Notas de una alumna veterana: ¿No estamos confundiendo los retiros de yoga con las vacaciones de ‘spa’?

2025-02-14

No todo es yoga lo que reluce en un retiro de yoga. Hoy vengo un poco guerrera: acabo de volver de un retiro y he visto cosas sobre las que os propongo reflexionar. La pregunta es: ¿son la mayoría de los retiros de yoga la antítesis del estilo de vida yóguico? Escribe Mercedes S., la alumna veterana.

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Foto de Chan Heang

Cada vez es más frecuente que los retiros de yoga los organicen departamentos especializados de agencias de viajes y cadenas hoteleras, con profesores «contratados» a (pequeña) comisión, y que nos propongan destinos exóticos donde practicaremos algo de yoga y mucho masaje, paseos y placeres variados.

Y que conste que no lo digo por el listado que publicáis en YogaenRed (de nuevo gracias por permitirme escribir), ya que veo que la gran mayoría de los retiros son serios y los organizan profesores y escuelas medianas y pequeñas, con mucha práctica de buen yoga y a precios asequibles.

Lo digo porque veo que los retiros de lujo están marcando tendencia en internet, quizás menos en España que en otros países “ricos”, pero aquí todo acaba llegando. El yoga unido a las vacaciones tipo «spa» se están convirtiendo en una de las formas más populares de emplear el tiempo libre. Te llevan a una playa en algún paraíso más o menos lejano, madrugas a muerte, pones en forma el cuerpo y el espíritu, vas de excursión, bailas, juegas y te pones ciega de comida orgánica vegana y sin gluten todo el día… Y vuelta a casa teóricamente trasformada, tras haberte dejado en el empeño una buena cantidad de euros.

¿Qué podría salir mal? El yoga, claro.

Ya sabemos que en España la mayoría de retiros de yoga tienen lugar en pequeños hoteles rurales agradables y cómodos; es cierto que nada que ver con el austero estilo de vida yóguico, ni se pretende. Nos hemos acostumbrado a ciertas comodidades y no nos gusta pensar al llegar: “no he venido aquí a sufrir”. Pero eso es una cosa y otra los retiros de lujo en resorts internacionales de cinco estrellas, con muchas personas a tu servicio y cocina de chef, con un poco de yoga para quedar bien, paseos a caballo, deportes acuáticos, etc. Y en países de economías precarias y sin el menor contacto con la realidad local. Vamos, como un todo incluido glamuroso pero con algo de yoga, tumbonas chill out, barra libre de kombucha y masaje tailandés… a precio de oro.

¿Unos días de descanso lejos del ruido? ¿De encuentro contigo misma? ¡Pero si muchos de estos retiros son un no parar de hacer cosas y de vida social! No hay más que ver los programas… ¡qué terror al no hacer nada! Yo, y lo digo en serio, del último retiro he vuelto más estresada que cuando llegué. Entre los madrugones de vinyasa agotador y las tardes de yoga dance, llegas a la sesión nidra de la noche muerta de sueño… ¡como para que no se te escape un ronquido!  En fin…

Todo sea por compartir las fotos en Instagram… ¿Porque, cómo ir a un retiro de yoga de lujo en el paraíso sin un buen look? De Lululemon –por supuesto, made in Bangladesh o Nepal— para arriba, faltaría más… Y es que la cantidad de dinero que mueve el yoga en productos de consumo y de servicios relacionados sigue en ascenso astronómico ¿No es para pensarno qué tipo de yoga estamos practicando realmente?

Por supuesto que un retiro de yoga es algo realmente beneficioso, una inmersión que nos permite estar más concentradas en la práctica y con mayor conciencia de lo que hacemos. Pero no podemos olvidar que ese es el objetivo prioritario, y que lo demás es secundario y con frecuencia sobra. A veces nos olvidamos del fin porque en el camino nos quedamos embobados con los medios.

No dejemos que nos confundan con los cantos de sirena del mercado del bienestar.

Mercedes S., la alumna veterana.