En el verdadero hatha yoga siempre hay una fase estática en la ejecución del asana. Se hace, se mantiene y se deshace con lentitud y mucha atención, pues permite mantener el estiramiento, aumentar la presión del masaje, estabilizar el cuerpo, sedar el sistema nervioso, concentrar la mente e interiorizarse. (Leer la primera parte aquí) Escribe Ramiro Calle.
En el yoga auténtico nada ha sido librado al azar, nada es por casualidad; todas sus técnicas son el resultado de una verificación milenaria y llevada a cabo experiencialmente por millones de practicantes. Nada resulta gratuito. El yoga no es creencia, sino experiencia, y eso le hace tan solvente y fiable.
Los asanas o esquemas corporales son una parte del hatha-yoga, que se complementan con la respiración consciente o pranayama, las técnicas de control energético y neuromuscular (bandhas y mudras), los procedimientos de higiene (shatkarmas) y la relajación profunda (savasana). El asana estático forma parte del hatha-yoga más antiguo. Es lo que define el genuino hatha-yoga, que no busca el apego al cuerpo, sino el desapego del mismo, aunque se le atienda y cuide como valioso instrumento para acelerar la evolución consciente.
El asana estático es una vía de introspección, para, como diría Patanjali, inhibir el pensamiento mecánico e ir a la fuente de la mente, que se caracteriza por el silencio y la pura presencia de ser.
Hay asanas que pueden mantenerse durante varios minutos, como son los de torsión, flexión hacia delante e inversión. Resulta fácil comprender que en la medida en que una postura se mantiene más tiempo, tendrá más capacidad para estirar, alargar y flexibilizar el músculo; efectuar un masaje mucho más intenso sobre órganos y vísceras, aportar mayor cantidad de sangre a las distintas zonas del cuerpo, ejercer una saludable presión en los diferentes puntos vitales, las glándulas y los plexos nerviosos.
Todo ello, acompañado de una respiración más consciente que cada asana va imponiendo por sí mismo de acuerdo a su naturaleza o el esfuerzo mayor o menor que requiera.
Conectando con el presente
El asana estático va modificando la actitud de la mente, seda el sistema nervioso e induce a una relajación más profunda y benéfica tras acabar la sesión de asanas. Adquiere así el asana todo su alcance psicosomático y se cumple la antigua enseñanza de que «por la conquista del cuerpo se llega a la conquista de la mente».
El trabajo consciente sobre le cuerpo se convierte también en trabajo consciente sobre el cuerpo energético y se permite un flujo más libre y benéfico de las energías. Es como si de alguna forma el cuerpo se iluminase y se pudieran ir consiguiendo esas perlas que, de acuerdo a Ramakrishna, en el cuerpo se encuentran.
En la medida en que se vive el cuerpo, sus sensaciones y funciones, también la mente se entrena metódicamente para suspender los pensamientos automáticos y conectar con el momento presente. El cuerpo se torna para el hatha-yogui un laboratorio viviente en el que lleva a cabo su alquimia interior para la transformación energética y emocional. La fuerza vital o prana se pone al servicio del practicante, que aprende a reunificarla y no dispersarla. Penetrando en el cuerpo, uno empieza a ahondar más en sí mismo.
El cuerpo es un medio que ayuda a lograr estados superiores de consciencia. Este cultivo del cuerpo se convierte en una técnica mental muy valiosa. Hatha quiere decir fuerza, pero no se trata solo de la fuerza física, sino en especial de la interior, pues como me insistía Babaji Sibananda de Benarés, nada aprecia tanto un yogui como la fuerza interior.
Aparte del valor terapéutico de las posiciones del yoga, lo cierto es que tienen un gran valor psíquico y espiritual si la actitud es la adecuada y se observan los requisitos necesarios. El asana colabora en la retracción sensorial o retiro de la dinámica de los sentidos, para propiciar un estado de introspección transformativo.
Lamentablemente los pseudoyogas o yogas desvirtuados pierden de vista el carácter real y la gran importancia de la práctica de los asanas como medio liberatorio. Es de esperar que cada día mayor número de personas purifiquen de tal modo su discernimiento y desarrollen sus motivaciones espirituales, como para comprender que la práctica del asana no es para conducirnos al culto o apego al cuerpo, ni al fatuo exhibicionismo de una llamativa elasticidad ni a la afirmación del egocentrismo, sino, bien al contrario, a instrumentalizar nuestra corporeidad para sanear la mente y poder encontrar el en el cuerpo un aliado en la senda hacia la autorrealización.
Ramiro Calle
Más de 50 años lleva Ramiro Calle impartiendo clases de yoga. Comenzó dando clases a domicilio y creó una academia de yoga por correspondencia para todo España y América Latina. En enero de l971 abrió su Centro de Yoga Shadak, por el que ya han pasado más de medio millón de personas. Entre sus 250 obras publicadas hay más de medio centenar dedicadas al yoga y disciplinas afines. Ha hecho del yoga el propósito y sentido de su vida, habiendo viajado en un centenar de ocasiones a la India, la patria del yoga.
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