Las preguntas esenciales: ¿Por qué practicar yoga?

2025-04-15

¿Cuál o cuáles son los objetivos? Además de los incontables y demostrados beneficios de tipo físico y mental que podemos obtener mediante la práctica continuada del yoga, podemos decir que el objetivo principal es reducir el velo de avidya. Escribe Ilde Leyda.

pensamientos

Nuestros pensamientos llegan a estar cubiertos como por un velo de avidya.

“Igual que en todos los viajes, en el yoga debe haber tres etapas: (1) el sitio desde donde empezamos, (2) la elección de nuestro destino y (3) el esfuerzo por llegar”
(T. K. V. Desikachar)

 Conversaciones sobre Yoga es un volumen que contiene la transcripción de unas conferencias que T. K. V. Desikachar impartió a finales de los años 70 del siglo pasado en la Universidad de Colgate, en el estado de Nueva York de los Estados Unidos. Fue el segundo libro de yoga que adquirí yo en mi vida, exactamente en enero de 2002. El primero había sido la Bhagavad Gîtâ en noviembre de 2000:

“Busca el refugio en tu mente”

 Leyendo, subrayando, releyendo, estudiando el texto de dichas conferencias universitarias aprendí muchísimo, puesto que, además, en septiembre de 2001 había comenzado a asistir a clases de yoga y resultó de enorme provecho el poder ir combinando la teoría, las explicaciones del brillante maestro de maestros de Madrás con mis primeros pasos en la ejecución de las āsanas, mis primeros pinitos con el prānāyāma, aquellos tanteos lógicamente inexpertos y más o menos desencaminados, infructuosos, en el ámbito de la concentración mental (dhārana),…

Así pues la respuesta de Desikachar publicada en ese libro a la cuestión o cuestiones planteadas en el título de este artículo fue: “El deseo de ser mejor. Este deseo de ser mejor es satisfecho gracias al yoga. Por la práctica de yoga mejoramos progresivamente nuestra capacidad de concentración, nuestra autorrealización, salud, relación con los demás. De hecho, todo lo que hacemos”.

Y es que, a estas alturas, ya ha quedado más que sobradamente demostrado en un sinfín de estudios y de experimentos de toda índole que la práctica constante del yoga mejora en líneas generales –y aun consigue en muchos casos optimizar– nuestra salud y nuestro bienestar, tanto físicos como mentales; incrementa notablemente nuestra capacidad de mantenernos concentrados y atentos durante lapsos de tiempo cada vez más prolongados, lo mismo mientras efectuamos nuestras prácticas sobre la esterilla como ya en nuestra vida diaria, cotidiana; es decir, que va progresivamente aumentando –si es que somos constantes, pacientes y perseverantes– nuestra lucidez y  –¿por qué no afirmarlo?– nuestra inteligencia.

Desikachar Narbonne

Desikachar en Narbonne (imagen cedida por Martyn Neal)

El objetivo de la práctica del yoga es precisamente reducir el velo de avidya” (Desikachar)

 Y este incremento de nuestra claridad y de nuestra paz mentales redunda muy positivamente en una, también gradual, disminución de avidyā.

Pero, ¿qué es verdaderamente este avidyā? ¿Cómo podría aclararse, concretarse, tornársele nítido al lector su significado? En suma, ¿cómo explicarlo?

Lo siguiente aseveró Desikachar en dichas conferencias en los Estados Unidos: “Avidya significa literalmente ‘el conocimiento distinto del conocimiento correcto’. No debe ser confundido con vidya que significa ‘conocer correctamente’.

Avidya es un estado de falso entendimiento. Creemos que tenemos razón y obramos en consecuencia, pero casualmente nos encontramos en un camino equivocado. Igualmente inadecuada, podemos tener una comprensión que creemos equivocada y que, de hecho, no lo es. Por esto no actuamos como deberíamos. ¿Qué es este avidya que está dentro de nosotros?”

Resulta muy llamativo, sorprendente, que habitualmente no seamos conscientes de avidyā cuando este, su velo, está presente y activo en nosotros y que, únicamente, cuando, siguiendo unas técnicas u otras, logramos ir descorriendo ese telón que nos empaña de contumacia y de percepciones erradas la conciencia, podamos alcanzar a ponernos en claro a nosotros mismos qué es ese tal avidyā, este “conocimiento que tomamos por el correcto, pese a que no lo es”.

T. K. V. Desikachar: “Avidya es la acumulación de acciones. Es la culminación de muchas acciones hechas sin pensar que hemos ido repitiendo mecánicamente, casi ciegamente, a través de los años. Nuestra mente llega a estar tan condicionada que aceptamos las acciones de ayer como normas para hoy. Tales condicionamientos se llaman samskaras. Por estos condicionamientos nuestros pensamientos llegan a estar cubiertos digamos como por un velo de avidya”.

 “Avidyā nos lo da todo, excepto la realidad” (Martyn Neal)

 Comenta el gran Martyn Neal al respecto: “Avidyā nos da un conocimiento falseado, nos lleva a cometer errores de apreciación, a confundir las ideas entre ellas y nos ofrece una visión de nosotros mismos, del mundo y de la relación entre ambos basada en el malentendido. Avidyā nos lo da todo, excepto la realidad”.

Avidyā es –paradójicamente (o no)– el estado, funcionamiento y desarrollo normal y corriente, por decirlo así, de nuestra mente humana. Obviamente, cada persona es un mundo, como suele decirse, pero la mente del ser humano en general se caracteriza por la presencia de este velo de avidyā , en distintos grados e intensidades según personas, e igualmente en un mismo individuo habrá ineluctablemente también infinidad de variaciones dependiendo de multitud de factores: la hora del día, el estado de ánimo, la edad, el cansancio, el estrés, una comida copiosa, el ejercicio físico, el placer, el dolor, etcétera, etcétera, etcétera. Son tantísimos, tanto internos como externos, los factores que influyen en nuestra percepción y comprensión del mundo y de nosotros mismos y de los demás… El yogui trata, a través de sus prácticas, de ir aclarando, depurando, todo esto: trata de ir, paso a paso, descorriendo el velo de avidyā .

Así pues, y volviendo a Desikachar: “El objetivo del yoga es precisamente reducir el velo de avidya para actuar correctamente”.

En conclusión, además de los incontables beneficios de todo tipo que podemos obtener mediante la práctica continuada del yoga: una mejor salud; un mejor funcionamiento, estado y sensación de nuestro aparato digestivo, del respiratorio, del circulatorio, del sistema nervioso, de cada uno de los músculos y articulaciones del cuerpo humano, de las glándulas, de la mente, de nuestro estado y tono psicológico, emocional y anímico; la vivencia cierta, enriquecedora y revitalizante de la calma profunda y la mejora de múltiples destrezas, tanto físicas como mentales, de nuestra capacidad de aprendizaje y de profundización en el campo que escojamos, de nuestro bienestar a todos los niveles, de la seguridad en nosotros mismos, de nuestros niveles personales de energía, de la plenitud de nuestra vitalidad… Además de todo esto y de infinidad de aportes más, la práctica correcta, rigurosa y perseverante del yoga habrá de ir paulatinamente reportándonos un descenso del velo de avidyā o, dicho con otras palabras, un incremento gradual de nuestra claridad mental, y así han insistido en ello todos los grandes maestros a lo largo de los siglos: pasito a paso.

Me dijo Martyn Neal cuando le entrevisté en el verano de 2024: “Y [Desikachar] poseía una mente muy lúcida, muy clara. De hecho, jamás he conocido a nadie con una mente tan clara como la suya. Miraba a las personas y las comprendía en un segundo. Yo, a veces, tenía la sensación de hallarme ante un escáner (ríe). Así que cuando le daba una respuesta o consejo a alguien era como si hubiera comprendido a esa persona con una gran profundidad”.

 Ilde Leyda empezó a practicar yoga en 2001. Desde comienzos de 2002, y durante más de diez años, fue alumno de Cristina Sáenz de Ynestrillas, alumna de Claude Maréchal y de T. K. V. Desikachar. Comenzó ya a dar clases en 2003. Y, desde 2019, prosigue su formación con Martyn Neal. Imparte clases de grupo y particulares, así como talleres dirigidos a quienes quieran profundizar cada vez un poco más en este método milenario de cuidado, conocimiento y mejora personales.

Ha traducido al castellano la tan bella como profundamente inspiradora obra What are we seeking? de T.K.V. Desikachar y Martyn Neal.
Puedes contactar con él a través de ildeyoga@gmail.com y/o del número 653379095.