El profesor Ballesteros es uno de los grandes conocedores de la obra de Ramana Maharsi, a quien dedicó varias obras muy reveladoras. Con él conversamos sobre este auténtico sabio y sobre la existencia.
Ernesto Ballesteros es doctor en Filosofía y catedrático de la Escuela Universitaria de Cuenca. En la prolífica obra de este enamorado de la filosofía e intelectual inquietísimo destacan numerosos estudios sobre filosofía oriental, entre ellos: Los yogasutras de Patañjali, Kant frente a Shankara, Antah Karana, Comentarios al Sat Darshana de Sri Ramana Maharsi (todas editadas por Bhisma) y sobre todo Las enseñanzas de Ramana Maharsi (ed. Kairós), un acercamiento a la vida y a la obra de este auténtico sabio de la India.
El profesor Ballesteros, 70 años en la mejor de las formas, es uno de los mayores estudiosos de la obra de Ramana Maharsi a nivel mundial, pero sobre todo puede ser el que mejor ha comentado y diseccionado sus claves. Sus libros son un auténtico hallazgo, un tesoro para todos los que admiramos a Maharsi.
¿De dónde su interés por Ramana Maharsi?
Estuve cautivado por Ramana Maharsi durante muchos años. Con hombres como Maharsi, mi interés no decae, pero tampoco decae con Kant, con Aristóteles, con Nisargadatta. Conozco muy bien a Ramana y toda su vida, y es de las cinco o seis personas –por decir un número– ¬ a las que admiro. Era un ser especial. Vivía como un niño normal hasta que llega por primera vez al samadhi de una manera natural. Luego, ya de joven, empieza a alcanzarlo de una forma deliberada. Al Buda le costó mucho más, estudios, búsquedas, y quiso tener alumnos porque creía que sus enseñanzas eran buenas para la humanidad. Ramana no quiso tener alumnos, y si los tuvo fue porque dejaba que las personas se agruparan a su alrededor.
Ahora está escribiendo un libro sobre el ser, visto desde la filosofía occidental…
La obra la titulo La antigua polémica del ser y el cambio. En realidad, los filósofos sólo se han dedicado durante toda la historia a hablar de qué es el ser y qué es el cambio y cómo se relacionan. Heráclito de Éfeso (“Somos y no somos”) dice que la realidad es cambio. Un poco después Parménides dice todo lo contrario: sólo hay ser, todo es ser; el ser es, y el no ser no es, luego el cambio es imposible. Los dos tienen razón. Y eso lo tomo como el origen de mi obra. Con estas dos teorías aparentemente contrapuestas, Heráclito y Parménides abren la filosofía occidental.
“La conciencia de que vamos a morir
nos hace como somos”
¿Y cuál es su opinión de estudioso de los grandes filósofos?
Bergson y Heidegger se quedaron a medias en su búsqueda sobre el ser y el cambio. Este último, en su obra Ser y tiempo, tiene una clave. Llama al hombre: ser-relativo-a-la-muerte. El estar-ahí (dasein) es otra clave: la realidad la hace el hombre, y luego la explica. El ser humano está haciendo la realidad. Y Heidegger lo dice: el hombre no sólo es existente, es ‘existenciador’, el que hace lo existente alrededor de él.
Para mí lo fundamental es lo que dice Heidegger –pero no lo explica bien–: el hombre es un ser relativo a un fin o relativo a la muerte. Lo que nos diferencia de los animales es una cosa muchísimo más clara que el tamaño del cerebro, y lo citan, pero sólo lo citan, Bergson y Heidegger: los animales no saben que se van a morir, y el hombre sí. Y somos como somos porque sabemos que nos vamos a morir. De ahí nace todo: el lenguaje, la escritura, la imprenta.
Yo creo que esos episodios que le suceden a Ramana o al Buda que pueden ser interpretados como “iluminaciones” o samadhis son una muerte en vida. Quien vive una experiencia de muerte en vida, entonces entiende lo que hay ahí, y se sorprende, se maravilla. Comprende su verdadera naturaleza. Una naturaleza que no sólo es la real, sino la que da realidad a todo lo demás. Cualquier objeto, hasta el más humilde, revela su sentido, su existir, cuando yo lo observo, lo nombro y lo transformo en símbolo.
¿Cuál de las dos filosofías, la de Occidente o la de Oriente, se ha preocupado más por saber quién somos, qué es el ser?
La filosofía oriental es un camino, y la oriental es otro. Pero tienen que pretender llegar los dos al mismo sitio, ¿o no? La realidad tiene que ser igual para un indio que para un español. Pero en Occidente no nos estamos transformando, nos están transformando. ¿Ustedes se creen que se puede vivir sin religión? El hombre no ha vivido nunca sin religión y sin filosofía. No se puede vivir sin una religión o una ideología que ayude a entender qué demonios es esto que hay aquí. Ahora la que trata de dar respuesta a eso es la ciencia. Pero la ciencia tiene su religión, que es el materialismo. La ciencia cree que todo es materia; la ciencia se basa en las relaciones entre lo medible, y si algo no se puede medir, no hay materia, luego no se puede hacer ciencia.
Aristóteles y Kant ponen la base de la ciencia, porque son los que creen en la materia, el uno como potencia/acto y el otro como fenómeno. Y cuando llegan algunos como Hegel, le tachan de loco porque se le ocurre decir que la realidad es el espíritu absoluto, porque es una realidad que se está haciendo y conociéndose así misma mientras se hace. Bergson dice que hay un impulso vital (élan vital) que es el que crea la vida y el que se va desarrollando y conociendo a sí mismo.
Y tras escribir este libro, ¿cuál sería su conclusión?, ¿qué somos, qué es la realidad?
La realidad se está haciendo y conociendo a sí misma, y el punto más elevado en ese proceso es el ser humano. Por ello estamos haciendo y conociendo mucho de nosotros mismos, pero todavía nos queda mucho por conocer, y sobre todo por ‘hacernos’. Es que el espíritu absoluto, el élan vital o el dasein se hace y se conoce a sí mismo en el tiempo.
Por tanto, el hombre es un ser que se da cuenta de que ha tenido un principio y sobre todo de que tiene un final. Por eso hablamos, por eso escribimos y por eso pensamos. Y por eso sufrimos y gozamos.
Por Emilio J. Gómez y Pepa Castro