Savasana, al concluir cada clase de yoga, la relajación final… ¡y tan final! Y mientras que traducimos graciosamente del sánscrito las otras posiciones, perros, gatos, palomas y pavos reales… este significado nos lo ahorramos por lo tremendo. Escribe Joaquín G. Weil. Foto Toni Otero.
Podría haberse llamado la posición del durmiente o cosa parecida, pero se llama así, la posición del cadáver, y no es por casualidad.
Antaño se aconsejaba a los anacoretas del yoga y del budismo la meditación sobre la muerte. Su significado, la emoción y la reflexión que nos provoca, en ocasiones, visitando los cementerios. Y puede parecer una práctica tétrica, pero pienso que al contrario invitaba, por paradójico que pueda parecer, al vitalismo, a valorar, gozar y aprovechar cada instante de esta preciosa vida.
Era el correlato a nuestro memento mori de los cuadros claroscuros barrocos con la leyenda en la calavera a la llama de la vela: «Como te ves, me vi. Como me ves, te verás», que algunos interpretaban como el carpe diem y otros como lo contrario.
Estando en Benarés, mi buen amigo el anticuario Jorge Pardo me convenció para que le acompañara a visitar una lejana e histórica mezquita, río arriba. Le costó trabajo arrancarme de mis rutinas de yoga y meditación, pues siempre he sido un mal turista que ni siquiera ha visitado el Taj Majal. Ni mucho menos se me ocurrió visitar el Burning Ghat, la famosa escalinata que desciende hasta el río Ganges, donde está el crematorio de los difuntos (en savasana sobre aromática leña de sándalo). Fuimos caminando, entre otros santuarios que jalonan la rivera (salvo el mencionado crematorio, que me empeñé en esquivar) y visitamos aquella mezquita. Luego, a la vuelta, puesto que ya era río abajo, tomamos una barca conducida por un flaco remero.
De todas formas, por mucho que te empeñes, si estás un tiempo en India el contacto con la muerte y con algunos horrores (ahorraré detalles), es casi inevitable.
Cuando la barca pasaba junto a la escalinata del gran crematorio nos atrapó un extraño remolino que hizo girar sobre sí la barca un tiempo que me pareció inacabable. Por mucho que el remero se esforzaba, no conseguía sacar la barca lejos de aquella escalinata donde de modo incesante caían cráneos rodando y eran arrojados los huesos calcinados de los difuntos hasta el agua.
Estaba claro que nos tocaba ver aquello y, después de un rato largo, por fin el Ganges nos liberó y nos permitió seguir nuestra singladura río abajo.
Por aquello de que el hecho de la muerte entre nosotros hoy en día está recluido en los hospitales, ya no meditan sobre la muerte ni los dramaturgos ni los filósofos (ni los yoguis), pero sí el personal sanitario. Como ahora la enfermera y doctora Penny Sartori, que ha llevado a cabo recientemente una exhaustiva recopilación sobre experiencias cercanas a la muerte (ECM), de cuya publicación ha dado cuenta Yoga en Red.
Considero que la perspectiva sobre la muerte desde las ECM es hoy en día mucho más provechosa que cualquier otra práctica meditativa que se realice de carácter tétrico. Las ECM son menos folclóricas y más reales. Arrojan más luz sobre el asunto del tránsito al otro lado. Además de leer los relatos en libros, impresiona ver los vídeos disponibles en la red, donde los y las protagonistas relatan sus experiencias. La emoción y el sobrecogimiento con que narran la espiritual aventura no podría ser impostada ni por los mejores actores o actrices.
A propósito de actores, recomendable la película Salvado por la luz, un biopic sobre una de las personas que sepamos más veces y más tiempo experimentó las ECM: Dannion Brinkley. En España está el célebre caso, tan bien explicado por su protagonista, de Emilio Carrillo, tanto en su libro El Tránsito, como en las conferencias, cuyos vídeos están disponibles en la red. Y por fin, remitirnos también al artículo relativo ya publicado por nosotros en este mismo medio.
El mensaje principal de todos estos relatos, dicho así casi citando palabra por palabra, es: la muerte no existe, se trata de un tránsito (“bardo” en tibetano); nos aguarda un futuro brillante; todas nuestras experiencias en esta vida tienen un preciso sentido; somos héroes y heroinas espirituales en este mundo; la vida de cada ser sintiente es algo precioso y maravilloso. La esencia de la vida espiritual y divinal es un amor de una potencia y un alcance indescriptible. Cada persona es amada de una manera y con una intensidad que no cabe imaginar.
De una manera difícil de comprender, la posición de savasana, recoge este mensaje. Tendidos con las palmas abiertas hacia el cielo en gesto o mudra de aceptación de todos los dones, rendimos nuestro cuerpo a la inercia, abandonamos todo empeño terrestre y relajamos lo más profundo que nos resulte posible para desligar nuestra alma de las tensiones que la sujetan al engaño de la materia. Hace falta una virtud para lograr esta relajación máxima: valor. El mismo valor con que nos enfrentamos tanto a nuestra muerte (envés) como a su faz de luz (eros y tánatos freudianos), el disfrute máximo y amoroso de nuestra propia vida plena.
Si has llegado hasta este final del artículo, en alguna medida, valor ya tienes.
Efectos principales del ECM (y probablemente de la meditación sobre lo mismo, savasana):
(Fuente: ECM, Penny Sartori, Ed. Kairós)
- Perder el temor a la muerte.
- Más tolerancia, amabilidad y compasión.
- Renuncia a la prioridad del materialismo y la búsqueda de estatus.
- Una nueva valoración de la vida y de la importancia de las relaciones personales y familiares.
- Evolución del impulso espiritual.
- Sentimiento de una misión o propósito en esta vida.
- Aumento de la conciencia ecológica y medioambiental.
- Mejora de la salud.
Algunas frases sobre la muerte (que no encontrarás en ninguna recopilación):
“El arte de vivir” es una expresión que ha dado nombre a numerosos libros. El swami Rudradev, refiriéndose a uno de ellos que entonces estaba en boga, comentaba: “Yo no enseño el arte de vivir, sino el arte de morir.”
A este respecto, mejor todavía la frase que le oí a un maestro de la floresta: “Da igual si aprendemos o no el arte de morir. Vamos a morir del mismo modo”.
Y por fin esta frase de Claudio Naranjo en un libro reciente de entrevistas: “Al otro mundo no nos llevamos lo que hemos recibido en éste, sino lo que hemos dado”. Qué lejos esta comprensión del obtuso egoísmo de ricos hombres, reyes, emperadores y faraones antiguos que pretendían llevarse consigo al más allá todas las riquezas (bagatelas) de este mundo. Esos son los pedruscos que, por su peso, no dejan elevarse a las almas.
Quién es
Joaquín García Weil es licenciado en Filosofía, profesor de yoga y director de Yoga Sala Málaga. Practica Yoga desde hace veinte años y lo enseña desde hace once. Es alumno del Swami Rudradev (discípulo destacado de Iyengar), con quien ha aprendido en el Yoga Study Center, Rishikesh, India. También ha estudiado con el Dr. Vagish Sastri de Benarés, entre otros maestros. Más información: http://yogasala.blogspot.com https://www.facebook.com/yogasala.malaga
Referencias para enlaces:
Libros:
ECM. Experiencias Cercanas a la Muerte Penny Sartori
http://editorialkairos.com/catalogo/ecm-experiencias-cercanas-a-la-muerte
El Tránsito, Emilio Carrillo
http://editorialsirio.com/index.php?mod=colecciones&isbn=9788416233786
Película:
Salvado por la luz (Saved by the light)1995
Artículo:
La iluminación del Buda como experiencia cercana a la muerte
http://www.yogaenred.com/2015/04/13/la-iluminacion-del-buda-como-experiencia-cercana-a-la-muerte/