Yoga y el poder de lo tangible: Encontrando el objetivo de nuestra experiencia física

2025-04-24

En general, los yoguis y yoguinis estamos de acuerdo en que somos seres espirituales viviendo una experiencia física. ¿Pero cuál es la razón principal por la que los seres de luz venimos a un plano material? Durante toda la historia de la humanidad se han dado múltiples respuestas a esta pregunta, algunas muy superficiales y otras excesivamente complicadas. Escribe Pedro López Pereda.

Cada vez tenemos más información sobre cómo los seres de luz aprendemos en distintos planos. Además, los grandes maestros nos transmitieron que la dimensión física ofrece más posibilidades de crecimiento que un plano sutil. ¿Por qué?

Analogía del hogar en la remota montaña

Voy a desarrollar una analogía que dé respuesta a esta última pregunta, y lo hago porque, por su complejidad, no encuentro otra forma mejor de explicarlo:

En un remoto valle de montaña, situado en una depresión entre vertientes de una alta cordillera, vivía una familia en una casa donde un arroyo regaba las tierras de cultivo que circundaban la vivienda, los corrales del ganado y las dependencias del material agrícola.

Alejados de lo que llamamos civilización, los padres y sus numerosos hijos eran totalmente autosuficientes, rodeados de un entorno idílico y un clima suave que les proporcionaba todo lo que precisaban para vivir.

Los hijos habían aprendido de sus sabios padres a conocer los secretos de la naturaleza y a utilizar sus manos para reparar objetos y crear otros nuevos.

También desde pequeños les enseñaron a plantearse metas, evaluar sus habilidades personales, controlar el pensamiento propio, meditar y dar lo mejor de sí mismos.

Pero lo que más nos concierne es que los padres utilizaban un lenguaje rico que transmitieron a sus hijos. Les inculcaron la capacidad de comprender y ser conscientes del significado de muchas de palabras y les enseñaron a hablar y escuchar eficazmente.

Pero en aquella remota montaña no tenían la necesidad de escribir y tampoco de leer, y por ello lo desconocían. Todo era de todos, no sabían lo que era la propiedad individual ni el comercio ni el dinero.

Un día los padres plantearon a sus hijos la posibilidad de viajar a las tierras bajas para que allí aprendieran algo hasta ahora desconocido para ellos: leer y escribir. Los padres tampoco lo necesitaban y lo habían olvidado, pero pensaron que alguno de sus hijos podía vivir la experiencia de conocer el arte de convertir las palabras en algo tangible, vivir la posibilidad de llevar con ellos un texto en una tablilla de arcilla.

El más joven se interesó por la escritura y le vio muchas posibilidades, y dijo a sus padres que, trabajando con las palabras sobre un soporte físico, podía crear belleza o expresar mejor sus impresiones por medio de la palabra.

Les comentó que escribiendo podría penetrar en las profundidades de los sentimientos, y así mismo, sería una herramienta importante para caminar por los intrincados paisajes de la experiencia en las tierras bajas.

Cuando estudiemos la estructura de las palabras, la formas en que estas se enlazan y los significados de tales combinaciones, comprenderemos mejor la esencia intangible de nuestra propia naturaleza.

Después les dijo que con la escritura se expandiría el lenguaje por la totalidad convirtiendo la palabra en poesía, y terminó por asegurar que la poesía trascendería las limitaciones de nuestra prosa, entretejiendo palabras, ritmo e imágenes para crear un tapiz donde la estética podrá brillar sin encontrar límites.

Los padres le comprendieron y por ello le explicaron los inconvenientes del viaje a la tierra baja, las dificultades del camino y los sufrimientos que pasaría para conseguir su meta. Querían que fuesen todos muy conscientes de los riesgos que iban a encontrar en este recorrido y de los problemas que tendrían para sobrevivir.

Los más osados decidieron emprender el camino con su hermano. Sabiendo por lo que iban a pasar, elaboraron un plan para ayudarse entre ellos, contando con el amor y el apoyo de todos. De esta forma, iniciaron el viaje de ida que los llevaría a las tierras bajas, para encontrar nueva luz en el oscuro plano de la materia.

Cuando elegimos lo tangible

No creo que sea necesario explicar que el lenguaje en esta analogía representa a la conciencia.

Al igual que los hermanos del hogar de la montaña, los seres de luz no tenemos ninguna obligación de encarnarnos en un plano tangible, pero si tomamos la decisión de hacerlo es porque nos permite expandir nuestra conciencia de una forma mucho más rica.

En el plano tangible aprendemos a escribir (a ser conscientes) desde lo más básico, desde cero. Por este motivo hemos dejado en nuestro hogar la autoconciencia, para comenzar como niños a hacer garabatos aleatorios sobre un papel hasta que conseguimos controlar nuestros trazos. Después aprendemos a dibujar líneas verticales y horizontales, cruces, cuadrados y curvas hasta llegar al círculo. Y solo gracias a esta experiencia nacen de nuestra mano las primeras letras bien definidas y seguiremos nuestra evolución hasta que tomamos conciencia de que podemos escribir palabras completas y hermosas frases.

Al llegar al plano tangible empezamos a utilizar nuestros sentidos más básicos percibiendo el sabor de la leche materna, el olor de nuestros padres, su tacto, su sonido y por fin su imagen. Más tarde, tomamos conciencia de nuestro entorno y de todo aquello que en el exterior y en el interior podemos percibir. Los ásanas son un claro catalizador de este proceso. Resumiendo, la capacidad de percibir y la capacidad de comprender son las dos cuerdas que forman la urdimbre del tapiz de la conciencia.

Después, ese tapiz crecerá de lo denso a lo sutil hasta que lleguemos a alcanzar la capacidad de darnos cuenta de que nos estamos dando cuenta. Y es en ese momento, será cuando algunos conseguirán aplicar en este plano tangible el conocimiento y el amor que todo ser posee en el hogar de la alta montaña.

Recapitulando: lo sutil configura al ser y lo denso le permite evolucionar en su propia esencia.

¡Cuando la conciencia de lo tangible se une a la supraconciencia del ser, es el amor el que nos abre a la plenitud de la Totalidad!

Pedro López Pereda. Creador del centro Namaskar de yoga y autorrealización en la línea de Antonio Blay. Presidente de la Fundación Yoga y de la Asociación Yoga Meditativo. Miembro de la Asociación Nacional de Profesores de Yoga. Maestro de Reiki.

Ha publicado, entre otros libros: El mandala oculto (2017), El cuenco vacío (2018) y Las leyendas del Yoga. El origen mitológico de la meditación, el pranayama y las posturas de yoga (2021).