Entrevista con Chema Vílchez: «La música más espiritual es Bach»

2013-10-24

Chema Vílchez es un músico y un yogui de la cabeza a los pies pero sobre todo de espíritu, corazón y vocación. Aquí le tenemos, sincero y valiente: «All you need is love para mí es un mantra moderno». Le acompañamos un rato en su viaje interior a través de la música. Entrevista de yoga en Red.

Chema Vilchez yoga

Graduado con honores en el Musicians Institute de Los Angeles. Especialidades en armonía moderna, arreglos y composición, guitarra clásica, guitarra flamenca y eléctrica. Profesor de Yoga por la Fundación Sivananda y Yoga para la Paz. (ver su web)

Grabó su primer disco en 1995 (El sueño del navegante), y desde entonces ha habido cinco más (La Naturaleza Sagrada de la Vida, Contemporary Visions-Jazz Standars, Las Siete Revelaciones del Silencio, Música para la Relajación y el Sosiego y El Faquir). Ha publicado además dos libros: El Sueño del Navegante y otros Poemas y Yoga Renacer a la Vida.

Ha realizado giras, en Italia, Francia, Suiza, India, Estados Unidos, Marruecos y España.

Ahora pugna por sacar adelante un nuevo álbum, Unity, dentro de su proyecto Yoga Music Experience. Desde Yoga en Red os animamos a colaborar.

Tú, que enseñas yoga desde hace 25 años, ¿por qué no haces música con mantras?, ¿por qué no kirtan y por qué jazz?
Porque para mí la forma, dentro de lo que es la expresión artística, es lo menos importante. Quiero ir un poquito más allá, hacia la fuente de donde sale ese contenido. Lo que hace que un kirtan o un mantra sean un kirtan o un martan es tu actitud. Yo creo que una canción de John Lennon puede llegar a ser un mantra: All you need is love para mí es un mantra moderno.

No he sentido necesario aferrarme a tradiciones ancestrales, no creo tanto en eso, en el rito y en lo fenoménico. Si tú conectas con esa parte tuya, artística o no, que está mas allá de ese desarrollo egoico de “tengo que hacer una música que guste, que sea de esta manera o de otra…”, para conectar con lo espiritual, entonces creo que lo que hagas tiene ese punto sacro que es lo que buscamos en un kirtan o en un mantra.

Para mí, el ejemplo de la música más espiritual es Bach, más incluso que las músicas orientales. Sí que resulta más tópico agarrarnos a ciertas formas que funcionan. Yo no tengo nada en contra de ellas, al contrario, he cantado muchos mantras. Pero mi lenguaje natural ha sido más el jazz, no el tradicional, sino la improvisación, conectar con ese lenguaje que va saliendo de ti de manera natural y que surge de la parte espiritual.

Es una expresión honesta de lo que tú sientes…
Sí, pero mejor llevar el acto más allá de lo que sientes, a la coordenada espiritual. Los músicos, los actores, los pintores expresan su vivencia personal de las cosas, y eso está muy bien, un mundo de sensibilidades que llena la historia del arte. Pero -y de ahí lo de Yoga Music Experience- hay una experiencia que es la de yoga, la de unión, la de conectar con esa parte que está más allá de la maraña de pensamientos, de sentimientos, de miedos. Llegar a esa parte espiritual con la que conectas cuando meditas. Y desde ese silencio interior, en mi caso como músico, nacen músicas, y quiero sacarlas hacia afuera. Estoy convencido de que estas músicas no cuentan mi vida personal; salen de ese lado un poquito más espiritual, más del ser.

El ego queda trascendido por esa música que es meditación…
Yo creo que sí. Trascender el ego y que salga esa parte que va más allá de tus propias emociones personales. Creo que desde ahí sale la música que tiene contenido de sanación, muy importante en los tiempos que vivimos. Y me refiero a esa sanación que tiene que ver con lo mental y lo espiritual, con el darte cuenta de las cosas, con poner una semillita de lucidez en alguien que en ese momento está en una búsqueda… La música tiene ese poder, como energía del sonido que nos traspasa. Y cuanto más pura es esa energía, más poder de transformación tiene.

Yo como músico es lo que busco. Ya no me llena para nada ser un músico de jazz con más o menos aceptación. En los tiempos que corren, me parece vergonzante hacer un disco y que te digan que qué bien tocas. No se trata de eso, sino de ir a otro sitio.

Entonces ¿qué es lo que te agrada escuchar como comentario de la gente tras tus conciertos?
Más que un comentario, lo que nos agrada es ver cómo sale la gente. Hemos visto a gente llorar de emoción, la emoción de que se han removido cosas y desempolvado interiores. Y va más allá de las palabras, como cuando te dan un abrazo y te dicen gracias. Y para mí eso es muy importante porque da sentido a mi trabajo. El trabajo de un músico obliga a pasarte demasiadas horas encerrado, tocando tu instrumento, trabajando en él, y entonces dices: tal y como está el mundo y yo aquí tocando la guitarrita, qué mal. Así que me da mucho sentido saber que he producido algo que a alguien le sirve. Si no sería un trabajo de narcisismo insoportable.

Es hermosa la idea de hacer surgir una energía transformadora de la música…
La energía del sonido es tremendamente transformadora y tiene un poder inmenso. La música como energía de vibración que es, unida a la connotación de belleza y cultural, alcanza sitios de los que ni siquiera somos conscientes. Cuando hablas a alguien, tienes ese filtro de lo consciente, pero con la música entras directamente a lo inconsciente.

Sin ideas preconcebidas ni perjuicios ni interpretaciones distorsionantes.
Justo. El poder de la música es inmenso, como el de todas las artes. Por eso me indigna ver cómo esta ese mundo del arte y de la cultura. El otro día en una conferencia que dimos, habló un señor, Antonio, de 85 años, misionero y cura obrero, dijo que el lema ahora es: “Como la sabiduría no la podemos prohibir, vamos a fomentar la estupidez”. Y es verdad, cuando veo la televisión, por ejemplo los vídeos musicales, no puedo soportar la imagen de la cantante de moda enseñando los muslos y encerrada en una jaula. Pienso: me quieres vender liberación femenina cuando es mujer florero elevado a la máxima potencia. Si levantaran la cabeza Clara Campoamor y todas aquellas mujeres que lucharon tanto y hace ya tanto tiempo. ¿Cómo hemos podido ir tan para atrás? O el caso de esa chica que antes era el icono de Disney y ahora es un icono sexual. El escándalo es que estás enviando esa información a las niñas de 9 años y la estás convirtiendo en su modelo.

El 99% de la música que nos llega de todos lados nace desde ahí, del consumo, del marketing, está absolutamente vacía. Y si necesitan usar la palabra yoga para darle un poco de trascendencia, pues te van a decir que tal o cual artista hace yoga. Es todo muy falso. Para quien conoce el valor y la fuerza que tiene la música, ver que se utiliza para enajenar es muy lamentable. Lo que se está haciendo con la música es puro nazismo, aborregar a la gente.

Otra de tus facetas es enseñar yoga a los músicos.
Una forma muy rápida de empezar es mediante la conciencia corporal, porque la música es una de las profesiones que más lesiones genera: de espalda, de manos,muñecas. En las clases eliminan mucha tensión pero al mismo tiempo tienen que hacer un trabajo mental, y a partir de ahí empieza a aflorar todo. Aprenden asanas, a respirar, y de ahí, de manera natural llegan a lo mental. También es muy importante enseñarles a meditar, porque luego pueden llevar la meditación y la conexión interior a la propia ejecución del instrumento.

¿Cómo nació Yoga Music Experience?
Me compré el primer libro de yoga con 11 años y llevo practicando desde los 17. Y empecé a hacer música a los 14. Curiosamente, eran caminos paralelos hasta que un día te das cuenta de que es el mismo camino. Yoga Music Experience nace de tratar de unir eso, la expresión musical con un lenguaje de lo esencial, del interior. Desde entonces decidí que todo lo que hiciera en música tenía que ser una experiencia unida al yoga.

A partir de ahí fui componiendo temas, muchos de ellos surgidos de la meditación, del trabajo interior, y trato de hacerlo todo desde ahí, desde lo más adentro posible. Luego fui buscando músicos afines al proyecto.

Es complicado ponerlo en marcha porque es un proyecto que no tiene mucho que ver con lo que se hace a nivel comercial, y también se sale de lo que se hace en el propio ámbito del yoga. Porque la gente espera oír kirtan y mantras, y no tiene por qué ser así; al contrario, a veces esa mecanicidad de repetir el rito porque sí nos aparta de la esencia de lo que puede ser el yoga.

Es más bien una experiencia de un viaje interior a través de la música, y de una música que tratamos que cada vez sea distinta, pues el 50% de ella es improvisada, inspirada por la energía que se crea con el público. Es una experiencia de meditación y música colectiva.

¿Cómo surge la idea del financiar un nuevo disco con el crowdfunding?
Pensamos que le proyecto de Unity si tenía que salir adelante era porque la gente lo apoyaba. Y si no conseguimos sacar suficientes fondos para financiar el proyecto, pues a lo mejor no sacarlo. Está yendo despacio pero, bueno, vamos a ver. El problema es que no tenemos agencia de comunicación ni compañía discográfica, y darlo a conocer es duro, tiene que ser en base a comunicaciones personales… Gracias a Yoga en Red esperamos que lo conozca mucha gente…

¿Qué opinas del momento que estamos viviendo?
Los más optimistas pensábamos que la crisis iba a servir para dar un paso adelante en crecimiento interior, o en ser un poco más lúcidos sobre lo que ocurre en el mundo. Pero sin embargo parece que estamos como en un naufragio, dándonos codazos y entonando el sálvese quien pueda, y no acaba de fraguar esa idea de humanismo que tanto necesitamos.

No podemos cambiar el mundo si no cambiamos interiormente. Pero es tan difícil hacer lo correcto, que si no nos ponemos manos a la obra con una disciplina de cambio, de trabajo interior, no lo vamos a conseguir.

Yo creo que la clave está en que los seres humanos lleguemos a sentir que no acabamos en la piel, empezar a sentirnos en el otro. Por eso creo tanto en el yoga, como método y disciplina para la transformación interior.

Sobre todo ahora que cada vez hay más practicantes conscientes de que tienen que estar en el mundo y no huir al refugio interior.
Hay que hacer yoga social. De hecho para mí el yoga si no es social no es yoga, porque además es hacia donde nos lleva. Si tú estás haciendo tu trabajo interior correctamente, empiezas a sentirte en la piel del otro y a actuar en ese karma yoga de la acción desinteresada.