Dharmajyoti (Marcelo Vega Gómez), presidente de la fundación Yoga Pura Vida, nos ofrece una lección de yoga solidario: «Avanzar en el camino yóguico, sin un compromiso sincero hacia quienes sufren y se encuentran en situación de vulnerabilidad, es prácticamente imposible». ¿Sientes eso mismo en tu corazón? No te pierdas este artículo y la obra que realiza su fundación en África y España… ¡y en la que puedes colaborar como voluntaria/o!

Fotografía compartida del Facebook de Sn. Dharmajyoti
Para facilitar la lectura y mantener la fluidez del texto, he optado por emplear el uso tradicional del género gramatical en castellano, utilizando el masculino genérico. Esta elección no pretende excluir a nadie sino seguir una convención lingüística ampliamente utilizada en la escritura formal. Invito a cada lectora y lector a sentirse incluida/o en el contenido, independientemente de su identidad de género, ya que el mensaje que deseamos transmitir desde nuestra fundación Yoga Pura Vida está dirigido a todas las personas por igual.
El cultivo de Prem y Karuna para experimentar el yoga
En la actualidad, se habla frecuentemente sobre los distintos tipos de yoga, muchos de los cuales han surgido en las últimas décadas con una clara intención comercial, adaptándose a las necesidades, expectativas y características de diversos sectores de la sociedad. Al mismo tiempo, algunas prácticas se han desarrollado a partir de técnicas fundamentales del Raja Yoga, como Antar Mouna (Vipassana), dando origen a enfoques como el mindfulness o la meditación cristiana, entre muchas otras disciplinas que incorporan herramientas de los yogas clásicos en sus métodos.
Desde nuestra fundación Yoga Pura Vida no vemos este fenómeno de manera negativa. El instinto de supervivencia está presente en todos los seres humanos y, en mayor o menor medida, influye en nuestros pensamientos, decisiones y acciones. Todos tienen derecho a vivir dignamente sin causar daño a nadie, y cada profesor de yoga o facilitador de prácticas de la nueva era actúa desde su nivel de conciencia, haciendo lo mejor que puede. Al fin y al cabo, todos recorremos un camino que, de una forma u otra, nos acerca al mismo propósito: la plenitud del Ser.
Por otro lado, cuando hablamos de yoga, utilizamos una palabra que describe, a la vez, más de treinta tipos de yogas milenarios diferentes. Al mismo tiempo, el término yoga define tanto el proceso yóguico —incluyendo sus prácticas y técnicas— como el resultado final: la unión del ser individual con el Ser Cósmico. A lo largo de la historia, han surgido múltiples definiciones derivadas de las experiencias trascendentales de incontables yoguis. Aunque estas definiciones sean diferentes, todas son correctas; solo difiere la perspectiva y el sendero yóguico desde la que se ha experimentado, y desde la cual se intenta comentar una experiencia y no una filosofía.
Para quienes verdaderamente aspiran a vivir el yoga en su esencia —sean profesores o practicantes—, la experiencia de transitar el sendero yóguico va mucho más allá de los estilos modernos y sus variaciones recientes. En tiempos de incertidumbre y confusión, el verdadero yoga se manifiesta en las acciones solidarias del día a día, en generar el bienestar de todos (Loka Sangraha), sin distinción de raza, religión, género o estatus socioeconómico. Es el yoga que se expresa a través de la compasión genuina (Karuna), el servicio desinteresado (Seva) y el amor incondicional (Prem).
Yoga como expresión de autenticidad
De poco sirve convertirse en un contorsionista de circo para publicar una foto en redes sociales o impresionar a los demás. Tampoco basta con dominar pranayama, ni con permanecer sentados con las piernas cruzadas tres horas todos los días, quietos y con los ojos cerrados, observando el propio viaje mental sin tener una experiencia real de meditación, como se describe en los textos antiguos.
Tampoco basta con convertirse en un loro que, tras leer cientos de libros, puede repetir la teoría filosófica de los Tantras, los Vedas, los Upanishads o los Puranas, o que ha estudiado decenas de interpretaciones de los Yoga Sutras, el Bhagavad Gita o el Ramayana. En el Kali Yuga, nuestra era actual, la experiencia yóguica de unidad se alcanza con mayor facilidad cuando las virtudes del yoga emergen espontáneamente en la mente y se expresan con autenticidad desde el corazón y la acción.
Si, como practicantes o profesores de yoga, nos enfocamos únicamente en nuestra propia sadhana —entendida como el conjunto de prácticas y técnicas destinadas a refinar la personalidad— y utilizamos herramientas del Hatha Yoga, Raja Yoga, Jnana Yoga y otras disciplinas yóguicas solo para nuestro crecimiento individual, nunca llegaremos a experimentar la verdadera transformación que ofrece el yoga.
La base para que algún día podamos experimentar una unión trascendental con la creación y el Creador debe comenzar con el reconocimiento del otro, de todos los seres humanos y la vida que nos rodea. Avanzar en el camino yóguico sin un compromiso sincero hacia quienes sufren y se encuentran en situación de vulnerabilidad es prácticamente imposible.
La compasión genuina no conoce fronteras. Surge de un amor incondicional hacia todo lo que existe y hacia su Creador. Es una fuerza divina y eterna en constante expansión, que encarna la esencia de nuestra humanidad y nos une a los demás como una gran familia nacida de una misma Madre: la Tierra.
Cuando cultivamos el amor incondicional y la compasión, trascendemos las barreras del ego y abrimos nuestros corazones a la inmensidad de la existencia. Aliviamos las heridas del mundo, suavizando incluso las almas más endurecidas con la pureza de este amor divino. Como el rocío del amanecer que embellece la naturaleza, estas cualidades emergen cuando sentimos empáticamente el dolor de los demás como propio, impulsados por el sincero deseo de aliviar su sufrimiento.
En estos tiempos convulsos, el amor incondicional y la compasión son los aliados más poderosos para brindar consuelo en medio del caos y esperanza ante la desesperación. Son el hilo invisible que nos une como seres humanos en un camino de sanación, renovación y unidad.
Reconectar con nuestra esencia para vivir expresando el yoga
El yoga no debería limitarse a una práctica personal realizada unas pocas horas a la semana, sino convertirse en una sadhana: un camino en el que nos esforzamos diariamente por mejorarnos y ayudar a otros a empoderarse. Con el tiempo, esta dedicación puede transformarse en un estilo de vida que inspire la creación de una cultura yóguica global que no diferencia ni categoriza a los seres humanos por sus apariencias, creencias o costumbres.
El trabajo de Yoga Pura Vida es testimonio de esta verdad. A lo largo de los últimos doce años, hemos visto cómo los valores que abrazamos han cambiado el presente y el destino de personas de todas las edades y comunidades, sin distinción de raza, credo o cultura. Al fin y al cabo, el yoga es la ciencia de la vida, enseñándonos a existir de una manera más natural y armónica. Sus principios y valores pueden aplicarse en cualquier sociedad sin interferir en su identidad.
Para un verdadero amante del yoga, es esencial comprender que Karuna no es solo un sentimiento pasajero, sino un llamado a la acción solidaria que se manifiesta a través del Karma yoga y sus manifestaciones: Loka Sangraha y Seva. Estas expresiones forman parte del Dharma (la acción correcta en cada circunstancia) de todos los seres humanos en su proceso evolutivo. La conciencia elevada de un individuo se refleja en su compromiso con el activismo social, una fuerza que nace del corazón y que no distingue entre «buenos» y «malos», «nosotros» y «ellos», sino que genera cohesión y unidad. Yoga en su máxima expresión.
Tras más de una década de trabajo, hemos constatado que la determinación inquebrantable y el compromiso sincero de brindar apoyo en momentos de necesidad generan un impacto real en la calidad de vida y el bienestar de las personas más vulnerables. A través de nuestros programas, hemos fomentado el liderazgo comunitario, empoderando a individuos de todas las edades, etnias y religiones, así como fortalecido sus comunidades.
Nuestra fundación está siendo cada vez más reconocida por su labor solidaria. La Comunidad de Madrid ha financiado uno de nuestros proyectos, y el Instituto Mind & Life, fundado hace más de 35 años por Su Santidad el Dalai Lama, ha valorado y respaldado nuestro trabajo humanitario en los últimos tres años.
Una labor auténticamente transformadora
Nuestro trabajo ha promovido activamente la igualdad de género y ha enriquecido la labor de más de 90 escuelas primarias y secundarias, así como con más de 65 ONG en áreas rurales y urbanas, incluyendo campos de refugiados. Entre los beneficiarios de nuestras intervenciones se encuentran:
- En España: adolescentes en situación de vulnerabilidad, mujeres mayores africanas en situación de exclusión y ancianos institucionalizados.
- En Kenia y Uganda: niños y jóvenes de barrios marginales.
- En Malawi: niños y jóvenes en pequeñas aldeas, así como miles de niños y jóvenes refugiados residentes del campo Dzaleka.
- En Sierra Leona: niños maltratados y en situación de calle, reclusos y pacientes psiquiátricos, escuelas y diferentes ONG.
- En Uganda: niños sometidos a quimioterapia, niños con diferentes grados de autismo y estudiantes en escuelas y barrios marginales.
- En Ruanda: ancianos sobrevivientes del genocidio y cuidadores en hospitales.
- En Tanzania: miles de niños y jóvenes en edad escolar, huérfanos y diferentes instituciones y ONG.
Nuestras intervenciones han brindado —y continúan brindando— apoyo integral a personas de todas las edades que enfrentan desafíos como la pobreza, la exclusión social, el estigma y problemas de salud mental. A través del acompañamiento y la formación, promovemos su bienestar y fortalecemos sus comunidades, generando un cambio positivo y duradero.
Frente al sufrimiento, la violencia y la tragedia, desarrollar y expresar Prem, Karuna, Loka Sangraha y Seva, nos recuerda nuestra humanidad compartida y el poder de la empatía colectiva. Este es el motor que impulsa Yoga Pura Vida: generar bienestar entre los más vulnerables. Verlos progresar en sus vidas nos llena de alegría y nos motiva a seguir adelante con nuestras acciones solidarias.
Las expresiones yóguicas que hemos mencionado, junto con la inspiración recibida de las enseñanzas milenarias de innumerables maestros espirituales, nos han permitido superar muchas dificultades en nuestro camino como organización sin fines de lucro. Sin embargo, la falta de recursos económicos y la escasez de voluntarios a menudo limitan el impacto positivo que podríamos seguir expandiendo.
El llamamiento a la acción: ¿quieres unirte?
Toda organización humanitaria requiere la unión de personas con un deseo genuino de contribuir al bien común, cada una aportando sus habilidades y conocimientos. Actualmente, no disponemos de los medios suficientes para dar a conocer nuestro proyecto a más personas. Necesitamos apoyo en diversas áreas para seguir creciendo:
- En Madrid, buscamos profesores de hatha yoga con experiencia para mantener y expandir nuestros proyectos. Más información en nuestra web: www.yogapuravida.org.
- En otras provincias, podríamos desarrollar proyectos similares si hubiera grupos comprometidos de profesores.
- A nivel general, necesitamos voluntarios con conocimientos en administración, contabilidad, marketing digital, redes sociales, captación de recursos y organización de eventos solidarios.
Si observamos el trabajo de otras organizaciones sin fines de lucro, vemos que cuantos más voluntarios comprometidos haya, mayor será el impacto social que se genere. Nuestra propia experiencia, y la de nuestros voluntarios, demuestra que al conectar con personas fuera de nuestro entorno inmediato, ampliamos nuestra perspectiva y reducimos nuestras tendencias egoístas. Esta expansión de la empatía nos ayuda a reconocer la misma esencia divina en todas las formas de vida, abriendo nuestro corazón a una nueva dimensión de comprensión y experiencia.
En Yoga Pura Vida, ver a los demás como reflejos de nosotros mismos nos llena de felicidad. Tener la oportunidad de empoderar a personas en dificultades nos permite apreciar más profundamente la interconexión de todos los seres y nuestro pequeño pero importante papel en la vida y en el cosmos.
En nombre de todo el equipo de Yoga Pura Vida, patronos y voluntarios, queremos invitarte a una reflexión desde el corazón: si, como profesor o practicante de yoga, anhelas una felicidad verdadera, abre tu corazón sin límites, tan vasto como el cielo. No dudes en extender tu mano cuando puedas aliviar el sufrimiento de otro ser humano. A veces, un solo gesto de compasión puede iluminar la vida de alguien más… y también la tuya.
La transformación solo ocurre a través de la unión
Como dijo Swami Sivananda: «Sé bueno y haz el bien». Este simple consejo refleja la verdadera esencia de un yogui. … se puede lograr. La transformación no ocurre en solitario, sino a través de la unión de corazones y voluntades con un propósito común: servir, compartir y elevar la conciencia colectiva.
Si sientes el llamado de contribuir con tu tiempo, habilidades o recursos, te invitamos a ser parte de Yoga Pura Vida. Juntos, podemos seguir sembrando semillas de cambio, llevando bienestar a quienes más lo necesitan y construyendo un mundo donde el yoga no sea solo una práctica individual, sino una fuerza viva de compasión, amor y servicio. Vale recordar que, como dice la Biblia, “No solo de pan vive el hombre”. Tu contribución puede generar un impacto profundo en el bienestar de miles de personas vulnerables de todas las edades
Para más información sobre nuestros proyectos visita nuestra web www.yogapuravida.org y si deseas unirte a esta iniciativa, contáctanos directamente a: voluntariado@yogapuravida.org. Tu participación puede marcar la diferencia en la vida de muchas personas.
Hari Om Tat Sat.
Dharmajyoti (Marcelo Vega Gómez), presidente y fundador de Yoga Pura Vida, es instructor de yoga clásico con más de 23 años de experiencia, iniciado por Paramahamsa Swami Niranjanananda Saraswati. Ha liderado más de 20 proyectos de cooperación internacional en África durante los últimos 12 años, llevando el yoga clásico a seis países y formando a más de 80 instructores africanos. Su trabajo se centra en promover la sanación, el crecimiento personal, la compasión y el bienestar en comunidades desfavorecidas, contribuyendo al alivio de traumas, el fortalecimiento de la salud física y mental, y el desarrollo de relaciones más conscientes con el entorno. Convencido de que los valores yóguicos son esenciales para una sociedad más armoniosa, dedica su labor a compartir estas enseñanzas para inspirar un cambio positivo en la humanidad.