Otra nueva entrega de Yoga Pirata, con su atrevimiento, su retranca y su lucidez. Esta vez le toca a la postura del Perro Mirando hacia Abajo o, por la vía rápida, el Perro Bocabajo.
Ya crees que sabes lo que es. Crees que sabes de qué va. Puede que incluso lo enseñes desde hace años y pienses que has desvelado todos sus secretos. Conoces tus sensaciones en el Perro bocabajo como “yo”. Es como el olor de las magdalenas del desayuno y Proust: todo está ahí. Y efectivamente así es, pero “todo” era más, mucho más. Siempre lo es.
Un ajuste. Y de repente “todo” es diferente. “Yo” es capaz de vivir cosas distintas a lo que “yo” era antes. Esto se llama crisis. ¿Quién es “yo”? Un profesor te dice: “¿Por qué colocas el núcleo tan rígido?”, “¿Por qué no bloqueas los hombros?”, “Pero estira la espalda…”.
Y tú te dices (voz de trueno enojado saliendo de nube bíblica): ¿Que YO tengo el núcleo rígido? ¿Qué YO no bloqueo los hombros? ¿Qué YO no estiro la espalda? Mira nene, yo estiraba la espalda antes de que tú tuvieras flagelo de espermatozoide (por supuesto, esto te lo censuras, que para algo haces Yoga) ¿Qué yo tengo el núcleo rígido? Lo único que tengo rígido… (¡censurado!) ¿¿¿Qué por qué no bloqueo los hombros YO???
Y no importa porque otro día otro profesor te dirá que no ajustas los bandhas o que los hombros no se bloquean así.
¿Quién coloca a Iyengar?
Pero, en el mejor de los casos, SIEMPRE DEBE pasar esto. Los profesores veteranos senior de Iyengar siguen viviéndolo. Salen de las clases del boss felizmente estupefactados. Se les ha hecho encontrarse con sus límites y sus incorrecciones (y hablamos de profes senior de Iyengar, la crème de la crème, la flor y nata, la aristocracia de la aristocracia). Por eso Iyengar siendo El Boss.
(Pregunta ¿Quién coloca a Iyengar? ¿Es autosuficiente? ¿Baja entre las nubes un ángel a secarle el sudor en sus crisis? Es una duda religiosa que siempre he tenido. Por eso es el Boss.)
Realmente sólo una cosa queda clara: no existe el Perro bocabajo lo mismo que no existe “yo”. Sólo hay un flujo de equivocaciones cómodas (en el mejor de los casos: recuérdense los años que hubo que dedicar para que el mito “el Perro bocabajo es una postura cómoda” se hiciese… más o menos… realidad) que se transforman en otras.
Y extrañamente, tras la crisis, el Perro bocabajo es más familiar. Más entrañable. Está más vivo. Se ha vivificado. Se ha llenado de experiencia. Resplandece.
Siempre digo en clase que lo fácil es hacer Yoga. En ese paramundo de la esterilla exponemos bajo análisis intuitivo todo lo que somos. O dicho de otro modo, nos dejamos ser. Lejos de facturas, deberes, elecciones… solo “yo” y el espejo de la práctica. En la vida cotidiana es difícil hallar el ajuste perfecto que fluya hacia la sabiduría desde la firmeza y la comodidad. Es más fácil encontrar obstáculos de los que culparse o culpar a otros. Es más fácil dejar de ser violento en la esterilla que en el trabajo o con los que amamos. Perderse y rencontrarse en el Perro bocabajo es una magnífica experiencia para ir aceptando el arte de fluir en el cambio. Surf de secano.
Quién es
Roberto Rodríguez Nogueira es profesor de yoga, blogger y escritor.