El próximo 2018 será el año del centenario de B.K.S. Iyengar. Nacido el 14 de diciembre de 1918 en Bellur, una pequeña aldea al sur de la India, hoy cumpliría 99 años. Escribe Olga Jiménez.
Nada en sus primeros años de vida hacía pronosticar que B. K. S. Iyengar se convertiría en uno de los hombres más reconocidos de este siglo. Nada permitía adivinar que gracias a él millones de personas en el mundo se beneficiarían de sus enseñanzas, que sus libros serían traducidos en más de 18 lenguas, que sus seguidores estarían repartidos por los cinco continentes.
A sus catorce años estaba enfermo de tuberculosis, malaria, fiebres tifoideas, y en estas condiciones apenas conseguía salir de la cama. Nadie esperaba que viviera más de un par de años.
Su hermana se casó con el maestro Krishnamacharia, quien le impartió las primeras nociones de asanas. Un maestro severo de disciplina implacable del cual Guruji no se alejó hasta ir a enseñar en Pune.
Sus conocimientos en asanas eran por entonces mínimos y el maestro no quiso enseñarle pranayama. Así decidió emprender un difícil camino de práctica inquebrantable, acierto/error: esas fueron sus herramientas. Pero sus pequeños avances y su necesidad de ganarse la vida con lo único que sabía hacer le animaron a no rendirse. Sus dificultades económicas en los primeros años fueron extremas, no pudiendo permitirse en muchas ocasiones una comida decente al día. Carecía de lo mínimo y aún así no dejó de practicar y de esforzarse.
En 1952 su suerte iba a cambiar. B. K. S.Iyengar conoció al virtuoso violinista Yehudi Menuhin. Tenían por entonces 34 y 36 años respectivamente. Su amistad permitió a Guruji comenzara a viajar a Europa para dar a conocer la ciencia del Yoga. Estos viajes se prolongarían hasta el final de sus días.
El día 19 de junio de 1961, Yogacharya B. K. S. Iyengar impartió su primera clase pública fuera de India en Londres, Inglaterra. A esta clase asistieron seis alumnos. El día 19 de junio del 2011, 50 años después, Guruji impartió una clase pública en Gauang Zhou, China, a 1.300 personas, y a sus casi 93 años caminaba entre los alumnos corrigiendo, ajustando y dejando profundas huellas en sus vidas con sus enseñanzas.
B. K. S. Iyengar pasará a la historia como el hombre que más se esforzó en dar a conocer el yoga, consiguiendo extenderlo no solo en los cinco continentes sino también en su propio país, donde recibiría algunos de los reconocimientos nacionales más importantes. Su instituto en Pune recibió el año pasado el Premio Primer Ministro como instituto de yoga más prestigioso en India.
Toda esta fama, todos estos logros, estuvieron acompañados de su absoluta humildad y su generosidad económica para con su pueblo. Se creó la «Fundación Bellur Trust» con las recaudaciones de las ventas de sus libros y las donaciones de practicantes de todo el mundo. Se crearía un colegio, una escuela de enfermeras, un hospital, un colegio mayor y la pequeña aldea de Bellur se transformó en el centro neurálgico de toda la comarca.
Aquellos que hemos tenido el privilegio de conocerle y de aprender con él nunca tendremos palabras suficientes de agradecimiento. Su mera presencia inspiraba la búsqueda de mejorar como seres humanos y avanzar en la práctica. Su inmensa energía podía respirarse a su lado. Incluso ahora, pasados los años, pensar en él produce una profunda emoción. Su huella ha quedado impregnada en millones de personas. !!!!Gracias Guruji!!!.
Olga Jiménez (profesora de la Escuela “Luz sobre el Yoga”, de Aravaca (Madrid)