Pasar tiempo a solas puede resultar desagradable para muchas personas, y es comprensible si esa soledad es no deseada o consecuencia de un estado de ánimo deprimido o de una pérdida. Pero a menudo se confunden los momentos de soledad, o la elección voluntaria de estar a solas, con el aislamiento. Escribe Maheswari.
Siendo maestra de yoga, uno de los papeles más importante es facilitar el estado de armonía de los alumnos, por ello investigo parámetros que pueden ser un obstáculo para alcanzar el yoga, como, por ejemplo, la soledad. Por eso les pregunto a los mis alumnos cuánto tiempo pasan solos, sin interactuar con otras personas. Comencé esta indagación hace cinco años, cuando una joven alumna sufría alteraciones de la alimentación y me di cuenta de la gran soledad que sentía. Le sugerí venir a unos de mis retiros de silencio y puso cara de auténtico miedo. Así vi que esa soledad le hacía sentirse deprimida.
Empecé desde ese punto mi trabajo para poder ayudar mejor en la práctica de yoga. Observé que la cercanía de herramientas como las redes sociales, la televisión o la música, nos hacen sentir bien, y ese sentimiento viene representado como emoción, entusiasmo y energía. Sin embargo, el sentimiento de aislamiento es lo que enferma a las personas. Hoy justo colgaba esto en mis redes, tras la clase de meditación: «Todo lo que vemos está condicionado a cómo lo valoramos. Esto significa que vivimos con nuestros valores individuales. Nada de lo que existe es real hasta que no es observado». Como dijo Shankara, el mundo del pensamiento y de la materia no es real, pero no quiere decir que no existan. El mundo aparente es y no es.
En psicología, los investigadores definen la soledad como «la discrepancia entre el nivel de conexión social que deseamos y el que realmente tenemos. Esta falta de conexión puede generar sentimientos de tristeza, ansiedad, y un impacto negativo en el bienestar general”. Por lo tanto, la soledad puede ser una emoción que produzca angustia cuando no tenemos el tipo de conexiones o relaciones sociales que esperamos tener.
¿Qué soledad vivo?
Para muchas personas estar solas o solos no significa necesariamente no tener a nadie alrededor. Podemos sentirnos solas o solos en lugares públicos, ya sea sentados con una taza de té en un café concurrido o leyendo un libro en un parque. Mi investigación sobre mí misma y la que se experimenta en mis retiros muestra que tomarse algún tiempo para una/uno mismo puede tener un efecto positivo en el estado de ánimo diario.
Muchos de nosotros tenemos días en los que el trabajo se convierte en una malestar cuando las cosas no salen como esperábamos, o cuando nos sentimos extremadamente molestos por algo. Tomarnos un tiempo para nosotros mismos, un momento de soledad, puede ayudarnos a lidiar con estos sentimientos. Pruébalo; nada será igual, porque el hábito de percibir la soledad como algo positivo marcha la diferencia.
¿Qué podemos ganar con la soledad?
En los retiros de silencio, cuando nos sentamos con los propios pensamientos, sin libros, sin móvil, sin charlas, al cabo de tan solo 15 minutos se descubre que cualquier emoción fuerte que sintiéramos antes, como ansiedad o pena, disminuye. La soledad tiene el poder de reducir los niveles de excitación del ánimo y la mente, lo que cual puede ser útil en situaciones en las que nos sentimos frustrados, agitados o enojados.
Mucha gente puede pensar que sólo los introvertidos pueden disfrutar de la soledad. Pero, si bien es cierto que éstos suelen preferir estar a solas, también los extravertidos pueden beneficiarse de la soledad si la ven como el más potente inductor para la relajación. Todos podemos encontrar tiempo para la soledad y para la calma.
Muchas personas piensan que pasar tiempo a solas puede resultar aburrido, o les resulta difícil concentrarse en sus pensamientos y prefieren hacer algo. En nuestra cultura, tan productiva y hiperactiva, no se nos prepara para simplemente no hacer nada. Hagamos un ejercicio: prueba a permanecer diez minutos sin expectativas y sin entrar en valoraciones; verás cómo, de una forma automática, de repente estarás ordenando tus pensamientos y buscando mentalmente tareas que hacer a continuación. ¿Ha sido así? Entonces ha llegado el momento de generar un nuevo hábito: la quietud.
Pero si de hacer se trata, podemos probar a realizar en solitario esas actividades placenteras que solemos hacer con amigos y personas cercanas, como ir al cine o comer en un restaurante. Viajar solas es otra actividad que puede resultar inquietante, especialmente para las mujeres, pero un beneficio significativo de hacerlo es la oportunidad de estar tranquilas/os… y la bendita libertad de decidir qué hacer y cómo hacerlo en cada momento y sin expectativas ni negociaciones.
¿Quieres probarlo?
Durante mi tiempo estudiando la soledad, me propuse realizar algunas de estas amenas actividades en mis momentos de soledad, y he encontrado la experiencia liberadora. Otras mujeres tienen experiencias similares, especialmente mientras viajan, lo que las hace sentir empoderadas y liberadas. Pero si viajar sola implica demasiado para ti en este momento, tómate un respiro de tiempo fuera de tu apretada agenda y busca una pequeña dosis de soledad; ¡puede ser exactamente lo que necesitas!
Para superar nuestro miedo a la soledad necesitamos reconocer sus beneficios y verla como una opción positiva, no una fatalidad que nos sucede.
Te dejo un ejercicio: Ve a un lugar tranquilo y coloca una vela a la altura de los ojos con el fin de que no tengas el cuello encorvado. Cierra tus ojos con intensidad, ábrelos y mira la llama de la vela intentando no parpadear. Permanece así cinco minutos. Luego ciérralos y quédate contigo en ese estado de observación cinco minutos más.
Repite este ejercicio durante siete días ininterrumpidos y verás tus cambios. Puedes escribirme cómo fue tu práctica y te seguiré ayudando.
Maheswari, maestra de yoga. Instituto Bharat Padma Yoga. instituto@bharatpadmayoga.es