No es necesario demostrar las virtudes reparadoras del sueño, tanto física como mentalmente. Soñar tiene una función terapéutica, artística y espiritual. En cambio, el alto nivel de exigencia de la vida moderna es un factor constante de estrés que genera trastornos de sueño tanto en los adultos como en los niños, aunque se diga que el niño vive al margen de las inquietudes de los “mayores” y que duerme como un angelote. Escribe Elizabeth Werlen.
Para ciertas personas, abandonarse en brazos de Morfeo se convierte en un reto, con la obsesión de noches tediosas sin sueños y mortecinos despertares.
Evitar exponerse a las tensiones inherentes a la trepidante modernidad es deseable, pero no siempre posible. Es necesario continuar realizando sus actividades o sentándose en un pupitre escolar para prepararse para hacerse “mayor”. Incluso retirarse en una isla desierta comporta sus contingencias y su ración de miedos.
Sean cuales sean nuestras condiciones de vida, seamos ricos o pobres, enfermos o en perfecta salud, jóvenes o viejos, la angustia de nuestra finitud nos invade un día u otro. Para eliminar las inquietudes, los medicamentos de la farmacopea convencional no resuelven la problemática subyacente y solamente aportan un alivio cuyos efectos secundarios son a veces más temibles que las disfunciones
¿Qué hacer ? ¿Huir ? ¿Aguantar ? ¿Lamentarse ? ¿O quizás mejor buscar en nosotros mismos el remedio inesperado?
El sueño de los yoguis
Las perspectivas serían bien oscuras si Oriente no hubiera aceptado librar un poco de los secretos de su arte de vivir con consciencia, y si los occidentales no hubieran percibido sus aportes benéficos y complementarios a la búsqueda de la felicidad y el equilibrio. Divulgando estas disciplinas que tienen en cuenta el ser humano en su globalidad, parece que han anticipado la necesidad de encontrar cómo adaptarse a los vértigos de la vida actual.
El Yoga, llegado desde tiempos remotos, está cada vez más a nuestro alcance. Los efectos de su práctica a todos los niveles de salud son reconocidos hasta tal punto que los médicos occidentales, a pesar de su esencia cartesiana, llegan a rescribirlo a sus pacientes y ya son incontables los profesores y los practicantes en nuestros pueblos y ciudades.
En medio de escuelas y linajes bien conocidos hay una que se dedica totalmente al sueño, se trata del Yoga Nidra. Este yoga del sueño y del soñar, surgido de la tradición tántrica del Shivanismo de Cachemira, estaba, en sus orígenes, reservado a los grandes sabios. Algunas de sus prácticas son mencionadas en los Sutras de Patanjali bajo el nombre sánscrito de Nyasa.
Es a partir de un largo estudio en los textos fundadores que un yogui indio contemporáneo, Swami Satyananda, desarrolló un método despojado de los rituales complicados de las enseñanzas originales y lo divulgó en 1956.
Tal como lo conocemos hoy, el Yoga Nidra no es una invención propiamente dicha, sino el resultado de una síntesis del proceso de relajación profunda puesta a punto en tiempos inmemoriales.
Como únicamente puede hacerlo la sabiduría, el Yoga Nidra coincide con los descubrimientos recientes en neurociencia, medicina y psicología.
Si hemos soñado con dormir mejor, una sesión de 20 minutos de esta relajación guiada equivale, prácticamente, a tres horas de sueño. No se trata pues de la evasión nocturna en la cual intentamos sumergirnos al final de nuestras jornadas extenuantes, al contrario, se trata de un breve sueño lúcido, muy recuperador, durante el cual el cuerpo descansa mientras que el espíritu continúa despierto.
El sueño despierto
El principio está fundado en un retiro progresivo de los sentidos, excepto el del contacto con el soporte sobre el cual uno está instalado, inmóvil, y el del oído a través del cual son recibidas las consignas de este viaje interior.
En nueve secuencias siguiendo la progresión de la escala de Patanjali (Transición , Sankalpa, Rotación de la conciencia, Respiración controlada, Sensaciones por pares opuestos, Imágenes rápidas, Historia simbólica, Sankalpa, Transición), el recorrido conduce al origen del yo íntimo y acompaña el retorno a la actividad con un cuerpo descansado y un estado de espíritu renovado.
Se trata, pues, de un arte que pide tacto para focalizar la atención sobre las sensaciones corporales y acoger las numerosas estimulaciones del imaginario. Tanto es así, que durante una sesión sabiamente guiada, al igual que un delfín unas veces brincando por encima de la superficie del océano, otras sumergiéndose en el agua profunda, uno se mantiene a flote sobre la línea de flotación, traspasando imperceptiblemente, de etapa en etapa, las fronteras del consciente y del subconsciente, trayendo, a veces, los tesoros escondidos de recuerdos olvidados o de enigmáticas imágenes.
La conquista de otro sueño
Como todo descubrimiento fundamental, el procedimiento es de una eficacidad inaudita y de una evidente simplicidad. Pero si uno quiere coger toda la sutilidad, además de la práctica asidua con un profesor o de la escucha de sesiones grabadas, es necesario recibir una iniciación.
Este método es transmitido en Europa por Micheline Flak, traductora del libro de su autor, Swami Satyananda, Yoga Nidra, de cuyo maestro ella recibió personalmente la enseñanza durante unos cuarenta años. Como profesora de inglés y de yoga, también es pionera en la introducción del yoga y de la relajación en el marco escolar y fundadora del RYE Francia (Recherche pour le Yoga dans l’Education)
Numerosos profesores, educadores, terapeutas, médicos de distintas partes del mundo utilizan esta práctica con fines personales y se refieren a ella dentro de su marco profesional, para compensar el sueño o reeducarlo, mejorar la concentración, agudizar la memoria, estimular la creatividad, calmar la excitación, dinamizar la apatía, liberar la palabra…
Los formadores de RYE España, filial fundada en 2010 en Barcelona, han recibido la enseñanza de Micheline Flak, heredando así por línea directa la visión teórica de su diseñador, Swami Satyananda, y de su “saber-hacer espiritual”. Por su parte, se consagran en transmitir la esencia con precisión y sensibilidad durante los módulos de formación que dan acceso a una certificación*.
El Yoga Nidra en su forma original, era competencia de una ascesis para conseguir un estado superior de elevación. La estructura, tal como nos ha sido transmitida hoy, responde tanto a las necesidades corporales más básicas de relajación como a las aspiraciones más sutiles de obertura de la consciencia.
El arte del Yoga Nidra se parece al de un funámbulo que deambula entre dos elementos, aire y tierra. Consiste en explorar los territorios que van del cuerpo físico al cuerpo sutil (los cinco koshas, según la teoría yóguica), manteniéndose en equilibrio sobre la cuerda de la lucidez.
Está probado que es también un arte por el arte, una fuente de inspiraciones para el artista consumado, así como para el creador que dormita en el fondo de cada uno de entre nosotros y espera el prodigio de ser desvelado.
Elizabeth Werlen es formadora TRYE España. Texto traducido por Mª Teresa Lladó.