Hoy escribo estas palabras contemplando las olas del mar de fondo con sus crestas salvajes y su mágica e inteligente regularidad. Escribe Patricia Sanagu.
El viento de levante ruge casi con rabia y sin descanso. Las gotas de agua salada y la bruma del mar llegan hasta los cristales de mi ventana y el tintineo, que en otras ocasiones es suave y melodioso, de los cilindros sonoros del móvil de mi terraza compiten esta vez, con el romper violento de las olas y el lamento del viento.
Son días extraños estos, una primavera desordenada entre eclipses y cambios de horas de luz que nos invitan, más bien nos empujan sin contemplación, a replantear nuestros hábitos y costumbres. Dicen que la primavera es época de transición y depuración. Y parece que todos los acontecimientos de nuestra vida se alían con el fluir de la naturaleza pidiendo una regeneración, una limpieza y una transformación.
Siento más que nunca el caos, lo impermanente, lo salvaje de la vida. Lo difícil que es contener, retener, apegarse, cuando las circunstancias siempre se están moviendo, de la misma manera que hoy el viento lo mueve, lo transforma, incluso lo destruye todo a su paso y las olas parecen que buscan traer a la orilla barcos hundidos de lo profundo del mar.
Medito sobre esos barcos hundidos que también están enterrados en lo profundo del corazón, sueños rotos, anhelos olvidados, planes y mapas que quedaron inservibles porque la vida decidió explorar otras vías.
¿Cómo tener la valentía de bajar a ese lugar y contemplar? ¿Cómo ser capaz de dejar esa puerta abierta y no bajo llave?
Siento que la primavera es un espacio donde la luz y la oscuridad se entremezclan. Donde todavía las ramas secas del invierno se intercalan con las bellas flores blancas de los árboles en flor. Donde la yerba alta, salvaje y entreverada del invierno se enreda con delicadas flores de pálido violeta. Dónde sobre el tronco caído por el rayo de una tormenta, empiezan a surgir nuevos y desafiantes brotes verdes y tiernos.
En esta ocasión te invito a practicar una “meditación caminando” o walking metitation, inspirada en los indios americanos y en el mindfulness de Tich Nhat Hanh y contemplar la naturaleza saliendo del invierno, entrando en la primavera. Y descubrir esa danza entre oscuridad y luz, nacimiento y disolución, ocultamiento y revelación… y como la muerte/vida/muerte/vida danzan… Y, como un reflejo, deja que fluyan igualmente esas energías en tu corazón, que emerjan los barcos hundidos y las salvajes olas los traigan a la orilla para que el viento los limpie y el sol los ilumine. Deja que la energía de la vida y la muerte fluyan sin contención en tu corazón.
Meditación caminando o Walking Meditation
Camina como si besaras la tierra bajo tus pies decía, Titch Nhat Hanh.
Donde quiera que caminamos podemos practicar la meditación. Tendemos a sentir que tenemos que llegar a algún lado, que tenemos que darnos prisa, que se nos va el tiempo. Y rara vez nos paramos a preguntarnos: “Prisa ¿para qué?”.
Cuando se practica la meditación caminando, el fin es simplemente caminar, no llegar a ningún lugar en ningún momento concreto. Es una manera placentera de profundizar en la relación con nuestro cuerpo y la tierra. Respiramos, damos un paso consciente y volvemos a nuestra verdadera casa, que está justo aquí y ahora.
Comienza sintiendo tus pasos en la tierra, de qué manera su ritmo es guiado por la respiración, cuándo y cómo inhalas, cuándo y cómo exhalas. Con cada respiración podemos tomar un solo paso. Observa cómo se produce la pisada, siente el soporte de la tierra, la atracción de la gravedad. Experimenta las sensaciones que produce en todo tu cuerpo. Cada respiración consciente, cada paso consciente, nos recuerda que estamos vivos en este hermoso planeta. No necesitamos nada más.
Cuando caminamos así, con nuestro aliento, traemos nuestro cuerpo y nuestra mente de nuevo juntos. Cuando nuestra mente y nuestro cuerpo se han calmado, vemos con mayor claridad.
Mira alrededor, detente en los detalles de la naturaleza, qué sientes respecto a lo que ves, cómo te sientes mientras caminas. A través de tu respiración, identifica los olores, las sensaciones. Creemos que la tierra es la tierra y somos algo fuera de ella. Pero la Tierra nos es. Imagina un árbol y nosotros somos una hoja. La Tierra no es algo que está fuera de nosotros que tenemos que cuidar; la tierra está en ti, igual que los antepasados, los maestros, cada ser vivo y que ha vivido está en ti. Para cuidar la tierra nos ocupamos de nosotros mismos, para entendernos observamos la tierra.
Cuando miramos nuestra propia formación corporal, cuando empezamos a entender el funcionamiento de nuestra mente, cuando nos paramos a sentir los latidos del corazón, nos damos cuenta de que la naturaleza, el universo están dentro de nosotros. Observa y deja que se produzca la expansión de tu Conciencia.
Patricia Sanagu.
Nataraya Yoga & Mindfulness
Anusara-Inspired™ Yoga Teacher
Certified AcroYoga Teacher
Yoga Alliance E-RYT 200 RTY500
Socio Profesional de A.E.Y.T. (Asociación Española de Yoga Terapéutico)
www.nataraya.org / info@nataraya.org / (skype) patricia.sanagu