte, no es un objeto de consumo más para quitarse unos kilos o tonificar, no es una práctica como otras para machacarse o engrandecer el ego con el postureo de hacer el pino con una sola mano… El yoga no es eso. Como tampoco es solamente una terapia o un lugar para evadirse de la realidad y darse un colocón de relax para prevenir el insomnio.
El yoga, aunque aporta una calma inimaginable, reduce la ansiedad y el estrés, alivia el dolor físico o previene el insomnio, no es sólo eso. Y aunque beneficia al cuerpo físico y le aporta flexibilidad, fortaleza, equilibrio, etc., no es sólo eso. La esencia del yoga se puede recuperar si su transmisión es íntegra y honesta. Y lo más importante es saber lo que no es y apartarlo de cualquier comercialización reduccionista y oportunista. Es yoga es tan amplío que puede ser muchas cosas pero no puede hacerse nunca sin conciencia. Y esa es la clave: el yoga es una herramienta para abrir la conciencia, para acceder a nosotros mismos, para unirnos a lo que realmente somos. Y esto no se puede obviar si queremos llamarlo yoga.
Viaje meditativo
El yoga es un matrimonio entre movimiento y quietud, un viaje meditativo. Es el encuentro con el equilibrio cuerpo-mente, una meditación donde atención y respiración te llevan de la mano viajando por lo dinámico y lo estático, por el hacer y el no-hacer, desde la fluidez y la armonía, desde la conciencia y la relajación que aflora y se desvela al despertar nuestras potencialidades internas; pues es un viaje hacia dentro y también hacia fuera, que nos invita a relacionarnos con el mundo de una manera más consciente, amorosa y creativa. Cuando uno está bien por dentro puede sentir el sol de su corazón también afuera, iluminándolo todo.
En el Vigñan Bhairav Tantra leemos: “La adoración no consiste en ofrendas sino en darse cuenta de que el corazón es la suprema consciencia liberada.” El yoga es un encuentro con el corazón, con lo que sentimos, con nuestra atención y nuestro alma enfocados en lo que hacemos, en lo que vivimos, en lo que experimentamos. Es un camino de conciencia, de escucha, de sensibilidad, de reconocimiento de nuestra auténtica naturaleza. Cada persona tiene su propia respuesta, su propia escucha. Y a través de la práctica del yoga refinamos los sentidos del alma (cuerpo, mente, emociones, espíritu…) para conectar con la autenticidad de nosotros mismos. Un camino de luz, sin duda, lleno de bendiciones.
José Manuel Martínez Sánchez (Albacete, 1983), es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Murcia. Máster en Psicología Humanista. Profesor de Yoga y Meditación. Director del centro de yoga Prana en Albacete. Ha escrito diversos libros, entre los que cabe destacar: Buscando la paz interior, Hacia el despertar espiritual y La luz de la conciencia. Palabras en la no-dualidad.
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