Simple, poderosa, sensual y bella. El poder lunar es el de elevar el espíritu de lo femenino. Como una madre, la luna nos enseña a tomar tiempo, a reducir nuestro ritmo y velocidad, a escuchar nuestras necesidades y a estar receptivos al cambio. Escribe Nita Miralles.
La luna ensalza la divinad femenina, nos enseña a cultivar la parte femenina que habita en todos, hombres y mujeres.
Si observas tu vida y tu práctica podrás ver las semejanzas y similitudes. No sólo practicamos muchos de nosotros un estilo Yang, solar, dinámico, dentro de nuestra esterilla sino nuestra vida pasa a un alto voltaje, a veces, frenéticamente. Por eso mismo, es tan necesario reducir ese paso y practicar lo que tenemos abandonado y tanto necesitamos: el Yin.
En las sesiones YinYang #Yogatothefullest por ReinodeNita creo un flujo de movimiento cuyo objetivo es algo tan sencillo como relajarse. Para poder acabar con una meditación larga, más larga de lo habitual si es que te sientas a meditar a diario. Una meditación, contemplación o concentración en la calma y conectando con el subconsciente.
La práctica Lunar complementa todas las prácticas más vigorosas, solares, que hacemos así como nos inspira a contemplar y observar nuestra actitud hacia la vida y el ritmo en el que vivimos. Nos invita a despertar con consciencia, atención, curiosidad y creatividad.
Con esta práctica el hombre aprende a dejar la comodidad del patriarcado, a reaprender la masculinidad, permitiéndose fluir hacia los verdaderos deseos de su ser. Decidiendo conscientemente ponerse al servicio de la vida, al servicio de la madre tierra, de la espontaneidad, de las relaciones, la creatividad, la imaginación cultivando el amor incondicional.
Crecer el amor incondicional requiere distintos ingredientes. Averiguar dónde reside la alegría, cómo es y siente tu niño interior, cómo relacionarse con el mundo, desde un nuevo compromiso consigo mismo, dando un giro a su vinculación con la naturaleza, y su unión con la Mujer.
Asímismo, las mujeres tenemos un trabajo continúo. Requerimos observación, atencíón a nuestro proceso interno, inquisición de las conexiones existentes, y a través del agua y fuego interior, limpiar y dejar marchar lo que no nos sirve, quemando impurezas mentales y limpiándolas con el río que alberga en nosotras. Así es como yo contemplo mi ciclo lunar. Cuando la sangre sale es porque he de limpiar y en cada parte del ciclo brinda la oportunidad de limpiar, sanar, crear y renovar.
Este ciclo nos permite empoderarnos, apoyando a otros y otras, brillando nosotras mismas en esta búsqueda eterna de retorno a nuestro centro, a lo sagrado que habita en cada ser.
La mujer cambiante como la luna posee muchas cualidades: refleja, absorbe, crece, mengua, crea, libera, renueva, nutre.
Energía femenina, la del cambio
Gracias al cultivo de esa energía Yin, a través de la práctica, podremos cada vez de forma más intuitiva encontrar un espacio seguro donde regresar, meditar, cultivarnos, y encontrar el equilibrio entre dar y recibir.
Es de vital importancia comprender que el poder de la Mujer & lo femenino -en mujeres y hombres- es la única fuerza que puede liderar esta poderosa transformación que nuestro mundo necesita.
El poder de lo lunar lo poseemos de forma intrínseca cada uno de nosotros, sólo tienes que despertarlo, nutrirlo y aprender a utilizarlo.
La práctica nos ofrece el suelo fértil donde cultivar y crecer en esencia igualmente en mujeres y hombres. Cada individuo tiene la responsabilidad y obligación de alimentar su espíritu y caminar sus cultivos, sintiéndose parte de un engranaje interconectado con todos los seres.
Nita Miralles es profesora de Yoga. Ver su biografía y su talleres aquí: http://elreinodenita.com/nita/