Como ya informamos, el Instituto Andaluz del Yoga y Yoga en Red han convocado un I Concurso de Fotografía y Vídeo dedicado al Yoga y la Meditación. Mientras seguimos recibiendo obras originales hasta el 20 de junio, compartimos la historia de Carlos Canal, médico, hematólogo y fotógrafo.
Conocimos la historia del médico hematólogo y fotógrafo Carlos Canal gracias a Joaquín G. Weil, fundador de YogaSala Málaga y gran impulsor del concurso de fotografía al que nos hemos referido. Joaquín nos envió el enlace al diario Sur.es cuyo texto compartimos más abajo. También os recomendamos que no os perdáis este precioso vídeo «El Arte de Curar» que descubrimos posteriormente en YouTube:
[youtube]https://www.youtube.com/watch?v=mul7ycXUzCc[/youtube]
Y este es el texto de Sur.es escrito por Gema Martínez con fotos de Álvaro Cabrera. Se titula: «Carlos Canal, hematólogo y fotógrafo terapéutico: El médico que retrataba a sus pacientes».
Imagínese que tiene cita con un especialista porque le han detectado anemia. Llega a la consulta y le acompaña la persona en la que más confía. El médico le atiende a la manera tradicional, pero cuando termina, el especialista pregunta: «¿Les puedo hacer una foto?».
La escena ha ocurrido -más de una vez-, y ese especialista era Carlos Canal en los años ochenta. Ahora, tres décadas después, esas escenas se le vienen a la cabeza para recordarle que fue así como empezó a mezclar fotografía y medicina: «Sí, así fue». Dice que entonces ni siquiera le buscó sentido a esa acción: «Yo era médico, trabajaba en un hospital y aquellos eran mis pacientes. Me limitaba a documentarlo como tantas otras cosas en mi vida».
No fue hasta 1999 cuando Carlos Canal, hematólogo, fotógrafo, buscador y curioso, se planteó un trabajo de investigación para documentar los efectos terapéuticos del arte de la fotografía en el contexto de la enfermedad, «saber si servía para que los pacientes recuperaran su identidad, expresaran emociones, mejoraran su calidad de vida». Presentó el proyecto al Fondo de Investigación Sanitaria, pero no le concedieron la beca porque, según dice, no les pareció un trabajo serio.
Cinco años después se publicaba Recuperar la luz, un libro en el que Rosa Ramiro, una de sus pacientes con leucemia, retrata y relata el proceso de su enfermedad desde una mirada absolutamente nueva, creativa y vital y en el que cuenta cómo recién estrenada su condición de paciente hospitalaria entró en su habitación un tipo peculiar que se presentó como su médico y que traía colgada al cuello una cámara fotográfica.
El tipo, ya se sabe, era Carlos, y el libro resultado de aquel trabajo comienza con la siguiente frase de la paciente: «Hace algún tiempo tuve la fortuna de caer gravemente enferma».
Sufrir para aprender
«Desgraciadamente, el aprendizaje siempre nos llega a través del sufrimiento», afirma Carlos Canal. Y lo ratifica: «Siempre, siempre». La enfermedad, añade, es un estado que nos hace sufrir y también es una oportunidad de aprendizaje, de conocimiento. Y de sufrimiento y de pérdidas y de aprendizaje él sabe mucho.
Una gran pérdida definió su incipiente vocación médica: «Con trece años ocurrió un hecho trágico en mi familia. Murió de cáncer una tía mía que era como mi segunda madre. Me produjo mucho dolor perder de esa manera a una persona a la que amaba. La vi sufrir y deteriorarse y me sentí impotente». Tomó la decisión de estudiar medicina, una vocación ya apuntada por el referente de un padre que no llegó a ser médico, pero al que le apasionaba el mundo relacionado con la farmacia, la medicina y las terapias.
Con el tiempo, que es cómo se saben estas cosas, Carlos Canal ha sabido que la figura paterna fue determinante no sólo para marcarle el camino profesional sino también para determinar su pasión fotográfica: «Él era una aficionado increíble a la fotografía y de hecho yo tengo un álbum familiar de fotos hechas por él que es muy poco común». Todavía tiene el recuerdo de verle revelar: «Supongo que todo eso se quedó ahí, en algún lugar del cerebro, en el que, sin saberlo, ya tenía el alien de la fotografía», relata.
Aún le gusta utilizar la cámara analógica cuando trabaja con el aspecto terapéutico de la fotografía: «Una de las cualidades de la fotografía que me sigue fascinando es ese tiempo de latencia que hay entre el instante en el que haces una foto y el momento en el que la ves». Cuando trabaja con pacientes utiliza ese espacio para que ellos elaboren textos a modo de pie de fotos: «Una imagen desencadena un estado que hace que tu mente elabore un texto que viene de dentro. Hacer la fotografía sería la espoleta que hace explosionar algo que está dentro».
El inconsciente
Carlos Canal se refiere al inconsciente, a esa sombra junguiana, a todas esas cualidades que un día escondimos para que no nos rechazaran; a la envidia, al orgullo, al odio, a la ira o a la rabia y también, por qué no, a la fuerza, al coraje o al valor.
Hace cinco años, este hematólogo/fotógrafo o fotógrafo/hematólogo tuvo un accidente que casi le cuesta la vida: «Creo que en cierta manera yo fui responsable de mi accidente. Hay momentos en los que te encuentras sin salida y a pesar de ello no tomas una decisión; entonces la vida la toma por ti», dice.
La clave no está en lo que ocurre, sino en lo que hacemos con los que nos ocurre, viene a resumir, después de asegurar que está en permanente crisis: «Es curioso que describamos el estado de ‘normalidad’ como un estado de bienestar abúlico. El hachazo tiene que llegar, porque la vida es un proceso dinámico en el que ocurren cosas para que podamos tomar conciencia de lo que somos».
Publicación original: http://www.diariosur.es/v/20100925/sociedad/carlos-canal-hamatologo-fotografo-20100925.html