Siento luego existo. Dicen que hasta los espíritus tienen sentimientos, y más profundos que los cuerpos. Pero aquí en esta vida nuestra en la Tierra, sentimos con el corazón, el pulmón y otras vísceras, los músculos y los huesos. Al ejercitarnos en nuestro yoga de respiraciones amplias y asanas enérgicas movemos el pensar y los sentimientos. Escribe Joaquín G Weil. Foto Toni Otero.
El viernes pasado, 23 de octubre del 2015, celebramos la segunda edición del Yoga en la Plaza en Málaga, a cincuenta metros de la casa donde nació Picasso.
Por vez primera, que yo sepa, se realizó la experiencia en una sesión ciudadana de yoga de pedir a los más de trescientos participantes que, al finalizar la práctica, se subieran al estrado para elegir una de las etiquetas que habíamos preparado para que expresaran sus sentimientos o sensaciones yóguicas, o aquellas cualidades positivas con las que habían conectado o a las que se habían acercado a través de su práctica del yoga: salud, amor, energía, equilibrio, alegría, responsabilidad, gratitud, unión, atención, creatividad, respeto, serenidad y así hasta casi veinte.
Luego pudieron realizar una foto o selfie mostrando las etiquetas seleccionadas y compartir las instantáneas con sus familiares y amigos en las redes sociales. En un ámbito de comunicaciones tan tecnológicamente avanzadas como repletas de banalidades, estas iniciativas pienso son un empuje hacia lo positivo, sensato y sereno.
Volviendo a la frase del principio, decía el filósofo Descartes que todo es dudable, salvo que pensamos, luego existimos. Pero esta es una abreviación simplista de todo el proceso, pues la frase entera sería: siento que pienso, luego siento que existo. Y siento y experimento otras muchas cosas. Los sentimiento y hasta las sensaciones anteceden y suceden al pensamiento. Es el corazón quien nos dice qué es lo cierto.
Cuando la profesora de yoga Pilar Jurado iba amablemente realizando estas coloristas etiquetas, reparé en varios hechos de sabiduría. Uno de ellos es que nuestras cualidades positivas personales son al mismo tiempo cualidades positivas para la buena convivencia en el conjunto de la ciudadanía, y así el amor con uno es el amor para otros. Y el que es realmente feliz, quiere felicidad para todos. Y el que es alegre, quiere compartir su alegría. Y el que es atento, entonces respeta. Etcétera.
El secreto del yoga
Cuando presenté el evento, en nombre de Barrio Picasso, de las Áreas de Deporte y Medio Ambiente del Ayuntamiento de Málaga y del Instituto Andaluz del Yoga, una vez más dije en alta voz y megafonía el secreto del yoga: para tener una mente y un espíritu feliz hace falta habitar en un cuerpo contento: un cuerpo cómoda y ampliamente erguido y respirar largas bocanadas de divina energía y profundas exhalaciones de tranquilidad y paz. El yoga nos ayuda a conseguirlo.
Desde hace algunos años (pero un lapso de tiempo insignificante en la larga historia del yoga), se ha puesto de moda en diversas escuelas la enseñanza de un yoga de pretensiones cientifistas, que hace hincapié en la anatomía de nuestro cuerpo.
Mimetizando la así llamada ciencia médica y otras, se pretende que el yoga sea algo así como una tecnología del movimiento y las posiciones del cuerpo. Y se erige como mantra el concepto de la alineación. He de recordar que en la naturaleza no existe la línea recta, así como tampoco existen los círculos perfectos. Tampoco el color blanco o el negro. Todo en la naturaleza se expresa en multitud de formas y matices.
Las famosas alineaciones del yoga no son más que un intento de proyectar nuestros pobres conceptos matemáticos o geométricos sobre la enorme riqueza de la naturaleza. Y si alguien no me cree, pues no hace falta que se ponga al día de la física cuántica; simplemente que se lea a Immanuel Kant, que lo dejó todo muy claro y en alemán: geometría y aritmética no son más que proyecciones de nuestra mente. Nadie desde entonces ha osado contestarle. Seguimos con el razonamiento…
No hay peor error que apelar a la realidad y tomar lo real por su concepto. Así algunos creen que por hablar de músculos, tendones y huesos se acercan a lo real, cuando en verdad se devanan los sesos procurando encajar las sensaciones que le llegan de su cuerpo con las imágenes mentales de un atlas anatómico. ¿Es eso yoga?
¿Y qué es lo real? Como decía Buda, lo real es esto. Tal cual. Tathagata.
Incluso así, como no quiero ser fanático ni siquiera de las ideas que doy por más ciertas, agarré un libro grueso de anatomía dispuesto a estudiarlo, el Henry Gray’s Anatomy of the Human Body, un antiguo tratado. Y vi que, como antiguo que era, no estaba adornado por bonitos colores sino que parecía exactamente lo que una anatomía en estricta etimología es: una disección de cadáveres. Y claro está, los cadáveres no practican más que una sola posición de yoga: savasana.
Epidemias de dolores musculares
Lo que me dio la pista de lo absurdo de la moda anatomista de la enseñanza del yoga fue la epidemia de dolores en los músculos piramidales. ¿Cómo puede un dolor en un músculo ser una moda? Pues como tantas otras cosas, como las enfermedades que durante un tiempo se ponen de moda y luego o bien desaparecen, o no se habla de ellas, o se engloban en otros conceptos, como antaño la clorosis, pandemia que en su época hacía desmayarse a las damiselas decimonónicas y de la cual ya nadie se acuerda.
Pues bien, así otros tantos ejemplos. Corresponde a la soberbia cientifista el creer que los errores son cosa sólo del pasado. Falso. Ya se reirán nuestros descendientes del sinnúmero de sinrazones de nuestros días. También como la extraña mística que hoy rodea a los músculos psoas, y lo que venga. He tecleado en el buscador “significado de los músculos psoas” y me resulta en primer lugar un artículo titulado “Músculos Psoas o Músculos del Alma”. Ahí va eso, que ni siquiera niego puede tener hasta su parte de verdad. Etcétera.
Cansado ya de tantos dolores en los piramidales que aquejaban a los estudiantes de yoga y otros allegados, decidí averiguar qué eran aquellos músculos que tanto dolían a las personas. Para mi sorpresa descubrí que sólo parte de la humanidad tiene dichos músculos. Hay millares personas (el 20% de la población mundial) que viven su vida sin ellos tan ricamente. O lo peor, puede ser que hasta sin tenerlos, les duelan. (Como señalaba el neurólogo Oliver Sacks de los dolores en los miembros fantasma). Tales son los engaños de la mente. Ya sé que algunos lectores no querrán creerme, pero no hace falta que me crean, ahí tienen la Wikipedia.
Por fin nos encontramos con el chiste del concienzudo profesor de yoga anatomista que, sobre aconsejar una enérgica rotación en el trocanter, ordena estirar los piramidales. Y el esforzado alumno de yoga anatómico tal vez estire fantasmagóricamente un músculo de su cuerpo que ni siquiera existe.
Ya peino una cantidad suficiente de canas en la cabeza que me permiten aconsejar lo siguiente: olvídense de las modas en el yoga y vuelvan a las esencias: dharana y pratyahara. Conecta contigo, observa tus sensaciones y sentimientos. Enseñoréate de tus emociones a través de la práctica del yoga. Alcanza tu verdadero objetivo: felicidad y contento.
De lo único que no puedes dudar en este mundo es de tus sensaciones, emociones y sentimientos. ¿Qué sientes cuando practicas yoga? Puedes contárnoslo en: info@yogaenred.com
Joaquín G Weil
Quién es
Joaquín García Weil es licenciado en Filosofía, profesor de yoga y director de Yoga Sala Málaga. Practica Yoga desde hace veinte años y lo enseña desde hace once. Es alumno del Swami Rudradev (discípulo destacado de Iyengar), con quien ha aprendido en el Yoga Study Center, Rishikesh, India. También ha estudiado con el Dr. Vagish Sastri de Benarés, entre otros maestros. Más información: http://yogasala.blogspot.com https://www.facebook.com/yogasala.malaga