La gratitud es una de las prácticas más eficaces y hermosas para vivir consciente en la vida cotidiana, y la más fácil de cultivar. No requiere el menor sacrificio y es mucho lo que se obtiene. Por Koncha Pinos Pey para Espacio MIMIND.
Es particularmente útil para aquellas personas que están deprimidas o tienen sentimientos autodestructivos, aquellas que sienten que «la vida las trata mal”.
Cultivar la gratitud hace que la vida florezca, es un sentimiento de ser bendecido y tiene más sentido que ganar la lotería; es como una apreciación más precisa de la naturaleza de la interdependencia de la vida. También provoca sentimientos de generosidad que nos acercan a la alegría. La gratitud puede ablandar el corazón de piedra, reservado y herido; aquel que se construyó blindado y que es incapaz de perdonar. Además crea tanta claridad mental que es perfecta para el desarrollo espiritual.
Gratitud en tiempos difíciles
Si la gratitud sienta tan bien ¿por qué no la practicamos a menudo? Es porque nuestra mente se ha quedado atascada en el modo de resolución de problemas ordinarios, y no se da cuenta de lo que no funciona realmente; está tratando de resolver lo que no funciona, y olvida lo que funciona. Esto puede parecer positivo y lo es… hasta cierto punto, porque siempre habrán cosas «no deseables» en nuestra vida. En consecuencia, si reducimos nuestra experiencia a los eventos angustiosos y focalizamos la mente en lo estresante, estaremos respondiendo de manera negativa a nuestra existencia. ¿Eso es lo que queremos de la vida? ¿De verdad queremos retrasar el sentido de estar vivo mientras esperamos que el futuro sea perfecto? ¿Y si el futuro nunca llega?
Cuando nos esforzamos en practicar la gratitud, nos damos cuenta de lo difícil que resulta. Porque no nos hemos educado en ello. La gratitud no está presente, y surge el miedo, la confusión, la ira. Pongamos un ejemplo: imagínate por un momento que has tenido un accidente de tráfico, sin importancia. El coche ha resultado gravemente dañado, pero todos estáis bien. Si te enojas con la situación y con la pérdidas materiales del coche, pierdes la oportunidad de enfocar hacia el agradecimiento: “Estoy agradecido porque estoy vivo, estoy agradecido porque todos están bien, estoy agradecido porque no ha habido mayores daños…”. Enfócate en lo positivo y verás cómo la creación y el aprendizaje son asombrosos.
Reflexiona un momento sobre esto: tú, con todos tus defectos, has sido elegido por la vida para vivir conscientemente, saber qué eres y qué no eres, y hacer de ella un milagro en cada instante. Este regalo de la vida consciente es la gracia, incluso cuando tu vida está llena de dificultades y no puedes sentir ni por un momento la bondad de estar presente. La gratitud por la gracia de la realización consciente se convierte en la práctica de la gratitud desinteresada, en la que tus preocupaciones poco a poco dejan de ser “solo tú” y se trasladan a todos los seres vivos.
Estado de gracia
Te das cuenta de que el dolor y la alegría son un misterio. Cuando este estado de gracia desinteresado comienza a florecer, tu mente se vuelve más amplia, más tranquila y tu corazón recibe la primera oleada de la liberación tan buscada- “libre del miedo y del deseo”-. Esa es la gracia.
¿De qué estas agradecido? Haz una lista. Incluye lo más básico de lo que disfrutas (como el agua, el cielo, la tierra, una ducha caliente, un café por la mañana…).
La próxima vez que estés en una situación difícil, haz el esfuerzo de practicar la gratitud. Haz una pausa para apreciar ese momento, ese sentido de bienestar y observa: ¿dónde te lleva la gratitud? Tómate unos momentos al final del día y observa mentalmente las muchas personas de manera invisible que te han servido y sido generosas contigo: te han dado medicina, vivienda, comida, educación, afecto… y dales las gracias.